-¡Madre mía! ¡Te queda muy bien! -
-Teresa, ayúdame a cubrirme el cuerpo. No puedo ir vestida así al descubierto. Ikertiene razón! - Estaba preocupada porque era soltera con su hijo. ¿Cómo podía ser tan ostentosa?
Al final, Teresa se comprometió.
Aunque a ella le convino ir vestida del pequeño vestido blanco, pareció un poco conservador y anticuado por tener una blusa extra que escondió el exquisito cuerpo cubierto por el vestido.
-Dios. Laura. ¡Has arruinado mi ropa! - Teresa movió la cabeza que no pudo aceptar a que Laura cubriera la belleza.
-Así está mejor. - Después de mirarse por un rato, se le levantaron las comisuras ligeramente a Laura. - Bien. Teresa. ¡Cuídalo bien a Iker!-
-Mamá, ¡vuelve a casa temprano! -Preocupado, Iker abrazó el brazo de su madre. -Ten cuidado con los malos. ¡No tomes los vinos que te dan! Tendrán drogas. Mamá, ¿me has escuchado? -
-Bueno. ¡Dios mío! - Teresa gritó insoportablemente. -¿Dónde aprendió esto Iker? ¡Sorprenderá a todo el mundo la conciencia de prevención! -
-En la tele, tía Teresa. ¡Se lo dijo en la televisión! - Dijo Iker en serio.
-No te preocupes hijo. Tendré cuidado. Pórtate bien. -
-¡Sí! -
-Deja el móvil encendido. Si te maltratan, ¡voy a salvarte! -
-¡Qué lindo el ángelito de la guarda! - Teresa movió la cabeza sin remedio. - Bien. Los dos, madre e hijo, no seáis tan sensibles. Date prisa. ¡Llámanos si te pasase algo! -
Después de que Laura se fue, Iker alzó la cara y le preguntó con seriedad-Tía Teresa, ¿crees que mi madre debería buscar a un hombre? -
Hotel JD.
El traje negro de hierro de Mancini resaltó la figura larga y recta de Oscar, mientras que la compañera que sostuvo su brazo se vistió de un hermoso vestido morado pequeño. Con la mano de obra perfecta, se vio el cuerpo caliente particularmente.
Lo más llamativo era el collar de diamantes en su cuello de cisne. Los diamantes brillantes eran los mejores productos en subasta. Los pendientes, pulseras y anillos del mismo estilo estuvieron fuera del alcance de los comerciantes adinerados comunes.
Era interesante, que llamaba a todos queridos, pero no pareció tener malas intenciones sino una intimidad inexplicable.
-Hola. - Susurró con la cabeza inclinando hacia abajo, y Laura miró débilmente la puntilla de sus zapatos. Este tipo de banquete realmente no era adecuado para ella. ¿Pudo pedir permiso para marcharse?
-¿Cómo? ¿Quieres irte? - Max sabía que ella no podía quedarse quieta al verla así.
Miró hacia arriba con sorpresa. -¿Cómo lo sabes? -
-Laura, eres realmente especial. Otras mujeres están ansiosas por venir a la fiesta. Y tú, ¡te quieres ir! - Max miró su vestido. Se cambió de ropa, que fue mejor que la que se vestía cuando trabajaba, pero siguió siendo muy ordinario. -A ver, ¿por qué no vas conmigo? -
-¡Ah! - Laura estaba aturdido.
-¡Ja! ¿Tienes miedo? - Se rio Max. -Se nota por la primera vez que eres una chica, tan pura, ¡que me da vergüenza de destruir la flor de la patria como tú! -
¿Qué quería expresar? Laura no tenía nada que decir. ¿Se conocían ella y el gerente hasta el punto de hacer una broma tan colorida?
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