El hombre con la máscara de zorro romance Capítulo 221

-¡Sí! Eso es, ¡que nos sirvan!- Amelia también estaba feliz.

-Venga, querida, ¡no te muevas tanto, ten cuidado con tu niño!- Teresa salió de la cocina con la fruta e inmediatamente calmó a Zarina que estaba moviéndose mucho. Sus padres le ordenaron especialmente que cuidara de Zarina, -Qué pena meda el niño por tener a una madre que se mueve tanto como tú. Tienes que tener cuidado, ¿entendido?-

-¡Sí! ¡Tendré cuidado!- Zarina se sentó cautelosamente en el sofá, -Sentaros, casi me moría de aburrimiento aquí. El médico dijo que no habrá problema siempre y cuando tenga más cuidado. Además, el Año Nuevo está por venir, ¡tengo muchas ganas de salir de viaje!-

-Es mejor que no vayas a ningún lado, ¡tu misión ahora es cuidar a tu bebé con tranquilidad!- La interrumpió Teresa, -¡Si no quieres que a tu bebé le pase nada, es mejor que no hagas nada desobediente!-

-¡Pero aún tengo ganas de salir!- Se sintió agraviada Zarina, -¿Acaso tengo que vivir así en los próximos siete meses?-

-Ni siquiera puedes ir a ningún lado después de parir el bebé, ¡porque tienes que cuidarlo!- Amelia directamente hizo añicos la esperanza de Zarina, -Tienes que quedarte en casa por más de un año, ¡al menos más de un año! Laura, ¿qué tal si nos llevamos a Iker y Andrés de viaje? ¡Solo nosotros cuatro y sin ningún hombre!-

-¿Es seguro que vayamos solo los cinco?- Laura se quedó aturdida por un momento, pero también estaba interesada.

-Yo también iré, ¡así puedo protegeros!- Teresa también estaba emocionada, -Es mejor que vayamos juntas. Por cierto, Laura, ¿por qué no llamas a ese Milagros? Él nos puede proteger a todos, ¿qué te parece?-

-De ninguna manera, ¡tenéis que esperarme a ir juntas!- gritó Zarina.

-Iremos de nuevo cuando hayas dado a luz. Tengo que relajarme. Podemos ir a Corea o Japón, lo que sea, ¡pero tengo que salir a divertirme!- dijo Amelia animando las cosas.

Laura miró a Teresa y de repente gritó, -Teresa, ¿no estarás interesada en Milagros? Genial, te crearemos una oportunidad. La verdad es que Milagros no está mal. Teresa, ¡es hora de que te busques un novio!-

-¿Qué dices? No me interesa Milagros, déjalo, ¡que no vaya!- Teresa se sonrojó.

-¡Ja! ¿Por qué te sonrojas si no?- bromeó Amelia.

En ese momento, sonó el teléfono de la familia Maroto y Zarina se acercó para contestar el teléfono,

-¿Sí? Ah, hola, Oscar, ¿qué pasa? Laura y Amelia están conmigo, vale, ¿qué te puede preocupar que estén aquí conmigo? De verdad eh, si yo no soy un hombre, no te preocupes, no les meteré mano…-

***

Zarina colgó el teléfono y exhaló, -¿Desde cuándo los mujeriegos como Oscar y Max también se han convertido en esclavos de sus esposas? Extrañan a sus esposas nada más separarse un rato. Chicas, vuestros hombres están en la entrada, ¿queréis que entren?-

Laura y Amelia se sorprendieron al mismo tiempo y miraron hacia fuera inconscientemente. Fuera de la ventana, la nieve creaba un paisaje borroso.

-¿Han dicho que están en la entrada?- Laura estaba un poco preocupada. Si ese era el caso, no sería muy seguro regresar cuando hubiera nevado por un tiempo, por lo que no pudo evitar sentirse un poco ansiosa.

Amelia frunció los labios, -¿Desde cuándo me convertí en una mujer preocupada por alguien?-

Había un rastro de resentimiento en su tono, tal vez era porque había estado sola y nadie se preocupó por ella durante demasiado tiempo, por lo que era inevitable que su resentimiento apareciera ahora,

-¡Me han quitado el buen humor que tenía!-

-Sois unas mujeres que no sabéis lo afortunadas que sois. Mira que me gustaría que alguien se preocupara por mí, pero imposible, aún no tengo pareja. Venga, venga, en un tiempo de nieve como hoy, ¡deberías volver a vuestras casas y abrazar a vuestros hombres para coger calor!- Teresa sacudió la cabeza con mucha envidia y celos.

-¡Tenemos que darnos prisa en buscarle un hombre a Teresa para que pueda coger calor abrazándolo!- sugirió Amelia.

-Pues que sea Milagros, ¡decidido!- le siguió el rollo Laura.

-¡Oye! ¡No os burléis de mí!- La cara de Teresa se sonrojó al instante.

-Venga, entrad, ¡que hace demasiado frío afuera!- Se oía la voz de Tomás que venía desde la entrada, y dos hombres que eran igual de esbeltos que él lo seguían por detrás.

-¿Quién te permitió entrar?- En cuanto Zarina vio a Tomás, puso cara de descontenta, pero cuando se giró para ver a Oscar y Max, enseguida puso una sonrisa, -Oscar, Max, estáis aquí, ¡bienvenidos!-

Zarina solo trataba a Tomás con indiferencia, como si no lo conociera en absoluto.

-¡Qué aguafiestas!- Amelia negó con la cabeza, -Dejadlo, me voy primero. ¡Ya nos reunimos otro día!-

-¡Yo también me voy!- Laura siguió a Amelia, ninguna de las dos saludó a Oscar o a Max, solo se limitaron a marcharse directamente.

-Son realmente fastidiosos. ¡Nada más nos hemos sentado un rato y ya han venido a molestarnos!- dijo Amelia enojada. Luego se acercó al oído de Laura y dijo, -Laura, ¿qué tal si nos escapamos juntas?-

Laura volvió la cabeza y vio que Oscar y Max ya venían hacia ellas, -Están aquí, ¿a dónde podemos escapar?-

-Te llamaré. Piénsalo primero. ¡Voy a volver a casa que hay una nevada muy fuerte, además, echo de menos a Andrés!- Amelia se frotó las manos por el frío.

-¡Está bien, me llamas!- Laura también sintió mucho frío.

Los dos hombres llegaron al mismo tiempo. Cada uno abrazaron a sus mujeres y sostuvieron sus manitas para ayudarlas a entrar en calor, -¡Cariño, vamos a casa!-

Dentro de la casa.

-Teresa, voy a arriba. El médico dijo que tengo que mantener una buena mentalidad. No quiero que nadie me afecte. Como hoy está nevando, me voy a la cama primero.-

Zarina deliberadamente ignoró a Tomás y caminó directamente hacia arriba.

-¡Ya que mi hermano está aquí, me voy, no quiero molestaros!- Teresa recogió su abrigo y se fue.

-¡No te vayas!- Zarina estaba un poco nerviosa, no quería estar a solas con Tomás, pero Teresa ya se había ido, -¡Qué tía!-

Murmuró. Zarina seguía sin mirar a Tomás para subir las escaleras. En el momento en que pasó por su lado, Tomás tomó la mano de Zarina, ¿qué pretendía hacer? ¿Planeaba no hablarle por el resto de su vida?

Desde que supo que ella estaba embarazada y después de que ella lloró en el hospital, nunca le dirigió la palabra en esos días. Ocasionalmente la veía mirándolo de vez en cuando con una mirada muy profunda y embobada. Tomás no podía creer que ella no lo amaba, porque con esa mirada, ¿cómo podía decir firmemente que no lo amaba?

Pero esa maldita mujer le estaba ignorando, haciéndolo sentir avergonzado cada vez que venía, -Zarina, ¡no te enojes más!-

Zarina se dio la vuelta lentamente, retiró la mano y miró a Tomás en silencio. Luego de repente se rio de manera extraña y se burló, -¿Por qué siempre vienes a mi casa? ¿Es porque Natalie vive por aquí cerca y puedes verla a menudo cuando vienes?-

-Zarina...- Tomás estaba un poco enojado -¡Sabes que no es así!-

-¿Y qué? ¡No me digas que me amas!- Sonrió débilmente, -Si no me amas, no me des ninguna esperanza. No necesito lástima ni simpatía.-

Dejó una frase a la ligera, pero había una amargura que invadía su interior. Siempre había sido una persona alegre. Incluso después de la muerte de su padre y Sandra, había dado una impresión de muy fuerte. Pero solo cuando se enfrentaba Tomás sola, no podía evitar sentir ganas de llorar fuertemente, -¡Si quieres ver a Natalie, deberías ir a la casa de la familia Hurtado en lugar de venir a mi casa!-

-¡Zarina, no la mencionemos más!- rugió Tomás enojado porque se estaba poniendo furioso. Extendió su mano y rápidamente tiró de su brazo con fuerza para llevarla a sus brazos, luego se inclinó y la besó en los labios brutamente, “Maldita mujer, ¿no se siente en paz sin hacerlo enojar por un día?”.

Sus labios eran muy suaves. Tomás ya no podía controlar las emociones alteradas, así que le metió la lengua en su boca para acariciar la suya con suavidad y saborear la dulzura que había en su boca.

El delgado dedo índice acarició la esbelta espalda de Zarina para apretarla más en sus brazos y abrazarla con más fuerza, parecía que quería pegarse a su cuerpo, porque solo de esa manera nunca se separarían.

-Ya lo has probado, ¿no deberías soltarme ya? Espero que no te he decepcionado.- Zarina reprimió la conmoción que había sentido mostrando una sonrisa indiferente. Sacó provocativamente su lengua y lamió la comisura de su boca. Con arrogancia levantó la cabeza bajo los ojos enojados de Tomás, -Si quieres dejarme acostar, dime un precio, ¡que tengo mucho dinero!-

-¡Zarina, no seas así!- Tomás miró con lástima su rostro aparentemente fuerte y la fragilidad que se rompería en cualquier momento bajo su arrogancia. Habló con lástima y volvió a acercar su cuerpo hacia sus brazos. Solo lo abrazó con fuerza para que sintiera su presencia y su amor por ella, -Estás hiriéndote a ti misma y a mí. No digas estas cosas hirientes. Sabes que he decidido olvidar el pasado, ¡dame una oportunidad!-

“¡Pero no me amas después de todo!”, Zarina suspiró profundamente en su interior. Empujándolo suavemente y sin dejar de fingir, porque tenía miedo de echarse a llorar si se relajaba, -¡Ya vale, me voy a subir a descansar! Si no me dices un precio lo dejamos, puedo encontrar a otra persona perfectamente. Hay muchos hombres en este mundo que quieren acostarse conmigo, no me haces falta. Vete, no me gustan los hombres creídos como tú, ¡y menos me gustan los hombres que no son firmes amando a una sola persona!-

-¡Zarina! No seas así. Hoy está nevando. Regresé temprano a propósito para acompañarte a ver el paisaje de la nieve. Vayamos a la habitación de cristal para ver la nieve. ¡No te alteres, ten cuidado con el bebé!- Tomás dijo conmovido, su mano presionó la cabeza de Zarina contra su pecho para que escuchara los latidos de su corazón, allí estaba latiendo por ella en ese momento.

***

Mordió el labio con sollozo hasta que el sabor de sangre fluyó entre sus dientes. Entonces el dolor que había en los ojos de Zarina se fue apagando lentamente y se convirtió en una tristeza mortal, -Para ti, ¿el bebé es más importante que yo? No te preocupes, daré a luz al bebé, no tienes que fingir ser amable, ¡y tampoco necesito que me ayudes a cuidar del bebé!-

Zarina se apartó lentamente de los brazos de Tomás, luego se enderezó y caminó hacia las escaleras. En el momento en que pasó por su lado, una lágrima cayó de sus ojos a la vez que la amargura empezó a extenderse en su interior, esa amargura no desapareció por mucho tiempo.

La misma amargura no solo lo sentía Zarina, Tomás también sentía una amargura por dentro.

-¡Zarina!- gritó Tomás con tristeza.

-¡Vete!- Zarina apretó los dientes.

Ella subió las escaleras. Mirando en silencio a la figura que se alejaba, Tomás estaba deprimido, pero recordando lo que acababa de decir estaba aún más deprimido.

Volviendo la cabeza hacia atrás vio la nieve de fuera, preocupado de que pudiera pasar frío por la noche, se armó de valor para subir las escaleras.

Después de que Zarina subió al piso de arriba, perdió todas las fuerzas y se sentó en el suelo. No sabía lo que le hacía sentir incómoda, solo se sentía muy agraviada. ¿Por qué el amor de los demás era algo mutuo, pero a ella le tocaba amar solitariamente?

Cuando Tomás abrió la puerta, su cabeza estaba enterrada en la colcha, y estaba sentada en el piso, luciendo muy lastimera, como un gatito abandonado sin hogar.

Al escuchar el sonido, ella volvió la cabeza y frunció el ceño, -¿Qué estás haciendo aquí?-

Tomás la miró con mirada profunda, entonces su tono de pena, rabia y dolor desapareció, y dijo, -Hablemos. Hace frío en el suelo, ¡levántate!-

Sin esperar la reacción de Zarina, se acercó apresuradamente para levantarla y ponerla en la cama, pero entonces se dio cuenta de que tenía las manos muy frías.

-¡Puedo hacerlo por mi cuenta!- No estaba discapacitada, así que no necesitada su ayuda.

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