Laura estaba ruborizada, avergonzada y silenciosa.
Él sonrió levemente y dijo, -¿Por qué sigues teniendo vergüenza?-
Después de que Laura hubiese descansado, se deslizó fuera de su cuerpo para ponerse su propia ropa. Cuando se levantó de su cintura, Oscar gimió.
-Volvemos...- gritó nerviosamente ella.
Pero él la volvió a agarrar y a abrazarla.
Acarició y amasó sus tiernas nalgas con una mano mientras que con la otra le dio un suave masaje en la espalda. No pudo evitar sentirse impresionado por ese cuerpo maravilloso y exquisitas curvas.
Laura no tenía ni un poco de fuerza. Su cabeza estaba totalmente en blanco. Pero lo abrazó sin dejar que se detuviesen sus caricias. Después de un largo abrazo, Oscar la volteó lentamente y la apretó con fuerza por detrás.
Levantó levemente una de sus delgadas piernas penetrándola suavemente desde atrás.
Los dos jadeaban al mismo tiempo. Cerró los ojos, disfrutando del placer de estar envuelto con fuerza por ella. Sus robustas nalgas seguían subiendo y bajando vigorosamente. Mientras tanto, Laura contenía sus deseos más primitivos.
Después de todo, no hubo disputas ni malentendidos en el pequeño invernadero, solo pasión y dulzura.
Sus mundos colisionaron una vez más con fuerza, floreciendo finalmente entre hermosos fuegos artificiales…
Temprano en la mañana, Laura se despertó con un beso caliente y húmedo, enterándose de que estaba ya en la cama. Repasó la noche anterior por su cabeza pero no podía recordar cómo había regresado a la habitación.
-¡Cariño, buenos días!- Oscar la miró con ojos ardientes.
-¿Qué hora es?- preguntó.
-¡Son las nueve de la mañana!- Su voz era ronca, -¡Dormiste muy plácidamente!-
-¿Dónde está Iker?-
-Él y papá no volvieron anoche. Iker durmió en la casa de tu papá. Nuestros padres estaban discutiendo sobre nuestra boda que se llevará a cabo en una semana!- dijo.
-¿Qué tal si no tenemos la boda?- preguntó Laura. De hecho, ella no quería una boda en absoluto. -No quiero mostrarme a otras personas con un vestido de novia. Estoy demasiado cansada. No hacemos una boda, ¿de acuerdo?-
-¿Cómo puede ser? ¿Las mujeres siempre sueñan con el vestido de novia, no?- preguntó sorprendido.
-¡Pero yo no quiero! Una boda es simplemente una formalidad que requiere de mucho de trabajo y dinero. Podemos reunirnos para una comida. ¿Vale?-
-¿Cómo puedes decir eso?- Oscar no estaba de acuerdo
Mientras hablaba, Amelia llamó y Oscar le entregó el móvil. –¡Toma! Es Amelia.-
Laura tomó el móvil. -¿Amelia?-
-Laura. ¡Qué va! Nuestros padres van a celebrar una boda para nosotros en una semana. Dicen que la celebremos juntos. Papá y el tío, o sea tu papá, son hermanos que no se han sentado juntos durante muchos años pero por algún motivo se juntaron esta mañana y dijeron que celebraríamos una boda juntos, ¿qué deberíamos hacer?- dijo Amelia apresuradamente.
-¿Celebrar una boda juntos?- Laura también se sorprendió y suspiró, -¡Estaremos muy cansadas para la boda!-
-Yo también lo creo. No quiero hacerlo.- Amelia estaba igualmente nerviosa.
-¡Yo tampoco!- Laura volvió a mirar cuidadosamente a Oscar. -Pero no parecen estar de acuerdo.-
-Entonces buscamos una manera hoy. Bueno, Laura, si no te escapas, ¡yo huiré!-
-¡Hablamos!- Laura colgó rápidamente.
Los padres de las tres familiares se habían preparado activamente para la boda, pero un día antes de que enviaran la invitación de la boda, Laura y Amelia desaparecieron con sus respectivos hijos.
Al mismo tiempo, desaparecieron Milagros y Teresa también. Laura y Amelia dejaron cada una su respectiva carta y dijeron que de seguir adelante con la boda, no volverían. Además, se llevaron a Teresa y Milagros ya que un grupo de seis personas podía quedarse afuera por un tiempo sano y salvo.
Los dos novios se quedaron anonadados, -¿a dónde se ha ido mi novia?-
***
Llegaron a Hokkaido en invierno.
El mundo estaba cubierto por un velo blanco.
Un grupo de seis personas vestidas con chaquetas gruesas de plumas se registraron en un hotel local.
-¡Wow! ¿Vamos esquiar ahora? ¡Qué nieve!- gritó Iker tan pronto como vio la blancura. -¡Tía Milagros, tía Teresa, nos lleváis a mí y a Andrés a esquiar!-
Teresa estaba avergonzada. No esperaba que Laura y Amelia realmente invitaran a Milagros a venir. Laura y Amelia hicieron deliberadamente que se emparejara con Milagros. Siempre había sido lista, pero en cuanto al amor, estaba un poco perdida.
Milagros era muy lento no parecía darse cuenta de las intenciones de Laura y Amelia. Estuvo muy silencioso en el camino, a veces hablando con los niños, a veces, estando aturdido. Nadie sabia qué estaba pensando.
-¿Por qué no pides que tu mamá te acompañe?- preguntó Teresa.
-¡Mamá va a dar a luz a un hermano menor! ¡Quizás ahora mamá ya lo este esperando!- dijo Iker a todos con una sonrisa. -Y tía Amelia, quizá también tenga un bebé. Las únicas personas que pueden esquiar aquí sois tú, tío Milagros, Andrés y yo. ¡Dejamos que ellas se queden en el hotel!-
-¡Ah! ¡Dios mío!- exclamó Amelia, y subconscientemente miró a Laura, -Laura, ¿por qué Iker sabe tanto?-
Laura también estaba sorprendida, no esperaba que Iker dijera esto, lo cual hizo que pensara, -¿estaré embarazada? Recientemente, Oscar y yo hemos hecho tanto amor, ¿tal vez estemos esperando un bebé ya?-
-¡Me voy a esquiar!- Amelia y Max habían compartido cama pocos días, así que, ella sabía que no estaba embarazada.
Andrés también se quitó la mascarilla en este momento y tocó la chaqueta de Amelia y preguntó, -Mamá, ¿suele nevar en Japón? ¡Hace frío! ¡Hay nieve por todas partes!
-¿No quieres esquiar?- Amelia se quedó preocupada.
Los dos hombres estaban enfadaos hasta que aparecieron las mujeres. Sus iras se calmaron de inmediato.
Hubo un golpe en la puerta, y tanto Amelia como Laura se sorprendieron. -¿Han vuelto de esquiar?-
-Imposible, ya que le dije a Iker que debemos crear más oportunidades para Teresa y Milagros, ¡seguramente el muchacho encontrará una manera! ¡Es imposible que hayan vuelto!-
-¿Podría ser que estén aquí, nuestros hombres?- Amelia sintió que los latidos de su corazón eran demasiado fuertes.
-¡Dios mío!- Laura también estaba un poco nerviosa, -deberían estar muy enfadados, ¿qué debemos hacer?-
-¡Vamos a ver!- las dos se acercaron a la puerta al mismo tiempo.
-¡Uno, dos, tres!- La puerta se abrió.
Por supuesto eran los dos hombres al otro lado de la puerta, quienes vestían trajes elegantes..
-Vinisteis...- murmuró Laura mostrando culpabilidad.
Oscar estaba inexpresivo, y giró la cabeza hacia Max y dijo, -¡Cada uno trata con la suya!-
-¡Claro!- Max agarró a Amelia, -Atrévete a escapar de la boda, ¡estoy demasiado furioso!¡Mira cómo voy a lidiar contigo!-
-¡Max, suéltame, suéltame!- gritó Amelia.
Pero Max ya la había puesto sobre sus hombros y caminó hacia otra habitación que acababa de registrar.
Oscar cruzó los brazos alrededor de su pecho fuera de la puerta, tranquilamente, para escuchar las explicaciones de Laura.
-Entonces, tú, ¿no tienes frío, estando fuera?- Laura se puso un poco nerviosa cuando lo vio. Sus ojos la asustaban.
-¿Y los hijos?- preguntó finalmente Oscar después de mucho tiempo.
-¡Se fueron a esquiar.- explicó Laura. -Volverán muy tarde.-
-¿En serio?- la voz de Oscar era un poco ronca, y luego de repente extendió su mano y la sacó, -¡Vamos a mi habitación!-
-¡Ah!- Laura estaba aturdida, -Oscar, yo…-
-¡Te atreves a escapar de la boda! ¡qué preocupado he estado!- a Oscar no le importó, y el también puso a Laura sobre sus hombros, y se fue a otra habitación que acababa de registrar.
-¡No!- la arrojó a la cama grande y blanda, y ella inmediatamente rebotó dejándola en estado de shock.
Oscar estaba en uno lado de la cama y dijo con voz profunda, -dime, ¿cómo te castigo?-
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