El hombre con la máscara de zorro romance Capítulo 33

Max rio a carcajadas, de repente, encontró algo y dejó de reír. Porque encontró que en el rostro bonito de Oscar había una marca de la mano, no era muy clara, si no se fijaba en ella, no se la veía. -¿Qué le pasa a tu cara?-

-Pues…- Oscar cogió la taza de café mirando ese licor marrón, y empezó a soltar palabras, -¡El café sabe mal!-

-¡No me vienes con esto! ¡Estás distrayéndome otra vez! Por el amor de dios, ¿quién se atreve a pegarte la cara? ¿No será Laura?-

Oscar tomó un sorbo de café y preguntó, -¿Qué te parece?-

-Os dejo un rato, ahora vuelvo.- Al ver a Tomás, Natalie se levantó y se dirigió a él.

-¡Vete!- Ellos dos agitaron la mano al mismo tiempo.

Ante esa cara, Max se puso serio, -No me jodas, Oscar, ¿de verdad tienes algo que ver con Laura? ¿Entonces expulsaste a Josefina por ella? Y la pusiste en el Departamento de Fianzas para que no lo sepa, menudo detallista, ¿nuestro jefe vuelve a ser atento y tierno a las mujeres como antes? ¡Seguro que sí!-

Oscar enarcó las cejas, -¿Y qué?-

-Pues, ¡vale!- Max hizo un gesto. -¿Solo me interesa por qué te gusta ella?-

-¿Quién ha dicho que me gusta?-

-¿No?- Ahora no entendía muy bien a Oscar. -Oscar, ¿llevamos doce años conociéndonos de verdad?-

-Sí.-

-¡Ya no te entiendo!- Max suspiró, -Se te ve muy raro últimamente, pero Oscar, la chica como Laura es muy pura, si solo la tomas como una juguete, ¡te aconsejo que la deje!-

-¿Estás preocupado de ella?- Su tono parecía un poco peligroso, fijó en los ojos de Max y se puso un tanto molestoso.

-¿Preocupado? ¡Me preocupo de todas las chicas de la empresa!- dijo Max sonriendo, brillaron los ojos atractivos. -Oscar, no me has dicho la verdad, ¿es un juego o no?-

Pero él no dijo nada.

-¿En serio? ¿La has conquistado? ¡Te veía ella como si viera a un demonio! ¿De verdad la marca te la dejó ella?- Max se dio cuenta de todo.

Para un gran jefe como Oscar, las mujeres eran como pan comido, ¿y él fue abofeteado por una mujer?

-¿He dicho que fue ella?-

-¿Pues reconoces que fuiste pegado por la mujer?- Max lo miró con las cejas enarcadas.

Oscar dejó la taza y se echó hacia atrás, -¡Siempre hay la primera vez en la vida!-

-¿Qué quieres decir?- Max lo miró sospechosamente porque tuvo mucho interés, -¿Quieres decir que realmente fue ella que te pegó la cara?-

Oscar no dijo más, se le pusieron profundos los ojos.

-No te soporto ya, ¡menudo farol!- Se quedó pensativo. -¡No esperaba que la chiquita esa se atrevía a provocarte! Qué sorpresa, mañana voy a preguntarle si le trajo sentido de logro abofetearte.-

Oscar se puso serio de pronto y dijo tranquilamente, -Mejor que no te entremetas.-

-¿Qué? ¿Tienes miedo de perder la cara?- Max dijo con tono de burla, -Tranquilo, ¡no voy a ser tan directo! ¡No vas a perder la cara! No me mires así, es que solo me interesa. ¡Incluso voy a contarle a chiquita esa que tenga cuidado de ti!-

-Cállate, ¡si no morirás indecente!- advirtió Oscar.

-Interesante, ¿estás enfadado?- Max lo miró atentamente con la mirada significativa e increíble.

-Parece que te gusta chismear últimamente.- Oscar se cruzó los brazos, de repente se le ocurrió una empresa filial de ultramar, ¡a lo mejor debería asignarlo ahí!

La mirada de Oscar se puso cada vez más profunda, miraba a la cara de Max pensando en su trama y empezó a reír malignamente, -O debo llamar a esa bella iceberg, es posible que…-

-¡Mi culpa!- Max se sintió asustado. -Oscar, era mi culpa, conquista a quien quieras, ¡no me opongo!-

Oscar llevaba una sonrisa plácida, -Vale, ¿por qué aún no ha llegado Natalie?-

-¿Va a volver tan pronto cuando se encuentra con Tomás?- Max miró hacia la escalera, nadie subió.

-Ahora es la última vez que te pregunto.- Max volvió a ser inquieto.

-¿Qué?- A Oscar le molestaba cada vez más su chisme.

Max preguntó con audaz, -¿Qué actitud tienes hacia Laura? ¿De verdad es tan simple? ¿No tienes otras intenciones?-

A su parecer, para Oscar, Laura era realmente especial. Hoy Oscar llevó a ella al hospital y expulsó a Josefina.

¡Qué raro!

-¿Si ahora llamo a la bella iceberg?- Oscar hizo un gesto fingiendo que iba a hacer una llamada.

-¡Mi culpa! ¡Jamás te lo pregunto!- Max levantó dos brazos y se rindió.

-Iker, ¡es hora de acostarte!- Laura salió con la pijama después de la ducha y vio que Iker estaba haciendo algo atentamente delante del ordenador. -¿Iker?-

-Mamá, hoy me encuentro a un señor, tengo que enviarle una cosita, ¡Duérmete!- dijo Iker sin volver la cabeza.

-¿Señor? ¿Qué señor?-

Laura subió a la segunda planta, en este momento apareció un par de zapatos pulidos, ella levantó la cabeza de repente, -¿Je..jefe?-

¿Por qué él estaba ahí?

Oscar estaba tranquilo, no mostró ninguna emoción.

Él esbozó una sonrisa plácida, su fino contorno facial mostró la seriedad, dijo tranquilamente, -¿Vas a la sesenta y seis a pie?-

Laura se puso colorada, -No, pensaba tomar el ascensor en la sexta.-

-¿No duermes bien anoche?- preguntó él viendo las ojeras suyas.

Ella bajó la cabeza y se sintió un poco embarazada, nadie no iba a ser vergonzosa después de ser besada más de una vez incluso se había declarado que era la mujer de él. Ella sonrío rígidamente, -Jefe, ¡Subo ahora!-

Luego siguió su marcha.

Se le temblaron los labios a Oscar, -¿Mujer, no me debes una explicación sobre lo de anoche?-

Laura se le acercó y se sintió un poco nerviosa, tragó la saliva fingiendo que estaba tranquila y quiso pasar por él, justo cuando los dos se cruzaron, él tendió la mano y la abrazó.

-¡Qué! ¿Qué haces?-

Y él caminó abrazándola hacia el ascensor privado.

Laura miró instintivamente el pasillo de la segunda planta, menos mal no había nadie, y ella fue arrastrada en el ascensor. -Jefe, ¡suéltame! ¡Si no voy a gritar!-

-¡Grita, grita! Oscar no la soltó en el ascensor. -Aquí hay cámara de seguridad, si no quieres que me vean besarte, ¡cálmate ya!-

Laura se quedó aturdida por sus palabras.

Oscar la soltó y se puso delante de ella, en este enorme espacio, la estaba mirando y su mirada pasó de ser profundo a ser clara como si fuera un lago que no llevaba ningunas impurezas.

La estaba mirando tranquila y mudamente.

Al final, no dijo nada.

-Jefe, ¿qué me quieres hacer? ¡Dímelo directamente!- Ella estaba tan asustada porque le hizo sentir rara como si ella misma fuera una tontita.

-¡Laura!- Era su barítono, -¡Ayer te escapaste! ¿Lo habrás olvidado? ¿No quieres abandonar a tu novio de verdad?-

Se quedó aturdida, no se le daba muy bien mentir, por eso cada vez mintió se puso colorada. Pero ahora a ella no le importaba nada, -Sí, no lo puedo dejar, ¡nos queremos mucho!-

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