Bajó la cabeza con el rostro teniendo miedo de que Oscar enojara.
Oscar mostró una sonrisa de burla,
-Ya has olvidado el dolor en la vida y empezar una nueva vida. De esta manera, ¡valora la felicidad de ahora!-
¿Qué?
Laura levantó la cara sin entender lo que dijo, lo miró con los ojos claros y dudosos.
Sin embargo, Oscar volvió la cabeza, se le fue la luz en sus ojos.
El ascensor subió rápido, pero nadie habló ni una palabras.
Por fin, Laura rompió el silencio, -Jefe, gracias por tu preocupación, ¡Valoraré mi felicidad!-
Aunque ella no sabía cuales son su intención y objetivo, le respondió así.
-Tienes buena habilidad, ¡espero que pueda ser una secretaria cualificada en el futuro! ¡Una empleada más competente de El Grupo Rasgado!- dijo cuando el ascensor llegó a la planta más alta.
Luego, Oscar salió a zancadas cuando Laura estaba atónita.
Laura se quedó atónita mirando la espalda suya, se veía un poco solitaria. Este hombre, ¡era como un misterio!
Laura estaba un poco molesta pero no sabía por qué, se volvió cada vez más deprimida.
"Lo que dijo significaba que no iba a molestarla? Así que está bien" Laura pensaba.
Cuando Laura dio el café a Oscar, él ni levantó la cabeza solo dijo dos palabras, -¡Fuera!-
Hasta el mediodía, Oscar no salió de su oficina.
Laura no estaba de mal humor toda la mañana. Tuvo los párpados hinchados, lo que era el resultado de desvelarse.
Llegó la hora del almuerzo, Laura miró el asiento de Josefina, ¡era vacío!
Y miró su mano, todavía había ampollas y no se le mejoraron después de untar la crema.
-Laura, ¿vamos a comer? -Se le acercó Iris.
-¡Ha llegado la hora!-
La mirada de los colegas, que estaba llena de sentido complicado, era como si estuvieran viendo a un monstruo, cuando aparecieron ella y Iris, todo el comedor ruidoso de repente estaba en silencio. Después de un rato de silencio volvió a ser bullicioso.
-Secretaria Laura, eres tan competente, logras la admiración del jefe y gerente Max al mismo tiemp- dijo celosamente la asistente del Departamento de Finanzas.
Obviamente, era un sarcasmo.
-Por supuesto, ¡Secretaria Laura tiene mucha capacidad en la cama!- burló otra colega..
-Laura, no les hagas caso, ¡nos vamos a sentar ahí! Iris la llevó hacia un rincón.
-Dicen que era por ella, el jefe Oscar casi se peleó con el gerente Max…- A su alrededor se llenó de chismes de los colegas, pero Laura siguió comiendo tranquilamente.
-Laura, no les hagas caso, ¡que son pesados!- Iris la estaba viendo preocupada.
-¡Estoy bien!- Laura sacudió la cabeza y echó un vistazo la ampolla en la mano, recordaba todo lo que pasó ayer, primero Max se la llevó del comedor y luego Oscar la llevó al hospital, además, Josefina se expulsó de la empresa. Todo lo que había sucedido ayer era rídiculo, era normal que ellos chismearan.
-Laura, ¿de verdad no tienes algo que ver con el jefe?- Iris empezó a dudar, ella sacudió la cabeza frunciendo el ceño.
-¡Pero es raro!-
-¿Por qué?- preguntó Laura indiferentemente.
-Parece que el jefe se preocupa mucho de ti, te llevó al hospital en persona, solo era una quemadura, sería lo mismo que te trajeran la crema. Aunque sufrieras la lesión en la empresa, de hecho, no es más que un accidente de trabajo, obviamente, la reacción del jefe es exagerada!-
Laura se sentía impotente, -Se te da bien analizar, Iris, pero de verdad no le entiendo, si tú sabes qué quiere hacer él, cuéntamelo por favor, ¿vale?-
-¿De verdad no tienes nada que ver con él?
-¿Qué esperas?-
-Claro que sí espero que tengas algo con él, entramos juntos en la empresa, incluso somos secretarias del jefe, si tienes algo que ver con él, yo también puedo aprovechar de esto. Si hay alguna información privilegiada, ¡me resultaría fácil subir el salario!- dijo Iris.
Laura se puso los ojos en blanco, ella había sufrido mucho en la vida: perder a su papá y a su hermano menor, e incluso a su propio hijo, ya no tuvo la dignidad de vivir como una gente normal.
Ella no quería deber a ninguno en el amor, más le valía vivir juntando los pedazos de la dignidad rota. ¡Aunque todo esto parecía ridículo!
Su vida era un chisme. Ahora todo esto le había resultado indiferente. Por eso, frente a lo que dijo Iris, ella solo lo tomó a risa.
De inmediato, el comedor se puso ruidoso
-¡El jefe y el gerente Max vienen!-
-¡Huy! Laura, ¡viene el jefe!- El entusiasmo de Iris le quedó sin palabras a ella.
Entonces, ella levantó la cabeza, echó un vistazo hacia la puerta, vio que Oscar vino con despacio, su mirada se cruzó con la suya pero la esquivó muy rápido.
-¡Guapa! ¿Puedo sentarme aquí? preguntó Max sonriendo.
Laura estaba cabizbaja y no dijo nada.
-Por supuesto, jefe, gerente Max, ¡sentaos!- gritó Iris alegremente.
Laura comió un poco bajando la cabeza, solo esperaba que ella fuera algo invisible.
La mirada de Oscar cayó en su cara y esbozó una sonrisa misteriosa.
Cuando algunos directores de diferentes departamentos vieron que Oscar, Max y Laura se juntaron en la mesa, se quedaron sorprendidos, parecía que el rumor era verdadero.
¡El jefe y el gerente Max la trataron especial!
Ella rechifló apoyándose en la puerta, viendo que un niño hablaba como si fuera un adulto, le conmovió mucho.
Aunque Iker podía quedarse en casa solo desde los cuatro años y le dio tranquilidad, ella sintió que le debió algo. -¡Mamá no quiero salir!-
-¡Vete! ¡Sal con tus amigos! ¡Te veo cansada!- Iker se levantó y cogió su bolso.
-Mamá, no es necesario acompañarme después del trabajo, ¡puedo cuidarme!-
Luego, Laura fue echada de la casa.
En la mansión de la familia Rasgado.
-Señorito, ¡señorito no quiere comer!- El criado informó a Oscar sobre la situación de Andrés.
-¿Por qué?- Oscar frunció las cejas.
-Después de volver de la guardería estaba así, mudo y parece haber llorado, le he preguntado, pero no me dijo nada, ¡no sé lo que pasó!-
-¡Voy a verlo! Oscar caminó hacia la escalera rápidamente.
Él abrió la puerta.
-¿Andrés?- gritó Oscar.
Antes el niño solía echarse en sus brazos cuando lo veía, pero esta vez ni volvió la cabeza.
Se sentaba en la mesa, estaba temblando, ¡parecía que estaba sollozando!
-¿Andrés?- Oscar se le acercó.
Andrés metió su cara en los brazos, lloró muy triste, pero clamó cariñosamente, -¡Papá!-
Oscar se acuclilló y levantó su cara, -¿Qué te pasó?-
Lo que apareció era una carita que llevaba huellas de lágrimas, Oscar suspiró. Este niño siempre había sido introvertido y se comportaba bien, ¡le habría pasado algo infeliz!
-¿Qué te pasó? ¡Dímelo!-
-¡Papá!- gritó temerosamente, pero puso freno a la lengua.
Oscar lo estaba viendo, cuando estaba a punto de hablar, se le cayeron las lágrimas de nuevo.
-¿Dime?-
Andrés estaba cabizbajo, volvió a ponerse mudo.
-Andrés, dime lo que ha pasado, ¡no seas tan miedoso ante la dificultad! ¡Eres hijo mío! ¡Tiene que ser valiente! Dime, ¿qué ha pasado?-
-¡Papá!- gritó otra vez. -¡He cometido un error!-
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