El hombre con la máscara de zorro romance Capítulo 55

-Quiero ver a mi hijo, ¿de acuerdo? Aunque sea de lejos, ¡sólo para mirarlo!-. Le prometió, ella sólo quería saber si el bebé estaba bien, quería ver en qué se había convertido su bebé, si era lindo, si era feliz.

-¡Aunque no quieras este dinero, no estoy obligado a pedirte que lo veas!- La sonrisa detrás de la máscara del señor Zorro pareció profundizarse un poco, y cuando vio la libreta, se enfadó un poco, y sus dedos que sostenían el cigarrillo se congelaron con su ira.

¿Por qué ella no lo había usado un solo punto? ¡Esta mujer era realmente tan estúpida!

-¡Señor, por favor, sea considerado con el corazón de una mujer que es madre!- Los ojos de Laura estaban rojos

-¡Bueno! No es imposible si quieres verle, a menos que ...- el hombre hizo una pausa deliberada, con sus profundos ojos recorriendo su rostro-.

-¿A menos que qué?- Las pequeñas manos de Laura agarraron con fuerza su bolso, preguntándose qué condiciones él iba a nombrar.

-¿Estás nerviosa?- El Señor Zorro sacudió la ceniza de su cigarrillo, y sus ojos volvieron a mirar la carita aprensiva de la chica. -¿Es todo el precio que estás dispuesta a pagar?-

Ella se sintió nerviosa.

-No importa, vete, sé que no lo harás, pero estoy siendo misericordioso y puedo decirte que el niño está bien, tiene cuidados especiales y está creciendo maravillosamente, eso es todo, ¡vete!-. El Señor Zorro, con los ojos fijos en su rostro, dijo palabra por palabra, -ya sabes de él ...-

-Señor, por favor, ¿qué hace falta para dejarme ver al niño?- Su voz era baja, pero clara, el corazón de Laura se apretó de repente, no se conformaba con esto, ¡no! Quería ver a su hijo, ah.

-¿Cualquier costes que estás dispuesta a pagar?- Volvió a preguntar.

Apretando los dientes, Laura se cruzó de brazos y asintió con la cabeza. -¡Bueno, cualquier cuesta!-

-¿Qué tal si te quedas conmigo esta noche?- Él preguntó, con una pizca de inexplicable ronquera en su voz.

Un fuerte trueno estalló en la cabeza de Laura. -Señor, ¿algo más? Excepto esto-.

Cinco años atrás había perdido su virginidad para salvar su hermano menor, y cinco años después, ¿iba a comprometerse de nuevo con ese hombre por su hijo? Incluso ella no había visto la cara del hombre.

-¡Entonces olvídalo, vete!- Su voz era muy suave, como si estuviera seguro de que ella se comprometería, y ella comprendió que ese hombre tenía las riendas del control.

Laura se mordió el labio, su corazón se debatía mucho, -¿Puedo ver al bebé primero? ¿Puedo echar un vistazo primero?-

-¡No!- El señor Zorro miró a la mujercita que tenía delante, y en ese momento ella tenía un aspecto tan lamentable que le dio pena.

Los ojos estrechos y bonitos del señor Zorro aparecieron por un momento en éxtasis, y luego dio otra fuerte calada a su cigarrillo, tratando de ahuyentar su mente confusa.

Todo el cuerpo de Laura se estremeció por la conmoción y, a mitad de camino, levantó los ojos con impotencia. -¿Es cierto que puedo ver a mi hijo si lo acepto?-

-¡Sí!- La voz del hombre era baja y ronca. -¿No querías verle?-

-¿Podré verlo después de esta noche?- Laura necesitaba estar segura.

-Eso depende de cómo te comportes, exactamente, ¡es incierto!- Los ojos del señor Zorro se llenaron de una sonrisa. -¿Qué tal un plazo de tres meses, qué tal ser mi amante durante tres meses?-

-Tú ...- Ella estaba consternada.

-Es justo, puedes rechazarme, ¡nadie te obliga! Es que nunca quieres ver al niño, ¡si puedes vivir con eso!-

Al escuchar sus palabras, ella se sintió instantáneamente asfixiada y su mente se quedó en blanco. -¡Estás haciendo una amenaza!-

-Señorita, esto debe ser considerado como un trato, no se puede llamar una amenaza. Soy un hombre de negocios, y ¿cómo puede un hombre de negocios hacer un trato que pierda dinero? ¿Verdad?- El señor Zorro se acercó, con sus profundos ojos mirando la cara de Laura.

-...- Ella se quedó sin palabras, y quería arrancarle la máscara.

-¡Señorita, si no va a hacer este trato, por favor salga ahora!- El tono del Señor Zorro ya era impaciente. -¡Tengo asuntos que atender y no tengo tiempo para perder!-

La humillación brotó en el corazón de Laura y apartó la mirada del rostro del hombre, sin dejar caer las lágrimas. -¡No, no voy a aceptar! Pero quiero ver a mi hijo-.

-¡Te molestaré todos los días si no me dejas ver al bebé!-Ella gritó con obstinación.

-¿Qué sentido tiene molestarme?- Él se rio ligeramente. -No hay nadie más en esta casa... un hombre y una mujer en la misma habitación... ¿no tienes miedo de lo que te haré?-

-¡Tú!- Laura frunció el ceño y su rostro se enrojeció ante sus palabras, mirándolo con odio. ¡Esta máscara era tan odiosa como este hombre!

-¿Me odias?- El hombre levantó una ceja.

-¡Sí! ¡Te odio! Te odio-. ¡ Ella gritó por lo bajo!

-¡Muy bien!- Él se rio.

Laura bajó la cabeza y sintió dos miradas ardientes.

-¡Ven aquí!- El hombre ordenó, palmeando el sofá a su lado.

El corazón de Laura se agitó y negó con la cabeza.

-¡Entonces quédate, yo me iré!- Señor Zorro se puso en pie, -Tienes un día para pensarlo, mañana por la noche, si no puedes hacer lo que se necesita, ¡entonces ya no puedo prometer que volveré a verte!- Con eso, se levantó y se marchó.

El corazón de Laura se estremeció mientras gritaba con entusiasmo, -¡Señor, no se vaya! Quiero ver a mi hijo-.

Pero el hombre había abierto la puerta, y salió tranquilamente, sin ningún tipo de demora.

La villa estaba en silencio, y cuando Laura salió, el coche Bentley ya se había alejado.

El corazón de Laura se sintió como si hubiera sido ahuecado y luego cubierto por una capa de escarcha.

Ella lloró.

Una ráfaga de tristeza se apoderó del corazón de Laura, finalmente no pudo controlarse mientras lloraba, ¿por qué le resultaba tan difícil ver a su hijo? ¿Por qué él tenía que humillarla tanto?

Laura no pudo dormir, pasó la tarde sentada en casa, seguía llamando con la masetro para no recoger a Iker. Esta noche, esta noche iba a ver al Señor Zorro, lo sabía, ¡le tocaba!

Sabiendo que ella no podía esconderse de ello, sabiendo que esta noche estaba a punto de perderse una vez más. Su corazón se sentía como si hubiera caído en una cueva de hielo del Ártico, así de frío.

A las 9,00 PM.

Laura apareció en la puerta de la villa a esa hora que igual de ayer, y la puerta se abrió, la misma máscara de zorro apareció, sólo que con un traje diferente.

Laura le siguió.

El señor Zorro permaneció sentado en el sofá fumando, con la gracia de un príncipe.

Después de un largo silencio, finalmente ella habló con calma, -Lo prometo, tienes que prometerme que me dejarás ver a mi hijo-.

-Tres meses de plazo, ¡y puedes que lo veas pronto si lo haces bien! Depende de ti-. Su voz masculina y grave sonaba en voz baja, sólo que sus palabras, como pinchazos, le atravesaban el corazón sin medida.

Laura se mordió el labio y asintió.

-Y una cosa más, durante este tiempo, no debes acercarte a ningún hombre, me gustan las mujeres limpias, ¿entiendes?-

Todavía ella se mordía el labio y no abría la boca, nunca había tenido un hombre, sólo a excepción de Oscar que la besó y luego este señor Zorro.

-¡Contesta!-

-¡Lo sé!- Ella habló, con la voz ronca por los sollozos.

El hombre oyó su voz y fijó su mirada bruscamente en la cabeza inclinada de ella, -¡Ven aquí!-.

Ella dio un paso adelante, muy, muy lentamente.

En lugar de eso, la jaló el señor Zorro y Laura gritó sorprendida, cayendo ya en sus brazos, mirándolo mientras él miraba hacia abajo. Los ojos de hombre se fijaron en el rostro de ella a través de su máscara, de repente sus ojos se apretaron.

Vio los ojos rojos de la chica e inyectados en sangre, el líquido cristalino que caía de las comisuras, las furiosas oleadas de lágrimas que brotaban ...

-¿Por qué lloras?- Él parecía un poco molesto.

El rostro de ella se deslizó impotente contra el pecho de él, y una oleada de indecible dolor y agravio, así como una sensación de humillación, la golpearon, haciendo que Laura reprimiera un doloroso grito.

-¡Te odio, te odio!- Ella gritó, girando la cabeza una vez y mordiendo con fuerza el hombro del señor Zorro.

Sus entrañas estaban llenas de dolor y vergüenza.

Ella mordió con fuerza, mientras él la tomaba sin palabras, sin decir nada, sólo llevándola al segundo piso. Ella se sintió así de nuevo, tan impotente y desesperada, aquella noche de hace cinco años.

Finalmente ella probó la sangre y soltó un sollozo, dejando una marca de dientes sangrantes en la camisa del hombre.

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