-¡La comida está lista!- apagó la campana extractor, Laura salió afuera con platos sin oír nada de lo que estaba conversando. -Max, Iker, lávanse las manos y vengan a comer.-
-Ahora mismo- Iker le contestó enseguida, -Voy a coger palillos. Tío Max, ¡lávese las manos!-
Al levantarse, le vio a Laura quitando el delantal. Sobre la mesa había varios platos caseros: cordero salteado con cebolletas, pollo kung pao, pescado agridulce, pastel de calabaza, sopa espesa de maíz... El color de los platos era tan rico y dulce que los ojos de Max se hizo brillantes. ¿Cuánto tiempo sin volver a casa? La comida de Luara le recordaba su madre y tenía un sabor nostálgico de la casa.
-Siéntese, Max. - dijo Laura.
-¡Venga, tío!- Iker movió una silla para que Max se sentara.
-¡Qué virtuosa eres, Laura!- elogió mucho Max.
-¡Claro! Mi mamá es la mejor madre del mundo.- Iker le alabó a Laura.
-¡Cenamos ya!- le tocó la nariz a su hijo diciendo.
Eran tan sabrosos que Max comió más que lo de costumbre. Cuando todos estaba llenos, Max dijo, -Laura, Tengo una cosa para contarles. -
-¿De qué se trata?- preguntó.
-Es que tienes que llevar a Iker consigo cuando asista a la reunión para el desarrollo de software de videos juegos el martes porque algún programador profesional quería discutir sobre los detalles con Iker.- Max transmitió lo que quería decir Oscar Rasgado y continuó, -Yo me encargo del proyecto, por eso le necesito a Iker para que me ayude a hacer la promoción cuando se lance el proyecto.-
-¿El martes?- pensando un poco dijo, -¡Sin problema! Lo llevaré conmigo.-
Ya que era una operación comercial, creía que sería mejor presentarse. Laura le pidió el permiso de ausencia para el martes a Oscar.
-Tío, ¿es que puedo encontrarme con tío Oscar?- Iker estaba muy entusiasmado al oír lo que había decir su madre.
-Bueno, depende.- En ese momento no quiso que Oscar se enterara de que Iker era hijo de Laura, pero, por otro lado, lo quiso porque esperaba mucho ver su expresión sorprendida cuando Oscar supiera que su secretaria Laura tenía un hijo de cinco años.
Max estaba vacilante frunciendo el ceño.
-Pues, ¿va a trabajar?- Iker lanzó otra pregunta.
El lunes
-Laura, ¡espéreme!- Se encontró con Iris al entrar en la compañía. -Lo que se comportó el viernes pasado era genial. Muchos periodistas preguntaron sobre ti para averiguar a qué empresa de modelos pertenecía.- dijo Iris.
-En tal situación no me quedó otro remedio.- Laura sonrió vagamente.
Charlando iban juntas al ascensor.
Se podía oír murmurios al otro lado y en el salón, de repente, los empleados que iban y venía se levantó rectamente saludando con una voz unánime al hombre que estaba entrando, -¡Buenos días, señor Oscar!-
Oscar les saludó inclinado ligeramente la cabeza y pasó una mirada por el salón sin ninguna emoción. Pero los ojos se brillaron cuando le vio a Laura.
-¡Dios mío, qué guapo es el señor Oscar!- Iris suspiró.
Laura se volvió y entró en el ascensor pensando, “Sí, es muy guapo, pero, ¡es muy dominante y sin sensata!”
Oscar avanzó directamente al ascensor, también. Pero se notaba una sonrisa suave en los labios.
-¡Parece que señor Oscar tiene muy buen humor!- comentó la recepcionista después de que el dicho había entrado en el ascensor.
-Me roba el corazón cuando señor Oscar sonríe. ¡Es tan dulce!-
-...-
Al mediodía, ya era la hora de descansar. Laura y Iris sentaban a la misma mesa en el restaurante de empleados almorzando lentamente.
Otros empleados murmuraban cada vez que vieran a Laura. Ya estaba acostumbrada a tales chismes. Sabía que no tenía ninguna relación amorosa con Oscar Rasgado, por eso no le importaba nada el rumor de los demás.
Hacía muy buen tiempo y el sol brillaba la cara de Laura y Iris. -Oye, dicen que señor Oscar ha abandonado a Brenda Ferrant y no se sabe el porqué por esta vez.-
-¡Ay!- con un poco de sorpresa Laura preguntó, -¿Por qué te has enterado de todo?-
-Nuestro círculo de vida es tan estrecho que los rumores se han propagado por todas partes. Además, parece que señor Oscar no ha perseguido a otras bellas últimamente. -
-Vale- contestó y nada más. Parecía que no tenía nada de ver consigo, por eso no tenía mucho interés.
-Le solo gustan las vírgenes. No se sabe cuál mujer es su próxima ‘caza’. Además, Laura, creo que la mirada no es normal cuando señor Oscar te mira.- dijo Iris echándole un vistazo. -¡Qué raro es! Pero te veo muy tranquila. Laura, dígame la verdad. ¿señor Oscar te ha expresado algún cariño? -
Iris andaban con más chismes, pero Laura ya estaba en la luna. Bajaba la cabeza comiendo y escuchando tranquilamente, a veces levantó la cabeza y le echó un vistazo a Iris.
Sin importar lo que preguntara Iris, le respondió con una sonrisa simple.
-Laura, ¿todavía guarda su virgen?- le lanzó tal pregunta de repente.
¡Qué abrupta fue la pregunta! Laura sentía un dolor agudo desde el fondo. Era tan fuerte y terrible que iría a vomitar la sangre si le abiera la boca.
Se sentía muy fría como si la pregunta le hubiera echado en un sótano de hielo. La memoria que le había costado tanto para olvidar revivía por la pregunta de Iris.
En ese momento, entró Max y se sentó a su lado. Y Laura se levantó y dijo, -Disculpen, he terminado. ¡Que aprovechen!-
Ambos estaban sorprendidos. Max le encogió los hombros y preguntó, -¿Por qué se le veía tan mal la cara?-
-No lo sé. Señor Max, parece que se preocupa mucho por Laura.- seguía sus chismes.
-Le presto mucha atención, también. Niña, su cara no parece muy bien, debería comer más- dijo sonriendo Max.
-Señor Oscar, yo quería pedir un día de ausencia para mañana.- Laura vino a la oficina de este antes de que terminara la jornada.
Laura saludó con sonrisa, -¡Buenos días! ¡Iker, venga a saludar a la señorita!-
Iker se quedó encantadoramente y le saludó, -¡Buenos días, señorita! Está muy guapa.-
-¡Ay, qué simpático eres!- la recepcionista se puso narcisista por el elogio del niño.
-¡Adiós, señorita!- Laura lo llevó al ascensor para ir al recibidor del piso 56, donde se discutirían los detalles según Max.
Entre la muchedumbre que iban y venían, Laura y su hijo les mucha atención a sus colegas, pero Iker no tenía ni un poquito de nerviosidad. Miraba a la zona de oficina tranquilamente, ‘¿Es donde mamá trabaja? Abra una compañía así en futuro para que mamá trabajara menos. ’ Iker prometió secretamente.
Oscar le asignó bien las tareas a Leila y se fue para el piso 56.
Es que el genio pequeño venía hoy y justamente estaba libre, por eso bajó aquí para ver cómo era.
Laura y Iker se sentaban en la sala de reunión esperando.
De un momento vino Max y dijo, -¡Laura, ya estáis!-
Laura asintió y le saludó.
-¿Están todos?- preguntó Max.
-¡Todo listo!- El programador estaba muy raro de que quien era el niño al lado de Laura.
-Bueno, pues empezamos.- Max abrió la agenda de reunión para dirigirse.
Oscar vino a la puerta de la sala de reunión sin avisar, como de costumbre, llevando un traje negro muy elegante. De su vestido se destacaban su figura alta y fina, su cara guapa y fría, lo que mostraban la auto confianza de un hombre con éxitos.
Viéndole abrir la puerta, todos se levantaron sorprendidos.
-¡Siéntense, por favor!- Oscar entró y dijo.
-¡Tío Oscar!- Iker, quien se sentaba en la silla, gritó de alegría al verle. A nadie se le ocurrió que señor Oscar apreció personalmente en la reunión.
Cuando vieron a la vez a Oscar y Iker, se quedaron muy sorprendidos porque los ojos del niño se parecían mucho a los de señor Oscar.
Laura también vio la figura alta y fuerte a la puerta. No esperaba que apareciera en la reunión.
-¡Hola!- al ver a Iker, le sonrió y dijo, -¡siéntese!-
Oscar caminó al lado y se sentó. Involuntariamente les miró a todos presentes y descubrió que Laura estaba entre ellos. Le lanzó su mirada sorprendida a Laura preguntando, -¿Laura, no has pedido la ausencia? ¿Por qué está aquí?-
-Sí, señor Oscar. Le he pedido el permiso de ausencia para acompañar a mi hijo a la reunión.- Laura se levantó sonriendo y le acarició la cabeza de Iker inconscientemente.
“¿Qué? ¿Qué dices?" al oír lo que dijo Laura, Oscar se quedó inmóvil por sorpresa como si el mundo se le colapsara.
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