El hombre con la máscara de zorro romance Capítulo 67

Laura Abasto se sorprendió. Como no sabía si lo que le había hecho el Señor zorro fue violación, asintió con la cabeza y dijo con amargura, -¡Fui violada!-

El hombre se puso rígido y de repente se quedó en silencio, -Cof, cof, cof...-

-¡Jefe Oscar, ve al hospital porque tienes un resfriado terrible!- a pesar de que él fuera muy dominante e irrazonable, al fin y al cabo se conocían y además, la había salvado, por eso ella dijo con preocupación, -¡ Ve al hospital por la inyección!

¿Ella fue violada?

Emitió un zumbido dentro la cabeza de Oscar Rasgado. ¿Entonces, ella no hizo el amor voluntariamente con el hombre? Pero, ¡todavía la sucedió! ¿Cómo no le importaba? ¿Cómo podía fingirlo?

-¿Jefe Oscar?- gritó Laura cuando se dio cuenta de que él estaba desconcertado y todavía no conducía. ¡Ella tenía que volver al restaurante para discutir los platos con el cocinero!

Oscar puso en marcha el coche con el rostro sombrío. Cuando el coche se alejó unos kilómetros, él dijo, -¡Puedes volver al trabajo!-

-¡Gracias, estoy bien en el restaurante Espera!- dijo Laura a la ligera.

-¡Encontraste un trabajo muy rápido!-, Oscar estaba hosco con sus ojos enfocados en el camino.

-¡Que por la vida!- su tono aún era muy ligero.

Dejó de hablar, Solo preguntó, -¿Adónde vas?-

-¡Al restaurante Espera!-

El automóvil se dirigió directamente a Espera después de bajar de la montaña, pero pasaría por el hospital, Laura no pudo contenerse de decir, -Jefe Oscar, ve al hospital primero por la medicina o la inyección. Puedo tomar el autobús por mi cuenta!-

-¡No hace falta!- su voz era fría.

-¡Te dificultará recuperarse sin ver al médico!- Ya tosía, y sería peor si tendría la inflamación bronquial.

De repente se dio cuenta de que esta mujer era muy verbosa. La había despedido, ¿y por qué se preocupaba por él?

Cuando el coche pasó por el hospital, Laura dijo inmediatamente, -¡Jefe Oscar, detente!-

Él no paró, por eso ella continuó, -¡Detente! ¡Ve al hospital!-

Como siguió adelante, ella extendió la mano para tirar del freno de mano.

-¡Maldita sea!- Oscar gritó en voz muy baja y se detuvo. -¿Sabes que es muy peligroso?-

¿Y por qué no paraste el coche?- ella dijo con naturalidad.

***

Al llegar al hospital, una vez tomada la temperatura, el médico emitió directamente un certificado de hospitalización.

-¡Solo tengo un resfriado!- Oscar miró fijamente con enojo al médico que le recetó.

-Ya son treinta y nueve punto cinco grados. Es realmente admirable que te encuentres bien. Señora, por favor lleve a su esposo a pagar el depósito de hospitalización y gestionar los trámites de admisión. No puede ser dado de alta hasta que no tenga fiebre.- informó rápidamente el médico.

Al oir lo que le había llamado el médico, Laura inmediatamente quiso explicar, -Él no es mi ···-

-¡El siguiente!- la interrumpió el médico. -¡Señora, dese prisa!-

Laura se sonrojó de pronto y miró a Oscar inconscientemente. Su rostro estaba tranquilo, apretaba sus delgados labios con fuerza y no había ninguna expresión.

Ella bajó la cabeza rápidamente y de repente se quedó en silencio después de que Oscar la miró de reojo su rostro sonrojado.

Después de cumplir los trámites de hospitalización, Laura dijo, -Jefe Oscar, espera aquí por la inyección. Una enfermera vendrá para ayudarte. Ya se lo dije!-

-¿Adónde vas?- al oír que ella estaba a punto de irse, preguntó Oscar inmediatamente acostada en la cama del hospital.

-¡Me voy a trabajar!-

-¡No te lo permito!- ordenó como un niño, -¿Cómo puedes dejar a un enfermo como yo en el hospital solo?-

-¡Pero hoy es mi primer día del trabajo!- ella no debería pedir permiso para ausentarse el primer día de trabajo, ¿verdad?

-¡Te lo ayudo!- tomó el teléfono y marcó, -Tomás, soy yo, Oscar, ¡ préstame una empleada tuya llamada Laura para ayudarme, por favor!-

Como no sabía lo que respondió en el otro extremo, Laura lo miró con enojo, pensando, “¿cuándo cambia este hombre su tiranía?” Mirándolo impotentemente, se preocupaba de si el señor Tomás Carballo se había puesto enfadado.

-Voy a discutir personalmente con ella sobre los ingredientes, los platos y otros detalles. ¡Sí, hoy ella no irá al trabajo! ¿De acuerdo?- después de terminar de hablar, colgó el teléfono.

Laura frunció el ceño, realmente sin remedios, -¡No dije que me ayudes a perdir el permiso!-

Dicho eso, se volvió y salió.

-¿Adónde vas?- mirando su espaldas, Oscar gritó.

Laura no dijo nada, pensando que este hombre no había desayunado. Cuanto más no comiera, más difícil sería recuperarse. Ella no quería cuidarlo por un día entero. Ya que él la había llevado en su coche para bajar la montaña, por eso no era tan mal, decidió comprarle una gacha de avena.

Pensando así sin preocupaciones, Laura fue directamente al restaurante del hospital y compró una gacha para llevar. Cuando volvió a la habitación nuevamente, Oscar todavía estaba acostado en la cama, pero con el rostro malo, parecía que estaba enojado.

Después de que Laura entró, Oscar levantó la cabeza por fin y la miró con indiferencia. No había ninguna expresión superflua en su cara severa, tan alejado y frío como cuando se conocieron, y parecían como dos personas sin intersección.

-¡Los enfermos deben comer!- Laura puso el tazón desechable en la mesa a su lado, y luego puso la cucharita adentro y se lo entregó. -¡Come un poco de gacha!-

Él levantó la mirada y le miró los ojos, pero ella no lo miró.

Las cejas delgadas de Laura se fruncieron inconscientemente, -Jefe Oscar, ¿no come?-

Sus rasgos faciales eran muy hermosos. Cubriendo los párpados, sus pestañas largas dejaban una sombra que era muy profunda. La nariz aguileña era como si tuviera muchos huesos, ¿y la llamada nariz cortada con cuchillo significaba esta, no? La barbilla era muy fina, los labios eran gordos, e incluso la piel era muy suave. La barba corta en su barbilla le añadía la masculinidad atractiva.

Oscar durmió tan tranquilamente que cuando abrió los ojos por la tarde, ya se le había quitado la aguja y él mismo no sabía cuándo había terminado.

-¿Despierto?- Laura se puso de pie y probó la temperatura de su frente con la mano. -¡No tiene calor!-

Cuando las manitas gentiles de Laura le acarició la frente, su corazón tembló y la miró profundamente, -Te has quedado aquí hasta ahora?-

Laura asintió con la cabeza, -¡Sí! La enfermera dijo que mientras la fiebre desaparezca, puedes salir. ¡Te traeré un termómetro!-

Después de terminar de hablar, fue a la enfermería y pidió un termómetro. Le medió la temperatura corporal. Ya no tenía fiebre. Había que elogiar la eficacia de los antibióticos. -¡Puedes regresar ya, solo toma poco medicina!-

Oscar quitó la manta, se levantó de la cama, tambaleándose, y casi cayó.

-¡Ah!- Laura lo apoyó de inmediato. -¡Ten cuidado!

-¡Acuéstate un rato, te traeré la medicina!-

-¡Vamos juntos!- entrecerrados los ojos levemente y ordenó con el mismo tono anterior. A pesar de estar enfermo, seguía siendo tan tirano.

-¡Bueno!- Laura sintió que ella misma le debía una deuda en su vida anterior, por lo que él le ordenó así. Finalmente, cumplió los trámites de alta del hospital y tomó la medicina, pero el cuerpo de Oscar estaba muy débil, y después de tomar la medicina para el resfriado, parecía tan somnoliento que no podía conducir.

-¡Jefe Oscar, déjame tomar un taxi para llevarte de regreso a tu casa!-

-¡No!- dijo con frialdad.

-¿Por qué?- dijo aturdida Laura.

-¡Mi padre estará preocupado!- respondió.

El corazón se apretó y lo miró con sospecha. Resultó que era tan cuidadoso que sabía que su padre se preocuparía.

-¿Entonces adónde te llevaré? ¿ Mansión de Cielo?-

-¡Está bien!- Oscar asintió. Era mejor que fuera allí primero, porque todavía tenía mucho sueño.

Pero después de subir a un taxi y llegó a Mansión de Cielo, Oscar dijo de repente, -¡La llave está en el coche!-

-¿Eso significa que no puedes entrar?-

-¡Vamos a tu casa!- ordenó. Se deprimiría hasta la muerte si volvía a tomar la llave.

-¿Quéeee?-

-¡Cállate. Vamos a la calle Brenda, amigo!- ordenó Oscar al chófer.

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