Laura se vio muy nerviosa como aquella noche de hace cinco años en que ella estaba asustada y perdida. De repente, él le se ocurrió ese sabor de la primera vez, ¡resultó que una mujer haciendo amor con él podía hacer que un hombre la echara tanto de menos!
-¡Voy a ver cómo pasan los niños!- Laura no quería seguir de forma tan incómoda. Cada vez que estaba con él, estaba tan apurada.
Después de decir eso, casi se va de huir.
Detrás de ella había una mirada aguda, como si viera a través de su corazón, tan fijada en su figura que el corazón de Laura tembló aún más.
Después de una tarde de jugar en el parque infantil, comiendo y bebiendo, los niños estaban un poco cansados.
-¡Volvamos!- Laura miró al cielo, que se hacía tarde, tenía que ir a la tienda a comprar ingredientes. Hoy era una cena para cuatro personas, tenía que preparar más.
-¡Bien! Podemos volver y comer la comida cocinada por ti.- Andrés fue el primero en animar.
-¡Has estado comiendo toda la tarde!- Oscar se quedó sin palabras.
-¡Pero ni siquiera es tan bueno como lo que cocinó Laura!- dijo Andrés.
-¡Entonces volvamos rápido!- Oscar sintió que esto ya era como una familia.
El coche se detuvo en el hipermercado. Iker gritó, -¡Mamá, vamos a comprar ingredientes juntos!-
-¡Sí! Corre despacio.- Laura dio instrucciones.
Justo bajaron del coche, mucha gente se asomó con envidia y el guardia de seguridad de la entrada no pudo evitar hablar, -¡Señora y Señor, sus gemelos son muy monos!-
Laura se quedó atónita y sonrió torpemente, sin saber qué decir.
Oscar, por su parte, esbozó una leve sonrisa y respondió, -¡Gracias!-
Los dos niños fueron a empujar el coche, siguiéndoles Laura y Oscar. Se inclinó cerca de ella y dijo en voz baja, -¡Sería perfecto que Andrés y Iker fueran gemelos!-
Ella miró de reojo, mientras que él giró repentinamente la cabeza también, así que ella cayó en la mirada suave de inmediato. Temblando su corazón, ella admitió que sus ojos, tenían suficiente encanto.
-¡Si es así, debe ser delirante!- Laura terminó con una carcajada, -¡Ni siquiera se parecen!-
-¡De dos huevo diferentes! ¡Podemos decir que son los gemelos de huevos diferentes! ¿Por qué me parece que Andrés se parece un poco a ti?- Oscar parpadeó y dijo.
Sin embargo, Laura convergió su sonrisa en ese momento, -Sí, mucha gente dice que Iker se parece a mí, ¡probablemente tenga una cara corriente!-
Se quedó sin palabras. Había cierta confusión en su corazón. Según la razón, ¡Andrés debería parecerse más a él! ¿Por qué Iker se parecía más a él que Andrés?
En ese momento, el teléfono sonó de repente. Oscar sacó el teléfono y le dijo a Laura, -¡Vayáis a comprar primero y yo atenderé una llamada!-
-¡Vale!- Laura fue a elegir ingredientes con dos niños. En el supermercado, mucha gente la miraba y a los dos niños en su lado con envidia.
-Andrés, ¿qué quieres comer?- preguntó Laura mientras miraba a su alrededor.
-¡Cualquiera sea perfecto, mientras lo cocines!- Andrés respondió con buen humor.
Al otro lado, Oscar respondió al teléfono.
-¡Oscar!- una voz llegó desde el otro extremo.
-¡Dime!-
-Se sacan los resultados que pidió. Señorita Laura sí recogió a un niño hace cinco años en que no tuvo novio viviendo con ella. ¡Sus antecedentes están limpios! Iker tiene cinco años, según la hora, ¡no puede ser el hijo dado a luz por Señorita Laura!-
Oscar asintió, -¿Seguras que no ha tenido más hijos desde entonces?-
-¡Sí, estoy muy seguro!-
-¡Bien!- Oscar asintió, -¡Envía el informe detallado a mi oficina mañana!-
Al colgar el teléfono, sus ojos miraron suavemente a las tres personas que estaban escogiendo comida en la sección de verduras. Quizás hasta él se sorprendió, ¡resultaba que una vida tan ordinaria era lo que más anhelaba!
Les siguió y observó que Laura fruncía el ceño ante un montón de tallos de judías.
-Compras este que es el mejor.- Oscar eligió el mejor y el más caro!
Sin embargo, Laura le apartó la mano de inmediato, -¡Este no, vamos a comprar el más barato!-
Estaba aturdido.
-Oscar, hay platos rebajados que solíamos comprar. No puedes vivir con manera ahorrativa, lo que Laura odia mucho!- explicó Iker.
El corazón de Oscar se estremeció de repente y le dolió, ¿siempre había comprado cosas con descuentos baratos?
Finalmente, como Oscar le pidió, compró lo más caro y fresco y por supuesto lo pagó todo. Escogió un montón de cosas y de bocadillos para los niños, metiéndolos directamente en el coche sin considerar las protestas de Laura.
Al abrir el maletero, Laura vio de repente una gran caja de cartón tan grande y resultado algo familiar.
Se quedó atónita por un momento.
Oscar también le siguió y se asomó, una vez que se giró y vio la cara de Laura enrojecida. Primero se extrañó un poco, mirando la caja, lo comprendió. -Dudo qué estaba pensando alguna persona quien abusaba de un niño de tal manera, le dejando vender los condones.-
Estaba un poco avergonzada, sin saber qué decir. Pero no fue tímido al respecto, -¡Y no eres una buena persona por comprar tanto a la vez!-
Mientras comía, el timbre de la puerta sonó de repente.
Laura se congeló, preguntándose quién vendría en ese momento y se levantó para abrir la puerta.
¡Eso significaba, obviamente, que tenía un mal hábito más que Max!
Oscar dio una calada a su cigarrillo y, de repente, se paró. ¡Ni fumando ni sin fumar!
El cigarrillo ardía débilmente entre sus dedos, dispersando un humo blanco.
Lo apagó de repente, quedándose muy callado y miró a Laura con esa mirada pensativa, como si estuviera pensando en algo. Un tiempo después, dijo con mucha calma, -¡Bien! ¡No fumaré más!-
-¡Pórtate bien!- Iker le dio una palmadita en el hombro.
-¿Todo está esperándome? Lo siento.- Max sonrió exageradamente.
Laura sirvió otro tazón de sopa y lo entregó. Max lo tomó con una mano y borró un bocado. El rico aroma barrió instantáneamente las papilas gustativas, sorprendido con el sabor de la sopa de costilla. Miró a Laura y dijo, -Tu habilidad para cocinar sopa puede compara con un cocinero.-
Al escuchar sus palabras, Laura no pudo evitar reír ligeramente, -¡Max, gracias por sus palabras!.-
-¡De verdad, he venido aquí para cenar! Y Oscar, no me digas que tu hijo y tú también estáis aquí para cenar.-
-¡Max, la comida de la Laura es tan deliciosa que huele como lo hizo la madre!- dijo Andrés.
Laura tragó y miró inconscientemente a Oscar.
Oscar frunció los labios y no dijo nada.
-¿El sentimiento de una madre?- Max levantó una ceja y dijo, -¡Es la primera vez que lo oigo!-
-¿Acaso no te gustan también los platos cocinados por Laura?- Andrés habló con duda, -Entonces, ¿por qué has venido aquí?-
-¡Andrés, come!- en ese momento, Oscar, que había permanecido en silencio, habló de repente. El tono era muy suave, pero aún así hizo que la gente escuchara la frialdad así como la melancolía en ella.
-¡Aburrido!- con una reprimenda baja, Oscar atacó con la pierna de Max bajo la mesa del comedor y Max retrocedió un poco para evitarle el ataque. Oscar actuó como si nada hubiera pasado y siguió comiendo.
-No puedo imaginar que sigas siendo tan bueno tu cuerpo aunque estás enterrado en la empresa todo el día.- apartándose el ataque de Oscar, Max dijo molesto, -¡Oscar! De todos modos, ¿cuándo vas a trabajar? Me estoy agotando.-
La mirada severa de Oscar miró a Max, que estaba muy fastidioso, hasta que hizo un gesto de debilidad con la mano, -¡Por favor, no hables de trabajo durante la cena!-
-¡Oscar está enfermo!- añadió Iker.
-¿Qué? ¿Está enfermo?- Max levantó una ceja y preguntó, -¿Qué tipo de enfermedad?-
-¡Un resfriado!- añadió Iker, -Oscar, la próxima vez que te resfríes, ven a quedarte en mi casa también. ¡Mi mamá te cuidará!-
-No esperes que Oscar tengas un trato tan buena. La próxima vez si yo también me resfrío dejaré que tu mamá me cuide.- Max guiñó un ojo con su voz alta.
Laura se apresuró a levantar la vista, viendo a Max que sonrió, -¡Max, el presidente tiene fiebre! Así que... -
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