El hombre con la máscara de zorro romance Capítulo 85

- ¿Has anhelado mi amor? –

-Óscar, las mujeres desean el amor, la identidad, naturalmente yo también. – Laura finalmente habló en voz baja, con un tono suave como si fuera a ser arrastrado por el viento. -Pero ahora no necesita el amor, sólo quiero cuidar a mi hijo, quiero mantener mi dignidad! –

En realidad, ella no sabía lo que quería, porque la sensación de ser engañada la hizo sentirse desequilibrada por dentro, y olvidando que en realidad no habían empezado por el amor al principio.

Era sólo una transacción, un negocio, entonces era sólo un trato hasta este momento, ella era su mujer, él la dejaba ver a su hijo, eso era justo, ¡excepto que por el resto de su vida ella sería la mujer de este hombre en la cama! Eso era todo, y a todas luces, era justo, pero ¿Por qué seguía siendo injusto en su corazón?

- ¡Pero no seré tu amante si hay amor entre nosotros! - Lo miró fijamente, en realidad sabía que un hombre como él no tenía amor, ¿Cómo iba a dar amor a una mujer? Como este tipo de hombre no tienen amor, sólo necesita a las mujeres, ¡Para resolver sus necesidades personales!

Así que también era una mujer superficial. Oscar se mofó y dijo con voz grave, -No habrá ni identidad ni amor, si estáis de acuerdo, os permitiré veros, de lo contrario es imposible en esta vida-

¡Tú! - Las lágrimas cayeron silenciosamente de sus ojos fuertemente cerrados, y Laura enganchó su boca tristemente en una sonrisa de pesar. - ¡Eso es imposible, pero debería verlos! –

Las palabras hicieron una pausa y Laura respiró profundamente en un intento de calmar la dolorosa punzada en su corazón, -Nunca detendrás el amor maternal de una mujer, Oscar, si siente que es justo para Andrés, podías esconderlo.

El cuerpo de Óscar se estremeció ligeramente, - ¿Es realmente tan importante la identidad? -

Laura dejó de hablar, se levantó, se envolvió en las sábanas, fue al armario, cogió un conjunto de ropa y salió.

-¡Oye! - - ¿a dónde va? - Oscar la miró sin decir nada, sintiéndose de repente impotente.

La puerta se cerró de golpe, y las manos de Laura se agarraron a su costado, con un poco más de fuerza, sacudiendo sus manos, sólo para descubrir que no tenía suficiente fuerza para apretarlas en ese momento.

¿Cómo pudo volverse tan impotente, Cómo pudo volverse tan indefenso?

Se había cambiado la ropa, la que él había preparado hace seis años, sólo que nunca se la había puesto, ¡y hoy era la primera vez! Si no hubiera desgarrado su ropa, sólo ella no habría muerto con la ropa que él había preparado.

Laura pensaba agresivamente en su mente, ¿Un amante para toda la vida? ¡No! ¡Va a encontrar a Andrés! ¡Sólo quería a su hijo! - - ¡No será la amante de Oscar! -

Se cambió y abrió la puerta para verle de pie en su portal. Laura se mordió inconscientemente el labio inferior mientras salía por la puerta sin mirar atrás.

-Ya era tarde- Y la jaló en cuanto pudo - ¿Por qué eres tan terca? –

Los labios de Laura se crisparon ligeramente, - ¡Aléjate! –

- ¡Laura, si habías salido de aquí hoy, te juro que no volverás a ver a tu hijo! - Lo enviaré al extranjero. – Dijo con las palabras dura.

-Tú... - su mente zumbó, - ¿Qué has dicho? –

-Haré lo que yo diga. - Su expresión se volvió seria. - ¡Será mejor que no me cabrees! -

Laura sonrió con tristeza, luchando contra las ganas de llorar, y le dijo en voz baja, ¡Si te atreverás a hacer eso, te odiaré el resto de mi vida! –

- ¿Y qué? - De repente la arrastró de forma dominante, bajó la cabeza y le mordió la oreja, sabía que ella era muy sensible allí. -¡Si te atreverás a dar un paso, Inténtalo!–

Su voz, baja y ronca, pero penetrantemente fría.

Laura no pudo evitar una mueca de dolor.

Mientras ella no se movía, él se detenía.

En el pasillo, él la miró mientras se callaba, su gran mano levantando su barbilla, -¡Sí, eso es bueno, buena chica! –

Sus ojos se posaron en su rostro, en el rostro del hombre, ojos como un abismo, cejas gruesas, una elegancia real en su desenfreno.

Una emoción palpitante relampagueó entre la frialdad de los ojos de Laura- ¿Era realmente este hombre su némesis? -

Incluso ahora, tenía tantas ganas de huir de él, le odiaba tanto, que su corazón caería con él, y el mayor de los odios no podría resistir esa palpitación temblorosa, ¿Verdad?

Óscar la miró, con compasión en sus ojos por ella, y estrechó el cuerpo indefenso de Laura entre sus brazos, con el impulso de tomarla dentro de él mientras su suave aliento presionaba el suyo.

Se inclinó, sus labios besaron sus ojos, secando lentamente las lágrimas que goteaban por su rostro, sustituidas por una profunda emoción.

- ¡Bien! Si te quedas obediente, puedo dejarte ver los dos. - Su amenaza funcionó.

Laura guardó un sincero silencio, pero le castañearon los dientes mientras él la llevaba a la habitación donde habían tenido sexo por primera vez.

Ella se encogió un poco, sin hacer ningún ruido.

Oscar la miraba, esta noche, ella… Todo le hacía pensar incómodamente en aquella noche entre ellos, y en estas noches posteriores, y le resultaba más difícil contenerse cuanto más intentaba reprimirlo.

Los labios de Oscar le besaron la mejilla, pero ella se echó hacia atrás por reflejo.

Y ella, por su parte, no podía perdonarle sus amenazas y engaños. ¿Por qué los hombres tenían que ser tan desagradables? ¿Siempre quería hacer el amor con las mujeres?

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