El Jefe romance Capítulo 33

Williams ayudaba a Eileen bajar de su coche, después de la lectura del testamento ella deseo que la llevara a casa. Era demasiado para un solo día, y lo único que necesitaba era estar sola en su apartamento para pensar bien lo que iba hacer… la pareja ingreso en la residencia totalmente callados.

— Supongo que quieres estar sola. Le dice el rubio aun parado en el marco de la puerta.

— ¿Quieres un café? Le invita ésta.

— ¡Esta bien! Williams termina por pasar, sentándose en el sofá. — Eileen, ¿te has lastimado? Hay manchas de sangre en este sofá.

— ¡Eh sí! Nada grave… una tontería. Mintió.

— Sé que estas abrumada, pero no debes dejar que todo esto te afecte. No hay tanta presión para que tomes una decisión ahorita.

— ¡Ya lo sé! Suspira la chica poniendo hacer café.

Pero sí que tenía que pensarlo muy bien, sería algo que estaría atormentándola por días, quizás semanas. La rubia le llevo una taza de café a Williams, ambos permanecían sentados en el sofá sin hablar. Ella comenzaba a sentirse incomoda, el tema del casamiento era algo perturbador ya que ellos dos habían comenzado una relación no hace mucho. ¿Qué se supone debía decir?

— Williams…

— Debo irme Eileen… creo que necesitas descansar un poco.

— Si. Balbucea.

El rubio se pone en pie, Eileen hace lo propio mirándolo expectante. No lo podía culpar, enterarse que su novia recibiría una enorme fortuna pero para ello debía casarse y tener hijos no era fácil de asimilar. Ella pensó que quizás no lo volvería a ver.

— Vendré mañana a verte. Sonríe el rubio dejando un beso tierno en sus labios.

Ella asiente mientras observa como Williams se marcha. Eileen aplana los labios recordando justo la carta que le dejo el señor Romel. La joven la extrae de su bolso, abriéndola con sumo cuidado se dispuso a leer el contenido que había sido escrito del puño y letra de su jefe.

Querida Eileen.

Si estás leyendo esas líneas es porque ya no me encuentro en este mundo, lo siento tanto mi niña. Sé que estas muy confundida con la decisión que he tomado con respecto a mi herencia, pero créeme que lo he hecho con buenos motivos. No quiero que mis bienes pasen a mano de un ser despreciable. Por esa razón te he nombrado mi heredera universal, sé que tomaras la decisión correcta. Siento que tengas que casarte apresuradamente, pero es necesario que tengas el apoyo de una figura masculina que te apoye en todo.

Fuera del trabajo, deseo que seas feliz con un buen hombre que te amé, proteja de todo mal. Este mundo es muy cruel pequeña Eileen. El hombre que te proteja con su propia vida ese será el indicado, lo sabrás, lo sé.

Toma la decisión correcta… sé que podrás. Se feliz mi niña.

Las lágrimas corrían deliberadamente por las mejillas de la rubia, el señor Romel la había dejado entre la espada y la pared. ¿Qué se supone debía hacer? La carta no le dejo más que nubes grises en la cabeza.

— Señor Romel, ¿Por qué me ha hecho esto? Se pregunta desplomándose en la cama.

[…]

Al día siguiente Eileen tomaba una taza de café en la cocina, había pasado toda la noche pensando lo que tenía que hacer. Y con el insomnio a flor de piel vibrante en su expresión la joven logro tomar una decisión. Era muy precipitado solo para ser el segundo día en conocer las intenciones de su difunto jefe, pero también pensó que tarde o temprano debía elegir y no hacía mucha diferencia hacerlo ahora que después.

Suspiro dejando la taza de café en la mesa, seguía sin saber en qué momento su vida se había vuelto un completo caos… en eso unos toques en la puerta hicieron que levantara la mirada. A esas alturas se sentía traumada por todo.

— Eileen, ¿estas despierta? Era la voz de Williams, sintió alivio.

— Si, ya voy.

El rubio saluda con un habitual beso en los labios que ella comenzaba a sentir cálido, su relación fue un poco apresurada pero Williams se portaba muy bien con ella. Además era tan dulce que a ella le encantaba sus atenciones y preocupaciones.

— Eileen… éste la interrumpe. — ¿Sabes lo que me estas pidiendo? Esto no es como un contrato cualquiera, si nos casamos seria para siempre y no solo eso… tendremos que tener hijos. Creo que te estas precipitando con esta decisión.

— Eso quiere decir que ¿no aceptas? La joven aplana los labios.

— No es eso… yo… bueno tengo que pensarlo. Nosotros apenas estamos conociéndonos, créeme aun no había pensado en matrimonio. Sonríe con las mejillas un poco rojas.

— ¡Lo sé! Responde resignada poniéndose en pie. — Es una locura. Termina por decir sentándose en el sofá.

Williams se pone en pie quedando de pie ante ella. Eileen lo miro y supo que lo había espantado. Era una tonta al pedirle una cosa así, apenas se conocían. ¡Demonios! Que metida de pata dice dentro de sí.

— Escucha cariño, te prometo que voy a pensar en lo que me has pedido. ¿De acuerdo?

— No. no puedo darte esa responsabilidad. Es una locura, es mejor que lo olvides.

— ¿Y que harás si no te casas conmigo? Sonríe cruzándose de brazos. — ¿Me dejaras?

— ¡Williams! La joven amusga los ojos.

— Es broma. El rubio se sienta a su lado tomando las manos de ella. — Yo… me gustaría ayudarte. Me gustas Eileen, de verdad. Desde aquella primera cita me encantaste. No sé si funcione un matrimonio bajo presión pero… podemos intentarlo.

— ¿En serio Williams? No quiero que te sientas presionado por esto.

— Está bien, podemos hacerlo. ¡Eso creo! Responde el rubio algo dudoso.

Williams beso a Eileen quien le correspondió. Pero… por un instante su cerebro se llenó de imágenes de Lión, sobre todo de los pocos besos que éste le había robado. La chica se preguntó ¿Por qué estaba recordando esas escenas? Deberían de ser desagradables para ella, ese hombre era una bestia. Mientras que Williams era tan dulce y amable, ¿Cómo podía comparas a esos hombres?

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