Todo estaba preparado para la ceremonia de Eileen y Williams que se celebraría esa misma tarde en una pequeña capilla. Los invitados eran pocos más que nada, amistades del novio. Tampoco se haría una gran fiesta, solo una pequeña recepción en la mansión de Lumier.
Eileen aguardaba en el coche lista para bajarse y casarse con Williams. Estaba nerviosa, tenía miedo. Era un matrimonio para toda la vida, por el maldito testamento no podría separarse de su esposo solo para conservar los bienes. No era algo que se debía tomar a la ligera, la chica suspiro pesadamente cuando la puerta del coche fue abierta.
Su boscoso vestido le impedía caminar con facilidad, no había querido elegir uno tan extravagante… pero según el novio y el padre de éste ella se merecía lo mejor. Le hubiera bastado con solo ponerse uno sencillo y más cómodo. Y aquellos malditos tacones, la estaban acribillando. Se quejó internamente.
La rubia camino por el corto pasillo de la capilla, divisando al novio con una sonrisa en los labios. Había muchas personas que no conocía, asumió que poco a poco los iría conociendo en cuando se sumergiera en ese mundo de los ricos… con los nervios a mil, al fin logro llegar al altar donde el prometido la esperaba.
— No esta demás decir que te vez hermosa cariño.
— ¡Muchas gracias! Sonríe avergonzada.
El padre dio comienzo a la ceremonia, mientras que el corazón de la rubia latía a mil por horas. Justo en ese momento cuando Williams tomo su mano vagos recuerdos llegaron a su memoria… Lión, ¿Por qué estaba pensando en el en un momento como ese? Se preguntó muy inquieta.
[…]
Un Camaro rojo frenaba en seco delante de la capilla donde una boda se celebraba. De éste se bajó Lión atraviado con un traje negro de etiqueta. Miro la capilla y sonrió, saco un pasamontaña negro del coche con el que cubrió completamente su rostro. Seguido de eso desenfundo su arma.
Detrás de su coche una furgoneta negra se detiene de la cual se bajan alrededor de unos 10 hombres vestidos de negros y con la cara cubierta. Todos armados con escopetas.
— Ya sabes lo que tienen que hacer. Les dice éste caminando hacia la puerta de la capilla sin vigilancia. — Estos Severu, son tan idiotas. Se burla abriendo las puertas de par en par.
Los invitados giraron al escuchar el fragor detrás de ellos… justo en ese momento una manada de hombres armados y vestidos de negro entraron en la capilla amenazando a todo el mundo.
— ¡Nadie se mueva! Grita uno de estos soltando un disparo al techo.
Los gritos de las mujeres se hicieron presentes en el lugar, sus parejas la agazapaban cubriéndolas con sus cuerpos mientras los sujetos apuntaban en diferentes direcciones.
— ¿Qué está pasando aquí? Se levanta Lumier de su asiento. — ¿Acaso no sabes de quien esta boda?
— ¡A callar viejo! Siéntese. Le grita un sujeto apuntando la escopeta en su cabeza.
— ¡Padre! Advierte Williams.
— Williams… ¿Qué es todo esto? Pregunta Eileen muerta del miedo al ver tantos tipos con armas en sus manos.
— Quédate detrás de mí Eileen. Advierte en susurro el rubio al notar que uno de esos sujetos se aproximaba hasta el altar.
La chica obedece escondiéndose detrás de su prometido, pero aun así no dejaba de tener miedo a morir. No se podía creer que el día de su boda unos maleantes encapuchados llegaran de improvisto amenazando a todo el mundo. ¿Cuál sería su motivo? Se preguntó curiosa.
— ¿Qué es lo que quiere? Pregunta Williams al hombre que se situó delante de él.
Lión solo señala a Eileen con un dedo, no necesitaba decir una palabra… muchos lo conocían, y para él era más divertido que ninguno supiera quien carajos estaba arruinando aquella maldita boda.
— No permitiré que se lleve a mi prometida. El joven aprieta la mandíbula mientras hace más atrás a Eileen y le hace frente al extraño.
Los encapuchados comenzaban a retroceder mientras los invitados seguía agazapados… para cuando el ultimo sujeto salió de la capilla Lumier se inclinó para revisar el estado de su hijo. De su cabeza brotaba sangre, no parecía grave pero necesitaba atención.
Mientras tanto, Lión gozaba de su victoria llevando a Eileen a cuestas. La chica pesaba con aquel enorme vestido de novia. Y con todo lo que se revolvía le daba más lata.
— ¡Bájame por favor!, ¿Qué te cree? ¿Cómo se te ocurre sacarme de esta manera?
Rápidamente Walker encamino sus pasos hasta la parte trasera de su coche, apretó un boto abriendo la maletera del mismo.
— Espera… ¿Qué haces? No me puedes meter en la maletera. La chica gritaba por encima del montón de encaje.
Pero ya era demasiado tarde, el cuerpo de la rubia yacía dentro de la maletera. Sin tener oportunidad de escape ya que su captor había cerrado la maleta.
— Por favor, sácame de aquí. Suplicaba mientras golpeaba el metal. — ¿Por qué me hace esto? Déjeme ir, por favor. La chica empezó a gimotear en la oscuridad de aquel lugar.
Lión se quitó el pasamontaña subiéndose al coche para ponerlo en marcha. Sonreía porque le había robado la novia a ese entrometido de Williams… acelero el auto dirigiéndose hasta su mansión, no podía arriesgarse a llevar a la chica al casino. Estaba seguro que no tardarían nada en descubrir quien la había raptado. Para cuando eso pasara, Eileen permanecería en su mansión y nadie la sacaría de allí.
El temor de Eileen acrecentaba, su corazón latía tan fuerte que comenzaba a pensar sin nada de claridad… y la persona que conducía lo hacía de la peor manera, estaba casi que dando vueltas en la parte trasera del coche. Ademas el enorme vestido tampoco es que la ayudara mucho para mantenerse estable. Recordó a Williams con aquel golpe en la cabeza, algunas lágrimas rodaron por sus mejillas. Aquella boda fue todo un desastre al final, y ahora ella se encontraba en las manos de quien sabe quién, y la llevaban a quien sabe dónde.
— ¡Ayudaaaaaaa! ¡Auxilio! La rubia gritaba mientras golpeaba el coche, no perdía las esperanzas de que alguien la ayudara.
Lión fruncía el ceño cada vez que la mujer gritaba, ya le estaba colmando la maldita paciencia. Por fortuna estaba llegando a su mansión. Pensó en darle un escarmiento a esa rubia gritona en cuanto la sacara de la maletera.
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