Kevin le dio un pellizco descarado a Selena mientras sonreía.
—No te has olvidado de mí, ¿verdad, Selena?
Ella se giró despacio como una muñeca sin vida y se apoyó contra el amplio pecho de su hermano.
—¿E-en verdad eres Kevin? —preguntó.
En un instante, tenía los ojos enrojecidos y las lágrimas a punto de desbordar. Mientras que Kevin le subió la tira del camisón que se deslizaba por sus hombros.
—Soy yo. Ha pasado mucho tiempo, Selena.
—Kevin... —Los ojos de la joven se iluminaron y rodeó al muchacho con los brazos mientras enterraba la cabeza en su pecho y susurró con voz apagada—: ¿Has vuelto... para morir?
Aunque no escuchó lo que dijo exactamente, pudo sentir la fría malicia que emitía y sin dudarlo ni un segundo, escapó del abrazo de Selena con un giro, saltando al sofá que había a un lado.
—No estarás pensando realmente en matarme, ¿verdad, Selena? —preguntó desconcertado.
Mientras se crujía los nudillos, Selena habló con impaciencia.
—¡Has visto casi todo mi cuerpo! Esa es lo peor que puede pasarle a una asesina.
—¿A-asesina?
Kevin volvió a quedarse sin palabras. En ese momento, lo que le había dicho René se reflejó en su mente. «Ella presta sus servicios a clientes especiales. No me digas… ¿Su servicio incluye básicamente eliminar el personal no deseado para sus clientes?».
—Selena, vamos a calmarnos por un segundo. —Kevin extendió la mano y le preguntó en broma—: ¿En verdad tienes el corazón para matarme, a mí, tu querido hermano?
—No, no lo tengo.
—Entonces, ¿por qué sigues intentándolo?
—Es precisamente porque eres mi amado hermano que te daré cien oportunidades. —Extendió su dedo índice hacia él—. Intentaré matarte cien veces, si consigues sobrevivir a mis cien intentos, dejaré de intentarlo. Ahora mismo, has escapado con éxito del primer intento; faltan noventa y nueve más.
Kevin se quedó mudo.
—¿Podemos negociar, Selena?
—No. Nunca dejo vivir a mi objetivo. Ya estoy haciendo una excepción por ti —respondió ella con frialdad.
—Entonces... ¿Puedes al menos ponerte pantalones? —Kevin señaló sus hermosas piernas—. Soy un hombre adulto normal. ¿No me estarás intentando hacer caer en una trapa?
Al instante, un matiz rojo se extendió por el gélido rostro de Selena.
—Noventa y nueve veces, Kevin. No te lo pondré fácil. —Selena corrió a su habitación después de amenazar a su hermano y, justo en ese instante, René había regresado.
—¡René, por fin has vuelto! ¡Selena da miedo! —Después de bajar corriendo las escaleras, acusó a su hermana mientras le quitaba la compra a René para ayudarla—. Ha dicho que va a matarme.
Aunque los intentos de asesinato de Selena le parecían un juego de niños, no quería tener que cuidarse las espaldas, ni siquiera mientras dormía. Había pensado que René lo defendería después de delatarla, sin embargo, su hermana mayor se limitó a sonreír con cariño.
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