«¿Cómo era esto posible?» Todos en el salón se preguntaban lo mismo. ¿Qué diablos acaba de pasar que ahora Mateo, Sasha y su familia fueran invitados al noveno piso del hotel?
-Presidente Cárdenas, me temo que se equivoca -dijo Liliana ansiosa. -Mateo es solo un mantenido inútil. Mi abuelo, Erick Coronel, es el presidente del
grupo Coronel mientras que Mateo y Sasha no son nadie. ¿Por qué los están invitando a subir? -Mientras Liliana hablaba, Erick comenzó a arreglar su camisa, emocionado, pensando que él era quien debería quien Guillermo Navarro había invitado por ser el jefe de la familia Coronel. Si en verdad fue invitado al noveno piso, la experiencia lo llenaría de orgullo. Todos sus amigos que habían tenido la oportunidad de visitar el séptimo piso del hotel no dejaban de presumir. Si él pudiera subir al noveno y además asistir a una reunión organizada por Guillermo, podría presumir su gran privilegio por el resto de su vida. Además, sería una oportunidad única para que la familia Coronel se convirtiera en una de las más respetables en Eastcliff.
-¡Eso fue muy descortés! -Salvador levantó la mano y bofeteó a Liliana. Llena de pánico y confusión respondió:
-¿Cómo te atreves a golpearme?
—¿Qué tiene de malo? ¿No crees que te lo mereces? — respondió Salvador con un tono de voz indiferente.
Liliana quedó boquiabierta y no se atrevió a responder. Ella era la menor de los Coronel y por lo general era arrogante y presuntuosa cuando se trataba de Mateo y Sasha. Pero hacerlo frente a Salvador Cárdenas era una historia completamente diferente. Ella podía actuar terca frente a cualquier otra persona, pero hacerlo frente a alguien como Salvador Cárdenas podría costarle la vida.
Salvador le ordenó con voz imponente:
-Discúlpate con el señor Lara y la señorita Coronel ahora mismo si no quieres perder todos tus dientes.
-¿Yo? ¿Disculparme...? ¡¿Con él?! -Liliana estaba nerviosa. Para ella insultar a Mateo era de lo más natural, disculparse con él ahora sería perder toda su reputación.
-¡Abuelo! -Liliana miró a Erick esperando a que la defendiera.
—Ajem... —Erick dio un paso al frente y saludó a Salvador con una reverencia. —Presidente Cárdenas, soy el presidente del grupo Coronel...
—¡Me importa un comino quien seas! —Salvador lo interrumpió y alzó la voz. —¿Crees tener el derecho de dar tu opinión cuando estoy hablando con ella? ¿Acaso desea afrontar las consecuencias también?
Erick estaba sorprendido. Él era un hombre de 70 años, era indignante que Salvador le contestara de esa manera quien es más joven que él, pero no se atrevió a desafiarlo. -Mateo, somos familia. ¡No hay necesidad de tratar las cosas así! Dile al presidente Cárdenas que Lily no necesita disculparse. Es muy imprudente y seguro no hablaba en serio -dijo Erick.
-Así es. No es para tanto. Es mejor que te disculpes con Liliana y dejemos las cosas de lado -añadió Santiago. Elena los apoyó y asintió con la cabeza al ver que era el mejor momento para reducir la tensión con Erick. No importaba cómo se sintiera Mateo. Liliana miró a Mateo triunfante. «¿Ya ves? Hasta tu suegro te está pidiendo que seas tú quien se disculpe. Si buscas una disculpa de mi parte, sigue soñando.»
Mateo, por el otro lado, se mantuvo serio. «Ustedes solo dicen ser mi familia por la situación en la que están.
¿Acaso pensaron lo mismo cuando Liliana me humilló y le exigió a mi esposa pasar la noche con otro hombre?»
En ese momento, Sasha rompió el silencio:
-Abuelo, creo que le falla la memoria. Creí que mi familia y yo ya no éramos parte de los Coronel. No entiendo por qué ahora se refiere a nosotros como familia.
Una sensación cálida invadió el corazón de Mateo al ver que Sasha estaba dispuesta a tomar su lado en un momento tan crucial, pero al haber hecho esto ofendió gravemente a los Coronel.
-Sasha, cuidado con lo que dices -dijo Santiago muy agitado.
—¡Sasha! -gritó Erick entre dientes. -¿En verdad deseas cortar lazos con la familia Coronel? Como quieras. De hoy en adelante no serás parte del grupo Coronel. Sé que no puedes obtener los 3 millones, así que, Carlos, llama a la policía.
Justo cuando Carlos sacó su teléfono, recibió una bofetada por parte Salvador. —¿Dijeron algo sobre 3 millones? -Salvador alzó la mano y unos hombres que se encontraban cerca le llevaron un maletín de piel. Salvador lanzó el maletín al suelo y dijo:
-Ahí tienen sus 3 millones. ¡Tómenlos!
Al abrir el maletín, todos vieron que este estaba lleno de fajos de billetes de 100 dólares. Esto definitivamente eran 3 millones, si no es que más.
-Tú... -Erick quedó estupefacto al ver el maletín y aún más impactado por el hecho de que Salvador ayudara a Sasha.
-Presidente Cárdenas, el grupo Coronel tiene muchas operaciones con el grupo Cárdenas -dijo Erick. -Verá...
Sasha ya no es uno de nosotros. Presidente Cárdenas, esto no tiene que afectar la relación entre ambas empresas. Todo por alguien como ella.
—Gracias por el recordatorio. — dijo Salvador y procedió a anunciar:
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