El santo millonario romance Capítulo 12

Dayana Berlusconi

Al salir del baño Donovan está en el balcón de la habitación, la cual por cierto es bastante ostentosa desde lámparas con forma de diamantes, una enorme cama donde pueden entrar unas ocho personas, un closet que puede ser mi aposento, sofás blancos, el piso en mármol pulido y creo que el señor Bristol tiene mucha razón cuando dice que su madre ama los lujos.

El hombre se ve pensativo, busco mi maleta y no la veo por ningún lado.

—Donovan ¿Dónde está el equipaje?

—En el closet, —responde sin mirarme, asiento y entro a este comprobando lo ante descripto, tomó el equipaje y saco un conjunto de CH totalmente blanco, pantalones en forma de tubos largo hasta cubrir mis pies mientras que la blusa deja mis brazos descubiertos y con un lazo en el borde izquierdo de esta que me da un toque elegante, recojo mi cabello rubio en un moño algo desordenado sin perder la elegancia.

Mis pies los calzos con un tacón bajo de CH, es claro para todo el mundo que la ropa de esta diseñadora derrocha elegancia, decencia y aunque no sepa mucho de moda para mi ella se gana los mejores lugares de diseño. En mi rostro solo aplico un poco de base, polvo, labial para darle brillo a mis labios y corrector, miro satisfecha lo que he hecho y luego salgo de la habitación, escucho un ruido extraño proveniente del baño y voy a este encontrando a Donovan vomitando.

—Sal de aquí, —suelta al verme, ruedo los ojos y me agacho para dejar pequeñas caricias en su cabello, es algo que hacia mi madre cuando me veía vomitar.

—¿Estas bien?

—Sí, —se pone de pie y se acerca al espejo para comenzar a lavar su cara y boca, se nota algo pálido pero no sigo cuestionándolo.

—Supongo que bajaremos a cenar con tu madre.

—No tengo ánimos pero vamos porque si no mañana no la aguanta nadie, —sale del baño y lo sigo, toma su saco y se lo coloca.

—¿No pretendes bajar como si fueras a la oficina? —lo cuestiono cruzando mis brazos, este se gira a verme con cara de póker.

—Mi ropa…

—Es de oficina y punto, —lo interrumpo, me acerco a él y puedo observar que se tensa, pero me importa poquito.

Llevo mi mano a su saco y hago que se lo quite para luego desabrochar los tres botones de arriba de su camisa blanca.

»Remanga las mangas, no entiendo cómo es que eres un hombre tan elegante, sexi e inteligente y te gusta vestir tantos sacos, —Donovan hace lo que le pido.

—Cuando estás acostumbrado a vivir en tu oficina, no hay necesidad de buscar otras vestimentas.

Es lo que dice y dejo salir un suspiro, Donovan se nota que tiene muy poca personalidad y que la que posee solo es empresarial por lo tanto tendré que ayudarle a tener más confianza en sí mismo.

—Sera mejor que bajemos, —tomó su mano y salimos de la glamurosa habitación hacia la sala, su madre se encuentra allí y el hombre que dice ser su esposo también.

—Buenas noche, —la voz de Donovan se encuentra tensa, aprieto su mano tratando de darle algo de confort.

—Donovan cariño, estábamos esperando por ustedes para pasar al comedor.

—¿No, nos acompaña Gabriel? —Pregunta Donovan y puedo notar que solo es por pura cortesía que lo hace.

—Tuve que salir con sus amigos, —responde Fabricio.

Después de esa charla pasamos al comedor y este es enorme. En este podrían comer una quince personas y realmente esta gente derrocha mucho su dinero, tomamos asiento y a los poco minutos la cena es servida por el personal.

—¿Y a que te dedicas Dayana? —«Genial» pienso mirando con mi sonrisa falsa a Fabricio que fue quien pregunto y ahora la madre de Donato esta sobre mí.

—Dayana es mi asistente personal, —su madre alza sus cejas.

—¿Cambiaste el reglamento de la empresa?

—No, pero soy el jefe y no permitiría que Dayana se me escapara solo por una regla, —anuncia y da un trago a su copa de vino.

—Yo haría lo mismo— suelta Fabricio—. Deberían cambiar esa regla, seguro hay muchos empleados que se encuentran en su misma situación.

—Lo tomare en cuenta para la próxima junta.

—¿Llevan mucho juntos?

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