El santo millonario romance Capítulo 13

Donovan Bristol

Suspiro observando el techo de la habitación, no puedo dormir y olvide traer las estúpidas pastillas que me ayudan a conciliar el sueño, me remuevo en la cama y escucho a mi acompañante dejar salir un extraño ruido de su garganta.

—¿Puedes dejar de moverte? —cuestiona.

—Lo siento, no logro conseguir el sueño, —murmuro con pena—. Iré al sofá para que puedas descansar, —anuncio pero esta me detiene.

—Hay otros modos de conseguir el sueño, —se sienta y enciende las luces.

—¿Cuáles?

—Un orgasmo señor Bristol, —la miro, abro y cierro mi boca sin saber que decir a eso—. Es muy bueno créame ¿acepta?

—Yo…

—Esta vez deberá ser algo mutuo, —anuncia—. Deberá dar lo que recibe ¿entiende?

—La entiendo Dayana, pero sabe que mi experiencia es totalmente nula…

—Tranquilo, sé que tu experiencia es nula y puedo ayudarte con ello, —me interrumpe y la observo dudoso, no quiero que se burle de mí por hacer algo mal.

—Yo…yo…

—Donovan no pienso reírme.

—¿Has estado con hombres vírgenes?

—No, pero no te debes preocupar, no me burlare de ti.

Suspiro y asiento dando mi consentimiento a lo que sea que ella quiera hacer, se acerca a mí y hace que quite mi camisa dejando al descubierto mi torso.

»¿Puedo besarte? —pregunta, asiento.

Sus suaves labios se pegan a los míos y me besa despacio, sigo torpe su beso, su lengua se cuela en mi boca y toca la mía. Llevo mi mano a su cabello y me atrevo a morder su labio inferior logrando que de su boca salga un pequeño sonido que endurece mi pene.

»Aprendes rápido, —susurra, asiento porque no sé qué más puedo decirle—. Denúdame.

La miro por varios segundo con duda para luego alzar su crop top dejando sus pechos descubiertos. Los observo y me permito morder mi labio inferior por lo increíble que se ven.

Alzo mi mirada hasta los ojos de Dayana.

»Puedes tocarlos, —muerde su labio inferior y llevo mi dedos a sus pezones sintiendo su textura debajo de mis dedos. Los acaricio despacio porque supongo no es corrector presionar, pero esta coloca su mano sobre las mías y me motiva a tirar un poco de estos, gime y la observo como se toca ella misma su centro, se recuesta y la miro con confusión—. Quiero que me hagas un oral.

—No sé cómo hacerlo.

—Te guiare, —asiento—. Deja pequeño besos desde la cara interna de mi muslo hasta mi pubis, —pide.

Me arrodillo y agacho mi torso hasta su muslo, beso con delicadeza la cara interna de su muslo y me atrevo a lamerlos también, trazo un pequeño camino hasta su centro y termino besando su pubis quedando a la espera de sus próximas indicaciones.

»Pasea tus boca por mis labios vaginales y da toques con tu labio a mi clítoris, —sé que es aquello y donde se ubica.

Suspiro dejando salir mi aire en su sexo, gime y coloca su mano en mi cabeza incitándome a hacer lo que pidió, me paseo sobre sus labios y presiono mi boca en su clítoris para succionarlo.

—Debería tener más escrúpulo Dayana, —la escucho reír.

—Esa es la zona más erógena de todo el cuerpo.

—Déjeme ser un hombre anticuado

No recibo respuesta, Dayana me masturba y luego la siento lamer todo mi pene, sus manos juegan con mis testículos y me atrevo a darle una mirada conectando nuestros ojos.

No voy a negar que verla lamiendo si amigo no hizo volar mi cabeza.

Cuando me hizo esto en el auto, no me digne a mirarla mientras lo hacía porque la vergüenza controlaba mi cuerpo en ese momento y el razonamiento había abandonado cada hemisferio de mi cerebro dándole paso a los pensamientos impuros.

—¿Le gusta?

—Se siente muy bien, —no puedo mentir y decirle lo contrario, sonríe y besa cada centímetro de la piel de mi pene hinchado. Las venas se marcan en todo su esplendor y Dayana las lame hasta llegar a mi punta, acelera el movimiento de su mano en mi falo y succiona sin piedad mi glande.

El cosquilleo se deposita en mi vientre bajo, alzo mi cadera escuchándola tener una arcada pero no se detiene y es como si supiera que estoy al borde del abismo mismo y como todo un ser oscuro me empuja, gimo y el esperma sale con fuerza, una, dos y tres descarga de mi esencia caliente que es engullida por la diosa en medio de mis piernas la escucho succionar con gozo y tiemblo por su traviesa mordida.

—Ahora podrá dormir en paz, —masculla cuando esta recostada a mi lado, se cubre con las colchas cubriendo su desnudez.

—¿No piensa vestirse?

—El calor que hace esta noche me imposibilitad conciliar mi sueño poseyendo ropa, —me mira con una sonrisa—. Buenas noches señor Bristol, —se gira dándome la espalda y me quedo en silencio por varios minutos escuchando como su respiración se vuelve lenta.

—¿Qué estoy haciendo? —me pregunto para salir de la cama en busca de un bóxer y luego regresar a mi lado donde me quedo dormido mirando la espalda de la mujer que está colocando mi vida patas arriba y haciéndome hacer cosas que no pensaba hacer nunca.

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