Donovan Bristol
—¿Puedes dejar de tocar mis libros? —Tamboreo con mis dedos ansioso mi escritorio mientras que Alexandro toca mis cosas dejándolas desordenadas, no sé en qué momento acepte que este sujeto venga a mi apartamento.
—Relájate, —ruedo mis ojos y me pongo de pie para quitarle el libro el cual coloco de nuevo en su lugar. —Me aburro cuando estoy aquí, —se tira al sofá y sube los pies sobre la mesa de cristal.
Un tic de nervio llega a mi ojo izquierdo.
—Alexandro ¿Qué haces en mi apartamento? —Picoteo con mi pie derecho el suelo alfombrado tratando de mantener la compostura.
—Solo quiero salir con mi mejor amigo a un bar, sacarlo a disfrutar una maravillosa noche con una chica… ¿Te van los hombres?
—No, no me van los hombres y tampoco quiero salir a un bar, —tomó asiento frente a este tratando de ver su siguiente movimiento.
—Dios, Donovan, siempre está aquí o en tu empresa, no tengo idea de que puedo hacer para que salgas un día conmigo ¿Desde lo que paso con…
—Por favor Alexandro, no lo menciones, —lo miro dolido mientras que este pasa una mano por su cabello, suspira y se pone de pie.
—Bien… Me marcho, pero recuerda que estoy aquí para cuando necesites hablar con alguien.
—Gracias, —es lo único que digo para luego acompañarlo hasta la puerta y despedirme de este.
Paso mi mano por mi rostro despejando por varios segundo mis tormentosos recuerdos, camino hasta la cocina donde me encargo de preparar mi cena y luego lavar los platos. Subo hasta mi habitación para entrar a mi baño y así poder darme una ducha rápida e ir hasta la cama, no sin antes tomarme una pastilla para conciliar el sueño por varias horas.
(…)
El insistente sonido de mi teléfono provoca que salga de mi sueño inducido por pastillas, soñoliento tanteo la pequeña mesa de noche hasta encontrar el aparato. Sin leer el identificador de llamada contesto:
—¿Quién?
—Señor Bristol, le tengo una muy mala noticia, —eso me hace pone alerta.
—¿Qué sucede?
—Su secretaria la señorita Thomson sufrió un accidente y está en coma.
«Pobre chica» pienso.
—Entiendo ¿su familia ya lo sabe?
—¿La que estaba haciendo el oral a Alexandro? —Su rostro se pone rojo y yo hago una mueca porque a veces suelo ser muy directo y poco sarcástico—¿Qué quiere Alexandro?
—Nada, me ha mandado para ayudarlo por lo de Diana, —murmura y asiento. —Tengo un listado con posible candidatas y candidatos para escoger su nueva secretaria ejecutiva, —con razón Alex no se ha deshecho de ella, es muy eficiente.
—Comprendo ¿ya tienen citas programadas? —Entro a mi oficina siendo seguido por ella, camino hasta mi sillón y abro mi computador.
—En su correo tiene todas las posible candidatas, me encargue de que sean eficiente y con un perfil de lo que supongo por su antigua secretaria está buscando.
—¿Cuánta son exactamente? —La miro con curiosidad.
—Antes eran doscientas aspirante pero reduje a lista a doce, espero no le moleste, —alzo mis cejas sorprendido.
—¿Doscientas?
—Si señor Bristol, no es por nada y me disculpa, pero ¿Quién en su puta vida no querría trabajar al lado del empresario más exitoso del continente americano? —Se nota muy eufórica al decir eso.
—Bien ¿Quién en es la primera en la lista? —Teclea en su iPad y señala mi computador donde sale el nombre de Rossetta Duran, toco el nombre y me sale su currículo en el cual destacan las lenguas que habla, espero y sea cierto.
—Iniciemos.
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