El santo millonario romance Capítulo 7

Donovan Bristol

—¿En serio tu madre te ha dicho eso? —Alexandro no puede creer lo que me está pasando.

Paso una mano por mi cabello ya que es una manera de aligerar la inquietud que corre por mi cuerpo.

—Yo tampoco puedo creer que sea capaz de entregarle la empresa en la cual mi padre dio su vida a ese zángano, —tamboreo con mis dedos el escritorio mientras observo la mueca que hace mi mejor amigo.

—No puedo creer que diré esto, pero cásate, —lo miro como si tuviera una cabeza nueva, —Sé que odio el compromiso más que nada en este mundo pero necesitas casarte para que no pierdas la empresa.

«Claro porque deseas llevar una vida libertina» pienso.

—¿Eres loco o qué? —Cuestiono. —Nunca me has visto ligando o teniendo una pareja para yo casarme, —le recuerdo lo obvio. Solo pensar en eso me hace perder las esperanzas de quedarme con el linaje y esfuerzo de mi padre.

—Entonces contra una persona para que case contigo y listo, —alza sus hombros. —Hacen un contrato de dos años en los cuales dejas claro los beneficios de esto y tú quedas con tu empresa, te libras de tu madre y todos felices, —lo miro más interesado que nunca porque algo bueno salió de su boca.

—¿Dónde encontrare esa persona?

—Búscala con estas característica… —hace una pausa pensando lo que dirá. —Que sea linda, con problemas económico y que no sea una mujer que busque amor en ti, —enumera cada característica.

—¿Solo eso?

—Profesional, puedes incluso hacer la típica novela romántica en la que el jefe se enamora de su empleada, —comenta rondando sus ojos.

—Bien, —murmuro.

Lo que hare será contratar un investigador para saber quién puedo elegir para este compromiso, no puede ser cualquier persona y solo estoy de acuerdo en varias cosas con Alexandro y es que esta chica debe ser profesional y también asegurarme que sea alguien fuerte para lo que sea que intente interponerse en mis planes de quedarme con la empresa de mi padre.

—Bueno mi deber de hada madrina, —se pone de pies para tomar los documentos que le entrego con cara de póker, —Eres un mal jefe, te presto mi secretaria y me das más trabajo, —ruedo los ojos.

—Ya largo, —empiezo a teclear en mi computador para mirar el documento de la chica que llego tarde porque creo que es la única que es apta para el trabajo y pienso que igual debe estar incluida en mis propósito por lo tanto la mandare a investigar.

(…)

—Señorita Berlusconi, —saco los documentos y se los entrego, —Esto aclara cuanto tiempo durara nuestro pato, soy un hombre que cumple sus palabras y espero usted sea igual, es algo que será beneficio mutuo, —anuncio.

—¿En qué le beneficia que yo sea su esposa? —Suspiro porque era de esperarse que me haga esa pregunta.

—La empresa de mi padre peligra y mi única opción es contraer matrimonio para que esta no caiga en manos de otros, —es lo único que digo ya que es un tema que no quiero estar hablando.

—Comprendo, —observa los papeles que detallan cada etapa de nuestra ‘‘relación’’—Quiere que sea su secretaria y fijamos que nos ligamos…

—Que somos novios, —corrijo, ese vocabulario en una esposa es como algo inapropiado.

—Eso, pero creo que este documento le hace falta algunas cosas, —anuncia dejándolo de lado para mirarme.

Frunzo el ceño ya que me encargue de detallar todo.

—¿Cómo cuáles?

—Después de la boda se supone que debemos ir de luna de miel, faltan las muestras de afecto para que todos se crean el cuento, supongo también quiere que le sea fiel y por su puesto usted deberá hacer lo mismo para que no sospechen del trato, —comenta, eso es algo que no había pensado.

—Se añadirá, pero lo de muestra de afecto ¿a qué se refiere?

—Besos, abrazos, tomada de mano y salidas a citas como una pareja normal, —señala cada punto, —Si quiere que esto salga bien deberá incluirlos…

—Puedo incluirle los abrazos, salida, pero no pretendo besarla, —enarca sus cejas y me mira indignada.

—Yo tampoco quiero besarlo, —suelta.

—Bien, —murmuro serio.

—¿Me presta el bolígrafo? —Señala el que llevo y se lo entrego. —¿Cuándo quiere que vaya a la oficina?

—Mañana a primera hora, —asiente y procedemos a comer cuando el mozo trae lo que pedimos, firma el documento y me lo entrega.

Cuando terminamos de cenar, me ofrezco a llevarla a su edificio ya que me tome la molestia de buscarla para esta junta, nos despedimos y me marche a mi apartamento donde enseguida tome una ducha y me fui a la cama.

Espero que esta decisión de contratar a alguien para casarme no me pese, si mi madre descubre que hice esto no sé de qué pueda llegar a ser capaz, no quiero perder mi empresa y que todo el sueño y visión de mi padre se vaya a la basura por culpa de esos irresponsables.

La alarma de mi teléfono me hace fruncir el ceño y estiro mi mano hasta este para ver el recordatorio de que debo empezar el consumo del nuevo medicamento que me receto la doctora, suspiro y me levanto para buscar en los cajones, me echo una a la boca y procedo a tomar agua para poder bajarlo, suspiro.

Desearía ser de los que no sufren efecto secundario por esta pastilla.

«¿Qué mierda se supone haga ahora? » me cuestiono internamente, echo una mirada al baño y suspiro pensando en lo que hare, me pongo de pies y camino hasta ese lugar sintiendo esa incomodidad matarme.

Inhalo y exhalo, pongo seguro a la puerta por si alguien viene, me miro al espejo y si estoy rojo, echo agua a mi cara tratando de calmar el calor pero este no disminuye. Observo mi pantalón y llevo mi mano hasta mi cinturón para alojarlo, quito el botón y bajo el cierre dejando libre mi bóxer blanco donde mi erección es bastante notoria.

No es algo que acostumbro a hacer pero este es un momento en el que lo necesito para poder trabajar sin molestia alguna, bajo mi bóxer y mi miembro se alza en todo su esplendor, suspiro por esa liberación mientras que la mi punta esta roja con liquido preseminal saliendo sin medida de esta.

«Bien esto será rápido y así puedo trabajar en paz» pienso, sujeto mi miembro e inicio un lento vaivén por todo mi falo apretando con algo de fuerza para tener buena presión sobre este. Muerdo mi labio inferior conteniendo un jadeo, me siento caliente, apoyo mi mano libre del espejo cuando hago más rápido mis movimiento, respiro de manera agitada con cada segundo que pasa hasta que una pequeña comenzó se instala en mi bajo vientre.

Hago presión con mi diente en mi labio cuando sin medir consecuencia me corro soltando mi semen con fiereza hacia el mismo espejo manchándolo con mi sustancia blanca. Cuando termino de vaciarme, suspiro y observo el desastre que he hecho, busco con la mira el papel higiénico y camino hasta este, limpio mi mano sucia por mi semen para luego arreglar mi ropa.

Lavo mi rostro y lo seco para luego limpiar con papel higiénico el espejo manchado, espero nadie se dé cuenta de esto, salgo del baño para caminar hasta donde están algunos documentos que debo llevarme a mi oficina los tomos y una empleada del área de limpieza ingresa a la sala de junta.

La miro y me mira, asiento hacia ella para salir de ese lugar directo a mi oficina encontrando a mi secretaria ejecutiva comiendo en su escritorio.

Arqueo mis cejas sin saber cuál es el motivo por el cual ella está almorzando allí.

—Señorita Berlusconi ¿sabe que tenemos un comedor? —Cuestiono.

—¿Le molesta que almuerce aquí? —Devuelve otra pregunta y eso es de la cortesía aunque yo también lo hago.

—Realmente no, siempre y cuando no manche un documento con eso que come, —señalo su hamburguesa.

—No se preocupe, eso no pasara, —asiento.

—¿Alguien me ha llamado?

—No, pero vino su amigo el señor Bianchini, —anuncia.

—¿Qué quería?

—Pues solo estuvo dándome la bienvenida, —comenta, Alexandro siempre de picaflor. Debo decirle que se mantenga alejado de la señorita Berlusconi, no quiero que mi plan con ella se estropee por sus ganas de mojar su maíz.

—Bien, espero adelante su trabajo, —me marcho a mi oficina sin esperar una respuesta de su parte.

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