El resto se quedaron estupefactos cuando escucharon a Paulina exigiendo a Marina que se arrodillara y se disculpara. Bianca, que odiaba a Marina, se alegró de su desgracia. Saúl frunció el ceño, pero no se opuso, ya que parecía estar dando su consentimiento a la solicitud de Paulina.
La única persona que dudó fue Jorge.
-Este... Esto no es una buena idea, ¿verdad? —«¿Arrodillarse y disculparse? Eso es tan insultante», pensó.
Paulina lo miró con enojo.
—Señor Hernández, ¿qué quiere decir con esto? ¿Quiere decir que merezco ser abofeteada por su empleada?
-No es a lo que me refiero. —Jorge se mostró aprensivo.
-¿Entonces? ¿Qué más tiene que decir? -Paulina se volvió para mirar a Marina con una cara oscurecida—:
¡Marina! ¡Arrodíllate y discúlpate ahora! ¡Ahora mismo!
Marina los miró con sarcasmo.
—Sólo me arrodillo ante los muertos.
Paulina estaba tan furiosa que tembló.
-¡Marina Campos, tú...!
-¡Basta! -Saúl detuvo a Paulina con rapidez. Al mismo tiempo, miró a Marina con una mirada helada—: Marina, ya que no aprovechaste la oportunidad que te había dado, no me culpes por ser desalmado. -Dicho eso, se volvió para mirar a Jorge—. Señor Hernández, nuestra fusión y adquisición fue originalmente mutua. Sin embargo, no veo ninguna sinceridad de su compañía en este momento. Si es posible, espero que pueda despedir a esta mujer. De lo contrario, no veo el punto para nuestra discusión.
Sin esperar a que Jorge respondiera, Saúl escoltó a Paulina fuera del lugar. Sus acciones eran como si estuviera protegiendo algo raro. Marina estaba allí con el puño apretado. El odio que había sido enterrado en lo profundo de su corazón fue desenterrado una vez más. No podía entender por qué. Ya habían pasado tantos años, pero toda esta gente simplemente no le dejaba salida. Todo lo que hicieron fue encontrar todo tipo de medios para acorralarla.
Después de que Saúl y Paulina se habían ido, Bianca habló de inmediato con sarcasmo:
—Algunas personas son inteligentes, sin duda. ¿Cómo te atreves a molestar a nuestro VIP? ¿De verdad crees que la empresa no puede estar sin ti sólo porque tienes un proyecto? —Después de decir eso, Bianca miró a Jorge que estaba a su lado-. Gerente General, ¿qué hacemos ahora?
Jorge se había quedado sin palabras por un momento, luego señaló a Marina y dijo:
-Tú... tú... ¿Por qué me metiste en tantos problemas?
Marina estaba indiferente y sonrió con sosa:
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