Unos días después, Janet llegó a una pequeña iglesia en los suburbios con un sencillo vestido blanco.
Ella se casaría ese día.
De hecho iba a convertirse en la esposa de un hombre al que nunca había visto antes.
Cabe destacar que ni siquiera se molestó en alquilar un vestido de novia porque no quería gastar dinero en eso, sin mencionar que todavía tenía que pagar los honorarios médicos de la cirugía de Hannah.
Teniendo eso en cuenta, solo compró unas pequeñas florecitas blancas y le pidió al vendedor que le diera una cinta de seda blanca adicional para trenzar su cabello. Al final, quedó luciendo muy pura e inocente.
Aunque ya era la hora de la boda, el novio aún no había llegado. El lugar donde se llevaría a cabo la ceremonia estaba casi vacío, pues solo habían llegado unas pocas personas.
"No te preocupes, probablemente esté atrapado en el tráfico. Esperemos un poco más", le dijo Bernie a Janet a modo de consuelo.
La respiración de Janet tuvo un leve aumento en ese punto.
Ella había oído algo sobre el hombre con el que se iba a casar; su nombre era Ethan Lester. Él no tenía un trabajo decente y era un holgazán que perdía el tiempo saliendo con vagos de las calles todo el tiempo, y la idea de ser la esposa de alguien como él hizo que el estómago de Janet se revolviera de ansiedad. No obstante, ella no tenía elección.
"¿Por qué el novio y su familia no han llegado todavía?", cuestionó Piona de ceño fruncido mientras miraba al puñado de personas en la iglesia. Ella llevaba puesto un hermoso vestido morado claro, y el sutil maquillaje que tenía acentuaba sus rasgos. Se veía despampanante.
Parecía que la familia Lester no valoraba el matrimonio. Sin embargo, a Janet no le molestó puesto que a ella solo le importaban los gastos médicos de Hannah.
Inclinándose más cerca de Piona, le susurró: "¿ Me darás el dinero tan pronto como termine la boda?".
Ya les había prometido a sus padres adoptivos casarse a cambio del dinero para salvar la vida de Hannah.
"Oye, somos familia. ¿Por qué sigues hablando de dinero todo el tiempo? Pero no te preocupes, te daré el dinero tal y como lo prometí. Ya no sigas preguntando por eso". Independientemente de cuán amable intentara sonar Piona, la impaciencia era evidente en su voz.
En ese momento, llegó Jocelyn.
Con eso, se giró y se burló. "¿Por qué no ha llegado el novio todavía? Si llega tarde a su propia boda, ¿cómo podría ser confiable? Su familia tampoco se ha molestado en venir. Parece que no les importa ese bastardo".
Jocelyn era la princesa de su familia, donde nadie le diría nada por hacer comentarios tan groseros. No obstante, estaban en un lugar público y ella era la hermana de la novia, de modo que su comportamiento malcriado y presuntuoso se había convertido en el tema en las bocas de todos los presentes.
Levantándose suavemente el dobladillo del vestido, Janet dio un paso adelante. Si bien ella había tolerado a Jocelyn a pesar de lo arrogante y cruel que había sido en el pasado, ya no podía aguantar más sus tonterías. "¡No llames 'bastardo' a nadie! Estás en una iglesia ahora, ¡ así que cuida tu boca! ¿Acaso no tienes modales?". Jocelyn se sorprendió porque nunca había visto a Janet ser así. Es decir, ella siempre había sido tolerante.
Ante eso, la iglesia se quedó en silencio, y de pronto la puerta se abrió con un crujido.
Un hombre alto entró, y la deslumbrante luz del sol parecía delinear su esbelto cuerpo.
Cuando la puerta se cerró de nuevo, el hombre miró hacia arriba y sus profundos ojos recorrieron la multitud mientras sus labios estaban apretados en una fina línea. Luego se abotonó el traje y se alisó el abrigo como si hubiera ido allí con prisa.
La luz del sol arrojaba un suave resplandor sobre su hermoso rostro, y la verdad era que parecía que Dios había puesto todo su esfuerzo en crearlo. De hecho los ojos de los invitados estaban puestos en él como si los hubiera hechizado.
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