El Socio de mi padre romance Capítulo 13

Axel Vega Lazcano

León, Guanajuato, México

Después de esa entrega maravillosa y llena de sentimientos que habíamos tenido el uno con el otro, nos quedamos abrazados un rato en la cama. Esa noche había sido la más inolvidable para mí, después de haber hecho mía a la mujer de la que realmente estaba más que enamorado, no sabía porque esto no se había dado antes.

–Axel, te amo mi amor – Me dijo Amaia, así como estaba acomodada en mi pecho – Te amo mucho, no puedo creer que estemos así, juntos, después de toda mi vida estar enamorada de ti, de veras que no me lo puedo creer.

Empezaba a creer que mi mundo apenas comenzaba, me sentía como si por primera vez estuviera haciéndole el amor a una mujer. Era como si estuviera viviendo en la luna, estaba soñando despierto y no quería despertar, no quería que esto acabara nunca.

–Yo apenas si lo puedo creer mi hermosa Amaia, pero es totalmente real, totalmente hermoso y totalmente verdadero, es cierto todo lo que te he dicho cariño – La besé nuevamente en los labios – Quiero que vivas todo conmigo, que tengamos todo juntos y que nunca, pero nunca olvides que te amo.

–Nunca podría olvidar eso, Axel. – dijo suspirando. – Y tú tampoco olvides que también te amo.

Amaia permaneció en mi pecho descansando tranquila, y comenzó a quedarse dormida, lo noté por cómo fue bajando el ritmo de su respiración. Yo comenzaba de a poco a quedarme dormido al igual que ella, pero después caí en la cuenta que no habíamos cenado nada, al menos no todavía y me preocupaba eso, por lo del desmayo que había tenido ayer Amaia.

La moví un poco, con toda la suavidad del mundo y al sentir que estaba profundamente dormida, la dejé descansar un rato más y me perdí en el sueño al igual que ella. Más tarde sentí sus besos en mis labios, haciéndome despertar de inmediato. Amaia ya estaba despierta y me estaba llenando de besos, que yo encantado recibí, dejé que me siguiera besando, me encantaba que fuera muy tierna conmigo.

–Axel, ¿Estás muy cansado mi amor? – Me preguntó con una voz muy seductora – Sí es así, te dejo descansar.

–No Amaia, lo que menos quiero ahora es descansar cariño – Respondí colocándola encima de mí – Quiero por ahora aprovechar cada segundo de tiempo contigo. Pero antes, deberíamos de bajar a cenar. Tenemos que cenar algo y más tu cariño, ayer te desmayaste y no quiero que te pase nada.

No me lo perdonaría si algo le pasaba estando yo presente, por eso había que evitar que se malpasara con la comida y ya estábamos llegando tarde a cenar.

–Lo único que me pasará es que me moriré, si no me amas de nuevo en este momento – Ella me miró con los ojos llenos de deseo – Quiero que volvamos a hacernos el amor, Axel.

Estamos iguales, por cualquier motivo la quiero tocar y besar y siento que no me es suficiente, no quiero ser muy pegajoso, pero ella tampoco me deja otra opción, porque cuando me ve con esos ojos tan llamativos enciende todo en mí.

–Y tú a mí, mi amor. – Digo con la respiración entre cortada.

Su cabello cae en cascadas, tira la cabeza hacia atrás y veo sus montañas a mi alcance, la toco, la aprieto y quiero más, de lo que me está dando, ahora el que se está volviendo loco soy yo. Porque no me es suficiente, no me he saciado aun. Esta vez nuestros movimientos son intensos, salvajes. El sudor corre por mi frente, mi espalda, estoy en completa ebullición.

Me impulso hacia arriba, disfrutando cada centímetro que roza su interior, Amaia aprieta con fuerza y me toma de los antebrazos, yo hundo mis pulgares en el hueso de sus caderas y me vuelvo a impulsar, entonces ella empieza a subir y bajar muy despacio dejándose guiar por mí, echa la cabeza hacía atrás y contrae la espalda, estoy viendo sus movimientos y nuestra unión, cierro los ojos y respiro profundo, sé que estamos llegando al punto de quiebre, siento como aprieta sus muslos, y sus manos vuelven a tomarme de los antebrazos.

–Vamos, preciosa, córrete para mí. – Le digo en un susurro.

Con esas palabras hago que se contraiga a mí alrededor, mis caderas empiezan a moverse con más rapidez. Y cuando ella alcanzó un último pero muy intenso orgasmo, me dejé ir con ella, al cielo del placer al que juntos subimos y bajamos cuando acariciamos las nubes. Le permití que se recostara en mi pecho y nos volvimos abrazar, había sido intenso y hasta siento que me tiemblan las piernas.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Socio de mi padre