Axel Vega Lazcano
León, Guanajuato, México
Luego de nuestro ataque de llenarnos de besos, Amaia y yo antes de entrar a la junta, nos fuimos a la cita que teníamos con el cliente. A mí me gustaba ser puntual y no podía permitir que llegáramos tarde, siempre teníamos que estar antes que los clientes. Era una regla mía. Bajamos del auto y entramos al lugar, afortunadamente con todo y que nos detuvimos a consentirnos un poco, logramos llegar a tiempo.
–Axel, Amaia ¿Qué hacen por acá? – Nos sorprendió Bin Laden – Ando bien ebrio todavía.
Nos podíamos dar cuenta de la cara que traía, parecía que se acababa de parar de su cama o más bien nunca se llegó a acostar.
–Hola Bin Laden – Lo saludamos – Venimos a la junta con el cliente ¿No te acuerdas?
–Sí, pero ¿Ese caso no lo llevas tú con Ale, Axel?
Entonces no estaba mu borracho que digamos, para que se acordara de algo como eso, solo esperaba que no fuera a meter la pata de contarle a Mauricio.
–Sí, pero escúchame por favor, no le digas nada a Mauricio de que Ale no está aquí – Le pedí – Es que está en estado inconveniente y Amaia ha venido en su lugar.
–Mucho que digamos no se parecen, pero Amaia es la mujer más inteligente que conozco, en una de esas te convino que viniera ella y no Ale – Decía Bin Laden – Suerte en su caso, chicos.
–Gracias Bin Laden – Amaia lo abrazó – Por eso de que no le dirás nada a mí papá.
–Descuiden, ahora vayan ahí a ganar ese caso. – Nos dijo nuestro compañero.
–Así lo haremos y millones de gracias – Respondimos Amaia y yo.
Entramos a la junta y ese día lo recuerdo perfectamente, como si hubiera sido ayer, Amaia deslumbró a nuestro cliente con su inteligencia y durante la junta nos fue bastante bien, ella sin ser abogada parece que estaba muy bien informada por Ale de lo que iba este caso, pues muy fácilmente llegamos al trato que es lo que ambos estábamos buscando.
–Muchas gracias, licenciado Vega y licenciada Domínguez – Nos agradecía el cliente al término de la junta – Les paso los honorarios de su comisión y los estaré contratando como mis abogados de cabecera.
Habíamos ganado más de lo que esperábamos, un nuevo cliente fijo, era una buena noticia, para Mauricio y para Ale, y gracias a la hermosura de mujer que estaba a mi lado. No solo nos había salvado el pellejo, había conseguido una nueva firma.
–Por nada señor Gutiérrez, mi socia y yo para eso estamos, para servirle – Le hice saber – Que bueno que ha quedado satisfecho con nuestro trabajo.
–Más que satisfecho feliz. El trato que me han conseguido preserva mis intereses y me ha hecho perder menos dinero del que yo, tenía pensado.
Con solo eso había llegado a la mejor de las conclusiones, no me imaginaba que podía llegar a hacer, si se dedicaba a la abogacía.
–Amaia, me encantas. No sólo eres bella, eres muy inteligente, te amo preciosa. Te amo como no tienes idea – Me orille en un lugar para besarla.
Amaia se derretía en mis brazos y se estremecía con mis besos, estábamos tan perdidos el uno en el otro que nos olvidamos por completo de llamar a Ale, hasta que ella nos llamó trayéndonos de vuelta al mundo real, por lo que tomé de inmediato su llamada.
–Axel, Amaia qué bárbaros son los dos – Nos reclamaba Ale – Me tienen aquí, con el alma en un hilo y no me dicen ¿Cómo les fue en la junta?
–No lo sé Ale, no sé si ya se te bajó la cruda para saberlo – Le dije haciéndola desesperar – ¿Cómo te sientes? Me vine preocupado por ti, ¿Sí enviaste el trabajo y las tareas de Amaia con su novio, al Tec?
Yo volteaba a ver a Amaia, para morirme de risa con ella y escuchar como Ale se moría de la desesperación, la paciencia no era el fuerte de las mujeres Domínguez.
–Sí Axel, mandé todo lo de Amaia con Luis Miguel. Ahora por favor, díganme ¿Cómo les fue? – Preguntaba Ale de nuevo – Espero que me digan que excelente.
No se lo iba a creer cuando se lo contara, más bien iba a temblar cuando le dijera que su puesto como mi socia estaba peligrando. Amaia le daba tres vueltas, sin hacer ningún esfuerzo.
–Nos ha ido muy bien Ale, hemos llegado al trato y ganado el caso. Así que hoy por la noche espero que nos hagas algo delicioso de cenar, para celebrar.
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