El Socio de mi padre romance Capítulo 32

Amaia Domínguez García

León, Guanajuato, México

Estábamos desayunando tranquilamente, pero yo me tenía que apurar, dentro de poco pasaría Luis Miguel por mí. Qué bueno que actué con rapidez y le mandé mensaje.

–Amaia, ¿Te trataron bien los papás de Luis Miguel? – Ale estaba intrigada – Espero que sí, porque me encantan ustedes como pareja.

–Sí Ale, me trataron muy bien. Son muy buenas personas – Respondí con la verdad – Me invitaron a pasar un fin de semana con ellos en la casa de campo.

–Lo de ustedes está muy en serio y eso me gusta. Quisiera estar yo así, con alguien, Me gusta alguien Amaia.

–Creo saber quién – Le guiñé el ojo – Pero, prefiero que me lo confirmes.

–Un día y en otro ambiente lo sabrás y de paso me ayudas con él. Cambiando de tema, que pesada se puso anoche, la mujer de Axel, no sé cómo alguien como él se pudo casar con una mujer así de insoportable.

–Sí, ella es muy nefasta, pero, no podemos hacer nada. Además, a lo que vi en la fiesta del despacho, Axel estaba muy contento con ella.

–Los hombres son unos tontos, Axel se merece a otro tipo de mujer y no a alguien, así como ella.

No quise seguir diciendo nada más de Axel, ni que Ale dijera nada más del asunto, no quería regarla haciendo obvio lo que yo tenía con él, así que mejor me quedé callada. Ale, al parecer interpretó mi silencio y ya no dijo nada de Axel en lo que terminábamos de desayunar.

–Voy a recoger la cocina Ale, mientras tú puedes alistarte para irte al despacho – Le ofrecí – Hoy es cuando no viene la persona que te ayuda ¿Cierto?

–Ya no vendrá, no sé qué pasó con uno de sus hijos – Ale estaba molesta – Necesito que te encargues de buscar a alguien que nos ayude Amaia, por favor. Sabes que esto de hacer cosas de casa, no es lo nuestro.

–Ni que lo digas. – Le dije.

Era lo que menos nos gustaba hacer, estábamos acostumbradas a no hacer nada, bueno los quehaceres de la casa, desde que éramos niñas, Petra, tenía a muchas personas que la ayudaban en la casa y nosotras seguíamos esa costumbre después de salir de su casa.

–Me voy a apurar, ahorita salgo ¿Vendrá Luis Miguel, por ti? Para que se vayan juntos al Tec, si no es así hoy tengo algo de tiempo y puedo llevarte.

–No Ale, sí vendrá él por mí. Tómate tu tiempo.

Ale se metió a su recámara para terminar de alistarse, yo me apuré recogiendo todo y cuando menos esperé ya estaba ahí Luis Miguel, tocando la puerta para que nos fuéramos, le avisé a Ale que ya nos íbamos y me salí con Luis Miguel. Nos subimos al auto y estábamos tomando camino para irnos al Tec, cuando mi novio falso y amigo se empezó a reír de mí.

–Amaia, siento estarme riendo de ti pero es inevitable – Seguía con su ataque de risa – No pensé, que después de tu amorío con el chico español, te fuera a ver de nuevo así, feliz y enamorada.

–Pues ni yo lo hubiera pensado Micky y descuida que, puedes reírte todo lo que quieras, te doy permiso – Me reía también de mí misma – No pensé jamás, que él me fuera hacer caso.

Era un amor, mi amigo, nos estaba dando nuestro espacio, porque en cuanto se alejara, nos perderíamos en nuestro mundo, los demás dejarían de existir, como nos pasaba cuando estábamos juntos. Solo éramos él y yo.

–Gracias Micky, Axel, te amo mi amor, pero ¿Qué haces aquí? Gracias por el girasol, me ha encantado.

–Más me encantas tú a mí, salí por un medicamento para Elisa que no había en existencia y lo conseguí en otro lado y vi el girasol y quise traérselo a mi mujer.

Lo abracé sin querer soltarlo, él tampoco quería soltarme a mí, después nos besamos muy desesperadamente, como si no estuviéramos en la entrada del Tec, hasta que lo solté más a fuerzas que de ganas, necesitaba parar esto o seguiríamos besándonos delante de los demás alumnos.

–Te amo mi rey, pero tengo que ir a clases.

No quería que se fuera, sin embargo, yo tenía que asistir, a todas las clases, si estuviera en otras circunstancias, no me importaría faltar las veces que quisiera. Me iría a donde Axel, me llevara.

–Que te vaya bien cariño, pasaré por ti ¿Quieres? – Me estaba pidiendo permiso.

–Por supuesto, mi amor.

Me encantaba que fuera tan tierno y detallista, esperaría con impaciencia a que vinera por mí, para ir a visitar a su hermana, Elisa.

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