Amaia Domínguez García
León, Guanajuato, México
No supe ni qué hora era, cuando Axel me despertó. Me sentí mal conmigo misma por quedarme dormida, pero fue algo que no pude evitar, estaba muy cansada de todo lo que había pasado.
–Amaia cariño, ya es de día mi amor – Axel me besaba tiernamente – Tengo que llevarte a casa de Ale, para que te cambies para ir al Tec.
–Sí mi amor ¿Y Elisa? – Pregunté preocupada – Dime por favor, ¿Cómo sigue?
–No lo sé cariño, mis papás llegaron hace un rato y están hablando con el doctor y también Lore. Yo te llevaré con Ale y regreso.
No lo podía creer, los padres de Axel, me habían visto durmiendo en su pecho, que vergüenza, tenía que haber permanecido despierta y no estar aquí en brazos de su hijo.
–Axel, ¿Qué tus papás están aquí? Hay Dios mío – Me alarmé enseguida – No quiero, que tengas problemas por mi culpa.
–No pasa nada preciosa, ellos ya saben de lo nuestro – Axel me abrazó – Mis papás te adoran y del lado de mi familia, debes saber que nadie se opone a lo nuestro.
–Vámonos, mi amor. – Le dije.
Me sentí un poco más tranquila cuando me dijo eso Axel, pero también me daba pena. Ellos sus padres y sus hermanas podrían estar de acuerdo con mi relación con él, pero eso no me quitaba que yo siguiera siendo lo que era, su amante, la que no debía ser presentada ni vista en público con él. Axel y yo, íbamos de salida del hospital cuando su mamá nos alcanzó.
–Axel hijo, Elisa ha reaccionado – Informaba ella – Quiere verlos a ti y a tu hermosa chica.
–Hola señora – Dije apenada – Lo siento, por estar aquí con Axel, yo sé que quien debería de estar es Cecilia, pero…
–Pero nada Amaia – Me abrazó – Siempre supe, que Axel y tú iban a terminar estando juntos.
La señora, no permitió que yo siguiera hablando, no fue grosera, todo lo contrario, me aceptaba el que estuviera con su hijo.
–Gracias por apoyarme en mi decisión de estar con Amaia, mamá – Axel estaba agradecido de sobremanera.
–Por nada hijo, vengan conmigo por favor. – La señora estaba feliz.
Axel y yo, fuimos tomados de la mano a la habitación de Elisa, mientras que su mamá nos esperaba afuera. Al entrar ahí, yo quedé muy impresionada al verla así, tan mal, tan pálida, tan fatal y casi sin vida o eso me parecía a mí. Ella al vernos nos sonrío.
–Amaia, Axel vengan – Elisa nos habló con un hilo de voz – Por favor.
–Aquí estamos hermanita – Axel tomó la mano de Elisa – Gracias a Dios que has reaccionado. Nos has dado un buen susto.
–Sí Elisa, me alegra ver que te vas a poner bien – Se me salían las lágrimas – Siempre estaré para ti.
–Gracias a ambos, aún me siento mal. Quería verlos para darles las gracias por salvarme, Lore me dijo que ustedes me trajeron y de no ser así yo, ya no existiría.
–No digas eso Elisa, estás aquí y todo pasa por algo – Quise animarla – Te vas a poner bien, yo iré al Tec, pero cuando salga voy a venir a verte.
Esta plática la teníamos que tener, era como algo demasiado delicado, que debíamos esperar el momento debido, para poder decirme lo que en realidad necesitaba saber.
–Sí a mí también me urge, sabes que no debo perder clases o adiós a mi beca.
Era un compromiso conmigo misma, era de las pocas cosas que podía dejar pasar, no podía faltar a mi palabra, estaba en juego mi buen promedio y aprovechamiento.
–No dejaré que eso pase, ingeniera. – Me dijo mi amor.
–Aún no soy ingeniera, pero gracias por eso, licenciado.
Axel se estacionó dónde siempre, en la calle de atrás y después de despedirnos, entre beso y beso luché por alejarme de él y cuando lo logré él se fue y yo corrí a casa de Ale, que cuando yo llegué ya estaba desayunando.
–Hola Amaia, buenos días, dile a Luis Miguel que se pase a desayunar – Me dijo mi hermana – Hay bastante, se les hizo muy tarde ¿Cómo estuvo la cena?
Era lo que me había esperado, su interrogatorio, con respecto a lo de mi visita casa de mi supuesto novio, tendría que decirle parte de la verdad.
–Hola Ale, me tuve que venir en un taxi – Improvisé – Como lo has dicho a Luis Miguel y a mí se nos pegaron las cobijas y él se quedó bañándose y arreglándose para ir al Tec y yo vine a hacer lo mismo, me voy a bañar rápido y te alcanzo a desayunar.
–Sí Amaia, apúrate. – me dijo mi hermana.
Entré a la recámara a bañarme y a arreglarme muy rápidamente, le envié un mensaje a Luis Miguel, para que viniera por mí y él accedió encantado. Ya que estaba lista, salí para desayunar con Ale, quién se alegró por eso, no le gustaba desayunar sola.
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