El Socio de mi padre romance Capítulo 53

Axel Vega Lazcano

León, Guanajuato, México

Esa maravillosa y dulce entrega que tuvimos el fin de semana Amaia y yo, fue lo mejor de lo mejor, la pasamos encerrados en el departamento entregándonos al amor cada vez que teníamos ganas, lo cual era casi todo el tiempo. El domingo por la noche, al fin la güera se dignó a aparecerse en el departamento y con ello, le volvió el alma al cuerpo a Amaia, pensando que se pudo llevar su auto, lo cual me daba risa.

–Hola chicos – Nos saludó la güera – Veo que están muy enamorados y felices. Por eso no me aparecí aquí ni viernes, ni sábado.

Yo me lo había imaginado, la güera era muy consiente que entre Amaia y yo iba a haber una reconciliación y dedujo que estaríamos muy acaramelados y encerrados en nuestra recamara y no seriamos nada sociables ese fin de semana y acertó.

–Hola güera – Respondió Amaia – Pensé que habías desaparecido, menos mal que solo lo pensé pero que aquí estás.

La preocupación de Amaia, se debía más bien a la desaparición de su auto, ella no podía vivir sin su clásico, pero no debió preocuparse, la güera sería incapaz de quedarse con algo que no le pertenecía.

–Sí aquí estoy, por cierto, te hago entrega de las llaves de tu auto – La güera se las entregaba a Amaia en sus manos – Se maneja muy padre y le puse gasolina, así que no te preocupes.

–Hola güera, que bueno que has vuelto tú con todo y el auto de Amaia, que si le pasa algo no quiero ni pensar, como te hubiera ido a ti – Le dije riéndome divertido – Amaia ama más a ese auto, que a mí.

Le aseguré y no estaba nada equivocado, porque si algo le pasaba a su auto, de entrada el culpable sería yo, pues por mí, la güera se lo había llevado.

–No lo creo amigo, los veo tan enamorados que no creo que, en este mundo, exista una pareja que pueda amarse más que ustedes.

Así era, yo amaba Amaia, por sobre todas las cosas, mi situación no me permitía poder demostrárselo a plenitud, pero cuando estaba con ella, me olvidaba de todo por completo, mi mundo le pertenecía completamente a Amaia.

–En eso tienes razón güera – Amaia se adelantó a responder – Nadie en el mundo, podrá amar a Axel como lo amo yo.

–Lo mismo digo yo, acerca de ti mi hermosa Amaia. Nadie te amará como te amo yo – La besé mucho delante de mi amiga – Tú, ¿Qué nos cuentas güera?, ¿A dónde te fuiste viernes y sábado?

Era un misterio y quería saber que habia sido de mi amiga esos dos días, porque ni siquiera fue capaz de mandarnos a alguno de los dos un mensaje.

–Me fui con un amigo que estaba en la ciudad y salimos por ahí. No me quise aparecer aquí para no echarles a perder, su reconciliación que, por lo que se ve estuvo demasiado buena.

–Sí estuvo maravillosa – Suspiré – Pero bueno, ¿Nos vamos a algún lado a cenar?

Que ellas eligieran, lo que fuera sería bien recibido, mi estómago se los agradecería enormemente, si no comía algo pronto, estaba seguro que ya no le iba a poder cumplir más tarde. Así que la cena sería bienvenida fuera lo que fuera.

–A mí, lo que más me gusta eres tú, Axel. – Dijo con coquetería.

–Lo sé preciosa. Apenas puedo creer que ya, nos hemos reconciliado – Dije emocionado - No podía estar enojado contigo, por mucho tiempo.

Ese tiempo que estuvimos separados, se me hizo eterno, no sabía ni que era lo que hacía, necesitaba estar en paz con ella, para poder funcionar bien, pues había pensado mucho en lo que le había hecho.

–Ni yo contigo, sabes lo mucho que te amo – Me recordó – Iré a decirle a la güera que pida algo de cenar.

–Sí amor, yo ahorita las alcanzo.

Amaia salió a decirle a la güera lo de la cena, yo aproveché el rato que me quedé solo para responder unos mensajes del celular, que eran de ella de Cecilia, de mi esposa. Por mucho que nos desconectábamos el fin de semana, tenía que ver lo que quería de mí, esa mujer. Casi nunca se comunicaba conmigo los fines de semana.

Vi los mensajes y mejor debí de no haberlo hecho. En ellos esta mujer decía que ya había arreglado todo para que fuéramos a Puerto Vallarta y eso para mí, no tenía ninguna gracia, yo no quería llevarla y lo peor es que se enteró que era con motivos de trabajo.

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