Axel Vega Lazcano
Puerto Vallarta, Jalisco, México
Llegamos ese martes en la tarde a Puerto Vallarta, después de un vuelo muy tranquilo, claro que yo no estaba nada feliz, no estaba con mi Amaia y por el contrario había tenido que traer a la molesta de mi esposa. Llegamos al hotel y nos fuimos todos los que íbamos a instalarnos a nuestras respectivas suites.
Al subir, Cecilia estaba vuelta loca de emoción, era el mejor hotel de Puerto Vallarta, un hotel de cinco estrellas y la suite estaba preciosa, debería estar aquí Amaia en lugar de mi esposa, eso pensé. Y si no estaba Amaia, preferiría estar solo, que con la cabeza hueca de Cecilia.
–Axel, esto está de lujo – Cecilia empezó a sacar fotos como una demente – Me encanta, el haber venido contigo. Que de algo me sirva, tener que aguantar tu amargura.
Tenía el descaro de decirme, cuando la causante de mi amargura era ella, y solo ella, ya no la aguantaba, no sabía de qué forma decirle que me dejara en paz, se estaba convirtiendo en la peor de mis pesadillas.
–Menos mal que a ti, te sirve soportar mi amargura – Rebatí – A mí, nada me ayuda a soportar tu estupidez.
Acaso no se daba cuenta de todo lo que hacía, era como si le diera satisfacción verme enojado al llevarme siempre la contraria.
–Eres un majadero, te recuerdo que todo lo que eres Axel, es por mí. Me merezco esto y más, porque si no te hubieras casado conmigo, nadie sabría quién es el Licenciado Axel Vega, serías un pobre diablo.
Odiaba esos comentarios de Cecilia, que siempre a la primera oportunidad, me cantara las cosas y dijera lo de siempre, que gracias a ella yo era alguien. No quería pelear con ella y afortunadamente ni tiempo había. Tenía que ir al evento de bienvenida para los integrantes del curso y tenía el tiempo justo para bañarme y arreglarme.
Eso fue lo que hice, tomé todas mis cosas y me dispuse a bañarme, cerré con seguro la puerta del baño, no quería que me interrumpiera con sus acosos y cuando estaba por salir de la suite, Cecilia salió de nuevo con sus dramas.
–Vamos llegando y ya me vas a dejar sola. Eres increíble Axel, yo pensaba que bajáramos a la playa a ver la luna – Dijo ella con voz chillona – Ándale, dile a Mauricio que mañana empieza el curso, no ahora y que quieres pasar un rato hermoso con tu esposa.
–No Cecilia, la que no entiende eres tú, te recuerdo que yo no te invité, tú te auto invitaste, que es muy distinto – La miré con coraje – Te advertí, que yo venía a trabajar. Llama a tus primas o ve que haces, no puedo atenderte, adiós.
–Es porque ya, te vas con ella con la estúpida de Alejandra, siempre ella, ella y ella, esto es solo una tapadera, para estar con ella – Cecilia aventó un tacón – Me tienes hasta la chingada, Axel.
La miré de arriba abajo, ya no me interesaba como mujer, no la deseaba y ella se daba perfectamente cuenta, pues desde antes de andar con Amaia, no la tocaba.
–Tú me tienes peor a mí, ya no te soporto. Quisiera que te borraras de mi vida para siempre, que ganas de molestarme cuando sabes perfectamente que no te amo.
A ella se le llenaron los ojos de lágrimas y a mí me valió, salí de la suite muy enojado y cuando iba bajando para llegar a dónde era la bienvenida del curso, me encontré a Mauricio, así que llegamos juntos al evento. Hicieron la apertura del curso, habló el presidente del Colegio de Abogados de México y después pasamos a la cena, a la que no le tomé sabor porque la extrañaba, a ella, a mi chiquita, a mi Amaia.
Me separé un poco de todos después de cenar y la llamé, ella afortunadamente, me respondió de inmediato, quería escuchar su voz y olvidarme que en la suite me esperaba la mujer más detestable del mundo.
–Hola mi amor – Su dulce voz, me volvió a la vida – Axel, ¿Cómo estás?, ¿Cómo está el curso?, ¿Cómo te fue de viaje? Te extraño.
–Vamos todos a dormir, vengo muerta yo también – Respondió Ale – Axel, ¿Vienes?
–Claro, vamos. – Respondí.
Subimos todos en el ascensor, al bajar en nuestro piso Ale y Mauricio se fueron a su suite y yo, me fui a la mía, no quería ni meter la llave porque me temía que vendría otro enfrentamiento con la desgraciada de Cecilia, pero afortunadamente desde que entré reinó el silencio.
Recorrí la suite buscándola y nada de ella, eso era genial. Me puse cómodo y me acosté a dormir, con un solo pensamiento en mi mente, en ella, mi hermosa Amaia.
Al día siguiente, me levanté muy temprano y me bañé, me vestí y me arreglé para bajar al primer ciclo de conferencias. Mi esposa no había llegado a dormir, lo que era mejor para mí, así no me amargaba el día desde temprano. Bajé al evento y pasamos antes de las conferencias a desayunar. Me senté con Ale y platicamos un poco.
–Axel, te ves muy cansado ¿Estás bien? – Ale tomó mi mano en la mesa – No quiero que te pase nada, ya bastante preocupada estoy por Amaia.
–No me pasa nada Ale, además de lo que ya sabes, tengo problemas con Cecilia y este viaje con ella, supondrá un verdadero infierno.
–Lo sé, anoche cuando bajamos a lo del evento la vi irse con dos mujeres que vinieron con ella, pensé que iría contigo al evento.
–Gracias a Dios no lo hizo, yo no hubiera soportado llevarla y menos traerla con estas finas personas del curso. Cecilia no tiene modales, no tiene educación, no tiene nada.
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