Axel Vega Lazcano
Puerto Vallarta, Jalisco, México
La solté y ella se puso histérica, comenzó a aventar cosas del lugar, hasta los vasos, los platos y cosas del evento. Que coraje y que vergüenza sentí en ese momento y no contenta con eso, se fue de nuevo a gritarle a Amaia.
–Mira, niñita, te haces la santa, pero eres tan zorra como la güera y tan puta como tu hermana, Alejandra – Le escupió en la cara – Te odio y las voy a matar a las tres.
–Con mi hermana no te metas pendeja – Ale agarró de los cabellos a Cecilia – Que ella, no tiene nada que ver con tu marido. Ni yo tampoco, aquí la única con quién Axel debe estar acostándose es con la güera.
Ale, se estaba defendiendo como podía y como no le caía bien la güera, la habia incriminado a ella, pues no iba a decir que su hermana, Amaia, se acostaba conmigo.
–A mí tampoco me metan en sus problemas – Se defendió la güera – Yo no ando con Axel, todos saben que solo somos amigos.
Cecilia, quiso pegarle de nuevo a Amaia, algo dentro de ella desde ese momento le gritaba la verdad, pero Ale no se detuvo y aventó al suelo a Cecilia, se dieron de golpes, Cecilia aun con su brazo enyesado se defendía, y después un chillido masivo de Cecilia, terminó con todo. Ale le quebró la nariz.
–Te voy a demandar, idiota – Chillaba Cecilia – Te vas a pudrir en la cárcel, Alejandra.
Bin Laden, regresó acompañado de Mauricio quién observaba la escena con una cara que no era otra, sino la de decepción. Como era lo lógico, pues veníamos aquí de viaje de trabajo y ahora, todo se había convertido en un circo derivado de mis problemas matrimoniales, con la infeliz de Cecilia.
–Axel, necesito hablarte – Mauricio me dijo con autoridad – A la voz de, en este momento.
Mauricio tenía cara de pocos amigos y la regañada que se avecinaba, no sería nada grata, porque me imaginaba que esto había sido la gota que derramó el vaso.
–Claro socio, vamos. – Dije sin rechistar.
Mauricio se encaminó al área de la playa y yo lo seguí, dejando todo el relajo montado atrás, Cecilia en el suelo llorando y sangrando a mares de la nariz. Ale enfurecida por lo que dijo la loca de mi esposa, la güera solo veía la escena y Amaia, solo se quedó viéndome.
La güera consternada y preocupada por todo lo ocurrido y ella, mi preciosa Amaia, se veía que estaba asustada, horrorizada y con miedo, por todo lo que sufrió por la loca esa de Cecilia. Entrando a la playa, Mauricio, como era lógico me confrontó ya toda esta situación le habia colmado la paciencia.
–Axel, estoy lo que sigue de decepcionado de ti – Me dijo sinceramente – No puedo creer, todo esto que ha pasado, mira todo el alboroto que se ha formado en torno tuyo y en el de tu esposa – Dijo furioso. – Tienes que solucionar tu vida, me has hecho quedar mal, a mí y a la firma, aquí delante de todo el mundo, tu mujer no tiene por qué estar aquí, esto es un asunto de trabajo.
Mauricio tenía razón, porque en primer lugar, no debí aceptar que Cecilia, se viniera a Puerto Vallarta conmigo y en segundo lugar, la hubiera mandado con sus familiares, yo no iba a estar con ella de todos modos, porque ni tiempo teníamos, después de cada curso.
Aquí era donde entraba el dilema, porque no le diría quien era, simplemente sacaría a la güera de la cuestión, pero el nombre de Amaia, no saldría de mi boca, no todavía.
–No Mauricio, no es la güera – Dije sinceramente – No la conocen y prefiero que las cosas queden así, ya viste lo loca que está Cecilia. Además, a ella la amo, de tal manera que cuando la presente ante la gente, lo quiero hacer bien, presentándola como mi novia y dándole el lugar que se merece.
–Entiendo Axel, pero para eso tendrías que divorciarte. – Aseguró mi socio.
Era lo más recomendable, ya no tenía caso seguir casado con Cecilia, por muchas razones, por todo los escándalos que había provocado en el hotel y porque yo nunca la había querido.
–Y eso haré – Sentencié – Llegando a León, le pienso pedir el divorcio a Cecilia.
Ya lo había dicho, eso sería lo que me iba a llevar a hacer Cecilia, porque yo con ella ya no quería tener nada que ver, ese era nuestro destino.
–Será lo mejor que puedes hacer, Axel, así te evitas de tantos problemas. – Me dijo y me dejó ahí en la playa.
Ya no había más que decir, a esa conclusión ya había llegado desde hacía mucho tiempo atrás.
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