Cuando el hombre se baja del ascensor arreglándose el traje todos en aquel piso se quedan en silencio y fijan los ojos en sus ordenadores o se concentran en sus tareas.
Jack Gosling con sólo poner un pie en algún lugar es capaz de dejarlos a todos en absoluto silencio. Todas las personas que trabajan para él saben que es un tirano, cruel y déspota, un hombre frío y calculador que sólo hace aquello que le beneficia personal y económicamente.
Su asistente corre hacia él y comienza a recitarle cada una de las reuniones y citas de ese día. Seguirle el paso a Jack no es sencillo, pero parece ser que él es el único que ha logrado hacerlo.
—Cancela la cita de las cuatro —le dice entrando a su oficina y colgando el saco en la percha al lado de la puerta—. Hoy no quiero estresarme con nada.
—Sí, señor, así lo haré.
Se pierde de allí antes de que Jack lo vea siquiera, se sienta tras su escritorio y comienza a mover las manos para hacer dinero y ganar poder, porque eso es lo único que le interesa en la vida. Jack no le rinde cuentas a nadie y no se deja manejar por su familia como su padre querría.
Aunque desde hace tiempo lo presiona con un nieto, pero él simplemente no quiere hacerlo. Eso de las relaciones humanas hace mucho no son lo suyo, la idea de tener una mujer que lo controle o lo espere en casa sin hacer nada no le agrada, es más… el sólo hecho de pensar en sex0 le parece una pérdida de tiempo, es una necesidad que tiene de vez en cuando y se la quita con su amante de turno, pero tampoco es un adicto porque no le proporciona ninguna satisfacción.
Sí, Jack Gosling es un misterio, un hombre realmente intenso en muchos aspectos de su vida, pero en nada que tenga que ver con sentimientos.
Una llamada lo interrumpe en sus tareas y gruñe antes de contestar.
—¡Aló! —espeta con rabia.
—S-señor, lo siento, es su padre… está aquí y quiere ver… ¡No, espere, no puede…!
Pero Harry no termina de hablar, porque ya Jason Gosling está allí para ver a su hijo y exigirle lo mismo de siempre.
—Padre, que buen ejemplo le das a mis empleados, el de entrar sin anunciarte y esperar a que quiera recibirte —se pone de pie para dejar ver su figura poderosa, pero su padre es el único que no se intimida.
—Hola, hijo, te esperé en casa para la cena de hace dos días y también para la de anoche, ¿cómo has estado?
—Al grano, tengo trabajo.
—Sabes a lo que he venido, ¿por qué no me dejas ayudarte a buscar una mujer para que me des a mi nieto?
—Porque no se me pega la gana, me basta con la mujer que está en la recepción, ¿acaso no es suficiente para ti?
—Es en serio lo que te pido, me estoy haciendo viejo y quiero un nieto, verte sentar cabeza, una mujer que te haga más humano…
—Más débil, querrás decir, para que me pase lo mismo de antes —le dice molesto caminando hacia el bar—. Lamento decirte que no te daré gusto —se detiene bruscamente y mira a su padre para decirle a modo de burla—. No, en realidad no lamento nada.
—Jack, sabes que no tengo listo el testamento y si quisiera dejarle todo a tu hermano…
—Ese no es mi hermano —sisea con rabia.
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