El Vientre de la Venganza romance Capítulo 3

Luna llega a casa luego del sepelio de su madre, sus ojos rojos e hinchados demuestran lo mucho que ha llorado desde la muerte de la mujer que le dio la vida. Su amiga Beverly la lleva del brazo hacia la cocina, por ahora es la única persona en la que confía que la ha acompañado, puesto que su novio no se ha aparecido, aunque sabe que cuando lo haga seguro la dejará.

—Siéntate aquí, preciosa, te prepararé un té —le dice su amiga dejándola en una silla y acercándose a la estufa—. ¿Aún no sabes nada de John?

—No. Sé que estas últimas semanas ha tenido mucho trabajo, pero no entiendo el que no me respondiera las llamadas ni los mensajes en algún momento —un sollozo se escapa de sus labios, no quiere contarle la verdad a su amiga, porque ella le advirtió muchas veces de John—. Debo ser una carga para él, como lo soy para ti… como lo soy para todos, ¡yo debí morir junto a mi madre!

—¡Luna Walsh! Nunca en la vida vuelvas a decir eso.

—No tengo un peso, ni nada en la vida que me pertenezca, lo único que me queda es esta casa vieja y maltrecha que está hipotecada. No sé qué haré, estos dos días sin trabajar me han dejado en una situación crítica.

—Por eso no te preocupes, tengo unos ahorros que te puedo prestar hasta que te recuperes económicamente.

—Pero no es justo, esos son tus ahorros para irte de vacaciones.

—Eso ahora no importa, te prestaré el dinero que necesites y no se diga más, eres como mi hermana y yo de verdad quiero ayudarte.

—Gracias…

Beverly le prepara un té y un sándwich, de esos que ella sabe le gustan a su amiga. Se queda con ella todo el día, hasta que por la tarde se despide de ella.

—Lamento no poder quedarme, pero estaré pendiente de ti, sólo llámame si no quieres estar sola por la noche, puedo hacer arreglos y venir contigo.

—No te preocupes, estaré bien.

Se dan un fuerte abrazo y Beverly sale de allí preocupada por dejarla sola. Luna se sienta en el sofá frente a la televisión, intenta tomar el control remoto y ver algo, pero sencillamente no llega ni a encender el aparato porque su ánimo anda por el suelo.

—¿Por qué me dejaron, madre, padre? —dice ella con pesar en su corazón—. Tenían que llevarme con ustedes, no puedo estar sola, sin ustedes…

Unos golpes en la puerta la sacan de su pena, se pone de pie con dificultad y camina a la puerta. Cuando la abre, se da cuenta de que es su novio y comienza a llorar silenciosamente.

—John… —le dice ella con las lágrimas rodando por sus mejillas, él sólo le sonríe levemente y Luna lo deja pasar—. Me hiciste tanta falta, John…

—Luna, vine porque necesito hablar contigo, lo sabes —le dice con seriedad, pero la chica sólo asiente y lo lleva a la sala.

—Claro, dime… —quiere decirle «mi amor», pero sabe que ya no puede llamarlo así.

Capítulo 3: Sola 1

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