Dorian estaba asustado por la amenaza de Elaine y dijo impotentemente: “Puedo ayudarla a verificar el progreso, pero si la transacción ha sido informada a la sede central, no hay nada más que pueda hacer”.
Elaine apretó los dientes con frustración. Ella le salpicó el café en la cara y le gritó: “! Apúrate, entonces! ¿Qué sigues haciendo aquí? ¡Tengo prisa!”.
Dorian gritó de dolor. Afortunadamente, el café no estaba muy caliente o, de lo contrario, se habría escaldado mucho.
Estaba tan furioso y agitado a estas alturas, pero no se atrevía a provocar a la supuesta VIP, por lo que dijo humildemente: “Por favor, espere un momento, veré el progreso de la transacción ahora”.
Entonces, se conectó al sistema y pronunció con sorpresa: “¿Oh? Esto es tan extraño. El sistema indicó que la transacción ha sido cancelada y el dinero ha sido reembolsado”.
“¿Qué demonios? ¿A dónde se ha reembolsado el dinero?”.
“A su tarjeta negra, ahora está en su cuenta”.
“¡¿Qué?!”. Elaine lanzó su mano salvajemente y abofeteó a Dorian en la cara. “¿Qué diablos hiciste, maldito? ¿Por qué se reembolsó el dinero a la tarjeta?”.
Lágrimas del tamaño de una perla cayeron de los ojos de Dorian. “Señora, no lo sé, realmente no lo sé… La orden es de la sede, no mía…”.
“¡Piérdete!”. Elaine golpeó la mesa con fuerza y gritó. “¡Rápido, transfiere el dinero de nuevo o destruiré este banco!”.
Todo lo que Elaine podía pensar en ese momento era en los 21.9 mil millones de dólares. Incluso si su madre se parara frente a ella, la patearía del camino sin dudarlo.
El dinero ya estaba en la punta de sus dedos, ¡pero nunca pensó que la sede central devolvería el dinero a la cuenta de Charlie! ¿Qué demonios? ¿Qué estaba pasando?
Mientras estaba parada aturdida, la policía volvió a preguntarle: “¿Cómo se llama?”.
“Yo… yo…”. Elaine tartamudeó. “Mi nombre es Elaine Wilson…”.
“Elaine Wilson, ¿verdad? ¡Está arrestada por la posible participación en un importante fraude bancario en el extranjero!”.
Entonces, le instó a dos oficiales que estaban a su lado: “¡Espósenla y llévensela!”.
La sangre se fue del rostro de Elaine. “Oficial, debe haber algún malentendido. Solo vine aquí para hacer una transferencia. ¡La tarjeta no es mía y no estoy involucrada en el fraude o lo que sea!”.
El oficial dijo con frialdad: “Tiene derecho a permanecer en silencio, solo hable cuando lleguemos a la sala de interrogatorios más tarde. Como servidores del pueblo, no haremos mal a ningún buen ciudadano, pero nunca dejaremos ir a ninguna persona mala”.
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