Mientras ambos continuaban hablando, un olor a quemado de repente se extendió por toda la cocina.
Matilda exclamó: “¡Oh, no! ¡Mis camarones salteados!”.
Después de eso, rápidamente apartó a Jacob y se sonrojaba mientras corría hacia el lado de la estufa. Ella miró la sartén y de repente se lamentó: “¡Se acabó! ¡No hay nada! ¡El camarón ya está quemado!”.
Jacob se apresuró a recordarle: “¡Apaga el fuego rápido! De lo contrario, ¡se quemará aún más!”.
Matilda apagó apresuradamente el gas de la estufa. El camarón en la sartén estaba completamente quemado en ese momento. Ella solo podía decir con impotencia: “¡Esto es tu culpa! Los camarones salteados eran originalmente mi mejor platillo, pero ahora están completamente destruidos…”.
Jacob también se sentía muy culpable y avergonzado. Por lo tanto, se apresuró a decir: “¿Debo salir a comprarte otra bolsa de camarones?”.
En ese momento, tanto Charlie como Paul, que estaban disfrutando de su té afuera, también sintieron el olor a quemado que salía de la cocina. Charlie preguntó inconscientemente: “¿Crees que quemaron algo?”.
Paul frunció el ceño antes de responder: “Mi madre es una cocinera muy profesional. No creo que algo así pasaría mientras ella esté cocinando…”.
Charlie se puso de pie y dijo: “Paul, ¿por qué no te sientas y me esperas un rato? Entraré y echaré un vistazo a lo que está sucediendo por si acaso algo salió mal”.
Paul respondió apresuradamente: “Entonces iré contigo también”.
Cuando Paul se estaba preparando para ponerse de pie, Charlie rápidamente extendió la mano para detenerlo antes de sonreír y decir: “Por favor, siéntate y disfruta de tu té. Yo solo iré y echaré un vistazo rápido”.
Sin embargo, Charlie podía ver que las caras de su suegro y su primer amor estaban enrojecidas. Parecía que habían tenido algún contacto cercano e íntimo.
Charlie deliberadamente fingió estar sorprendido cuando preguntó: “¡Papá! Tía Hall, ¿quemaron algo? ¿Los dos están bien?”.
Jacob respondió apresuradamente: “Bueno, estamos bien. No pasa nada, todo está bien. Accidentalmente quemamos un platillo, pero la Tía Hall y yo estamos lidiando con eso ahora. No tienes que preocuparte por nada”.
¿Cómo era posible que se quemara una comida cuando dos personas lo vigilaban? Charlie no podía evitar pensar que no debían haber estado haciendo nada bueno hace un momento.
En ese momento, Jacob tenía la conciencia culpable y dijo: “Charlie, deberías salir y disfrutar del té y la conversación de Paul. La Tía Hall y yo podemos lidiar con esto por nuestra cuenta…”.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Yerno Millonario