—Vamos Pablo pensé que aunque eres mujeriego, no ibas a aplicar tus tácticas de conquista conmigo —le respondo mirándolo a los ojos—, así que, por favor, no las uses conmigo que no te las creo.
—Sí, era un mujeriego total anteriormente —dice Pablo—.
—Lo sigues siendo, Pablo — le respondo—.
—Ya no lo soy, desde que tú llegaste nuevamente a mi vida, dejó de importarme la vida libertina y centrarme más en los míos —responde— tú fuiste mi polo a tierra, me hiciste ver que lo que estaba haciendo no era correcto, no era bueno para mí, ni describía como realmente soy y siento.
—Vamos, Evans, esa no te la crees ni tú mismo —le respondo—.
—Sé que las palabras se las lleva el viento y que los hechos son los que hablan, pero date cuenta que ahora estoy más tiempo que antes en casa — responde— los mismos chicos se han dado cuenta de mis cambios. Yo ya no salgo a rumbear ni ando con varias mujeres, sólo me quedo aquí en casa con ustedes.
—En casa molestando —le corrijo —.
—Por lo mismo, ¿No haz escuchado el dicho que por que te quiero te molesto? —me dice y yo niego— eso me pasa contigo ¿Y sabes porque fuiste tú la causante de mis cambios?
Niego. Al no saber a que quiere llegar con lo que supuestamente esta sintiendo y causando sus cambios.
—Porque eres tú mi primer amor, mi chica ideal, el prototipo de mujer que quiero a mi lado — responde—, te fuiste de mi lado cuando estábamos pequeños y sí, todo el mundo pensaba que eran bobadas de niños, pero después que te fuiste nunca te pude sacar de mi mente, cada novia que tenía la buscaba en que se pareciera a ti, pero todas ellas no eran como tú, no eras tú. Y con esto no estoy justificando lo mujeriego que era, pero la verdad es que después de buscar una mujer que se pareciera a ti en tu forma de ser y no conseguirla me frustraba y me iba por lo más fácil. Un día conseguí una chica que pensé que era como tú, pero que al final me falló y por eso deje de creer en el amor. Ya que mi primer amor se había ido de mi lado y la segunda persona que quise mucho me traicionó. Así que, me fui por lo seguro, un compromiso de alianza entre empresarios más que por amor. Y es allí donde entra Daniela.
—Mmmmm ¿Por eso a ambos les da igual lo que haga el otro? —pregunto—.
—Sí. Bueno, en teoría — responde Pablo—.
—Pero sabes, Pablo —le digo— el hecho de que no quieras a Daniela y todo ese cuento que me acabas de decir, no te da una justificación de que estés en esta posición conmigo.
—¿Por qué? No se que pasa contigo, pero yo me siento cómodo así —responde alegre—.
—Y después preguntas que porque no te creo lo que me dices —le digo mientras intento quitármelo de encima—.
—¿Por qué no me creerías? —Pregunta confundido—.
—Porque me dices que de verdad me quieres, pero tus acciones en este momento demuestran que me quieres — le digo— pero coger, ya que en esta posición tan comprometedoras, me estás dando a entender que sólo quieres acostarte conmigo.
—¿En serio? —pregunto—.
—En serio, no tengo pruebas, pero la seguridad de que así va a ser me sobra —responde—, porque tu y yo estamos destinados a estar juntos. Estoy seguro de eso.
Estoy en shock eso nada de lo que dijo me lo esperaba.
—¿Desde cuando Pablo cambio tanto? —pienso— de Pablo que vi en el hospital no queda nada. Sin embargo, a pesar de sus cambios y si confesión para mi, no estoy preparada para una relación amorosa. Si, tengo siendo a fracasar y que termine más lastimado que antes.
—No te voy a decir que hagas o dejes de hacer lo que piensas —le digo— si quieres conquistarme no te voy a prohibir hacerlo, el tiempo es tuyo y tú sabrás cómo aprovecharlo o desperdiciarlo. Sin embargo, algo que si tienes que saber es que si piensas ir con tu plan de conquista, mi corazón todavía no está preparado para una relación amorosa, sobre todo con alguien que aunque conozco desde hace mucho tiempo, no se quien es en realidad.
Sí, ambos hemos cambiado con este tiempo que nos ha pasado — responde Pablo— pero eso no quiere decir que no se puede. Es más, es una gran oportunidad para conocernos más a fondo. Por eso te pediré, que en el tiempo que estaré pretendiéndote me permitas conocer más de ti y que naturalmente tu conozcas más de mi.
Suspiro —Pablo, ya no soy la Paulina que conocías—.
—Lo sé, pero aún así te sigo queriendo y no se puede pelear con el corazón —responde sonriente—.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Ella es mi medicina