Ella es mi medicina romance Capítulo 37

Llegamos a casa.

Entró a la casa casi arrastrando los pies, 20 horas de turno en el quirófano son muy matadoras.

Por lo que quiero llegar a mi habitación, saludó a los chicos y me directamente me dirijo a mi recámara tirándome instantáneamente en la cama.

— ¡Ah! No sabes cuanto te extrañe mi linda cama —digo mirando el techo— cómo quisiera quedarme aquí e invernar durante dos semanas. Pero lastima no se puede —suspiro—.

Siento pasos que provienen del baño por lo que pregunto con los ojos cerrados quien es. No tengo la energía de abrirlos, como también se que nadie diferente de los Evans se atrevería a entrar a mi habitación.

De repente siento como ambos lados de la cama se hunden y poco a poco alguien se acerca a mí

— Pablo aléjate de mi —digo sin abrir mis ojos—.

¿Pablo? —me pregunto mentalmente— Pablo no está aquí, está en Canadá. ¿Estoy alucinando?. Naaaa definitivamente es por el sueño que tengo, por eso estoy sintiendo locuras

— Mmmmm así que ya me conoces sin verme —comenta Pablo —.

Instantáneamente me levanto abruptamente abriendo a la vez los ojos. Pablo al parecer no se esperaba mi reacción ya que antes de que me que arrepentirme de mi reacción ya Pablo estaba en el suelo.

— ¡Ouch!—dice al sobarse el trasero— ¿Por qué será que eres tan violenta?

— ¡Lo siento! ¡Lo siento! — me excusó ayudándole a levantarse—, además, no me culpes por mi reacción. ¿Quien te mandó a entrar así a mi recámara?

— Pero ya tú sabias quien era —se excusa ya sentando en la cama—.

— ¡No lo sabía! —dije— sólo fue que inconscientemente dije tu nombre, más dormida que despierta.

Recordé su viaje a Canadá y la rabia me invadió.

— Y tú lárgate de aquí —digo empujándolo nuevamente— yo no te di el permiso de que estuvieras aquí en mi cuarto, ¿Que hubiese pasado si me hubiera quitado el uniforme para bañarme y dormir tranquila?.

— Hubiera disfrutado de una hermosa vista —comenta—.

— ¡Pervertido! —gritó mientras le doy almohadazos por doquier—.

— Cálmate mujer —comenta mientras bloquea mis golpes— se que estas rabiosa por que tenías más de una semana sin saber de mi. Pero ya estoy aquí, contigo.

— ¡TÚ! —digo intentando darle un fuerte golpe y el lo esquiva—.

Casi caigo al suelo pero unos brazos me jalaron a un lado cayendo sobre el cuerpo de Pablo, encima de la cama.

— Te extrañe mucho, mi medicina — dice a centímetros de mi, mientras me coloca un mechón de mi cabello detrás de la oreja— ¿Y tú me extrañaste?.

Mi corazón se acelera cuando de sus labios sale "mi Medicina", me llegan lindos recuerdos de el pequeño siendo dulce conmigo lo que me hace escapar una sonrisa junto con un rubor fuerte debido a la cercanía en la que nos encontramos.

— Por tu sonrisa y sonrojo pienso que si —dice feliz—.

— En tus sueños, Evans — comentó intentando levantarme de encima de él—.

Pablo pone presión, lo que me impide levantarme.

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