Llegamos a casa.
Entró a la casa casi arrastrando los pies, 20 horas de turno en el quirófano son muy matadoras.
Por lo que quiero llegar a mi habitación, saludó a los chicos y me directamente me dirijo a mi recámara tirándome instantáneamente en la cama.
— ¡Ah! No sabes cuanto te extrañe mi linda cama —digo mirando el techo— cómo quisiera quedarme aquí e invernar durante dos semanas. Pero lastima no se puede —suspiro—.
Siento pasos que provienen del baño por lo que pregunto con los ojos cerrados quien es. No tengo la energía de abrirlos, como también se que nadie diferente de los Evans se atrevería a entrar a mi habitación.
De repente siento como ambos lados de la cama se hunden y poco a poco alguien se acerca a mí
— Pablo aléjate de mi —digo sin abrir mis ojos—.
¿Pablo? —me pregunto mentalmente— Pablo no está aquí, está en Canadá. ¿Estoy alucinando?. Naaaa definitivamente es por el sueño que tengo, por eso estoy sintiendo locuras
— Mmmmm así que ya me conoces sin verme —comenta Pablo —.
Instantáneamente me levanto abruptamente abriendo a la vez los ojos. Pablo al parecer no se esperaba mi reacción ya que antes de que me que arrepentirme de mi reacción ya Pablo estaba en el suelo.
— ¡Ouch!—dice al sobarse el trasero— ¿Por qué será que eres tan violenta?
— ¡Lo siento! ¡Lo siento! — me excusó ayudándole a levantarse—, además, no me culpes por mi reacción. ¿Quien te mandó a entrar así a mi recámara?
— Pero ya tú sabias quien era —se excusa ya sentando en la cama—.
— ¡No lo sabía! —dije— sólo fue que inconscientemente dije tu nombre, más dormida que despierta.
Recordé su viaje a Canadá y la rabia me invadió.
— Y tú lárgate de aquí —digo empujándolo nuevamente— yo no te di el permiso de que estuvieras aquí en mi cuarto, ¿Que hubiese pasado si me hubiera quitado el uniforme para bañarme y dormir tranquila?.
— Hubiera disfrutado de una hermosa vista —comenta—.
— ¡Pervertido! —gritó mientras le doy almohadazos por doquier—.
— Cálmate mujer —comenta mientras bloquea mis golpes— se que estas rabiosa por que tenías más de una semana sin saber de mi. Pero ya estoy aquí, contigo.
— ¡TÚ! —digo intentando darle un fuerte golpe y el lo esquiva—.
Casi caigo al suelo pero unos brazos me jalaron a un lado cayendo sobre el cuerpo de Pablo, encima de la cama.
— Te extrañe mucho, mi medicina — dice a centímetros de mi, mientras me coloca un mechón de mi cabello detrás de la oreja— ¿Y tú me extrañaste?.
Mi corazón se acelera cuando de sus labios sale "mi Medicina", me llegan lindos recuerdos de el pequeño siendo dulce conmigo lo que me hace escapar una sonrisa junto con un rubor fuerte debido a la cercanía en la que nos encontramos.
— Por tu sonrisa y sonrojo pienso que si —dice feliz—.
— En tus sueños, Evans — comentó intentando levantarme de encima de él—.
Pablo pone presión, lo que me impide levantarme.
— Fuiste mi primer amor, y el primer amor esta destinado a fracasar —comento—.
— Te equivocas, fui tu primer amor y ahora seré el amor de tu vida — comenta— El primer amor es único, puro e inolvidable.
El amor de tu vida es único para ti, increíble que va más allá de lo puro, ese que conoce tus cosas buenas y malas pero aún así se queda para ti, es importante para ti porque será quien te apoye y esté contigo hasta el final de tus días. Me alegra saber que seré yo quien este en ambos amores así como tu estas en los míos. Sólo te pido permíteme pasar ese muro —dice con ilusión en su mirada—.
— ¿Y si al pasar ese muro encuentras fragmentos de lo que era mi corazón? —pregunto—.
— Atesoraré cada fragmento y ayudaré que mi amor sea el pegamento que los una —dice con sinceridad en cada una de sus palabras mientras sus manos se sueltan y toca una mi mejilla— entiende que te amo, que eres el amor de mi vida y que por ese amor estoy dispuesto a todo contigo.
Mi corazón comenzó a latir poco a poco mientras que Pablo cortaba nuestra poca distancia para besar mis labios.
¿Es esto lo que quiero? —pienso— ¿Será correcto confiar nuevamente en el amor?
Sus labios rozan los míos y justo en ese momento se abre la puerta de mi cuarto abruptamente.
— Paulina, la comida —dice Estiben al entrar a la habitación quedando de piedra por la situación en la que nos encontramos— Ehm, ustedes sigan en su cosa —dice cerrando rápidamente la puerta— mamá próximamente tendrás nieto —grita y yo palidecer mientras rápidamente me levanto del cuerpo de Pablo —.
— Son raras las veces que me dan ganas de matar a Estiben, pero sabes esta es una de las pocas veces —comenta Pablo — lo voy a matar a puños.
Yo ni siquiera me digno a mirarlo a los ojos, mi cara ahora mismo es una descripción literal de la carta de Tinkerbell cuando se enfurece.
— Paulina —dice agarrando mi mentón para verlo a los ojos— dame la oportunidad de entrar a tu corazón.
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