Ella es mi medicina romance Capítulo 45

Nuestro beso va aumentando más en su nivel de intensidad, al igual que mi cuerpo está aumentando su respuesta a este contacto.

Pablo me alza colocándome encima de su pelvis. Como acto reflejo envuelto mis piernas en su cadera. No se como puede caminar si tropezar, pero de lo que sí es seguro es que nuestras lenguas están en una guerra constante para mostrar quien es el vencedor.

Siento como poco a poco va dejándome lentamente a lo que yo siento es la cama.

— ¿Estas Segura de lo que puede pasar? —dice Pablo y yo asiento— Te deseo mi Medicina, te deseo como ninguno —dice dando besos desde mis labios hasta llegar a mi mandíbula y cuello—.

El cosquilleo que sentía hace poco es más a comparado con lo que siento ahora mismo.

Intenta bajar mi vestido para tener acceso a mis senos, pero este se lo impide por lo pegado al cuerpo que es.

Yo río por lo bajo y me gano un gruñido de su parte.

— Y eso que tú fuiste quien me lo dio —digo levantándome un poco para tener acceso a la Corredera que lleva en mi espalda —.

— Para la próxima será un vestido fácil de quitar —dice y yo ruedo los ojos aguantando mis ganas de reír—.

En ese momento el se quita la chaqueta y se desabotona los puños de su camisa recogiéndosela hasta sus codos.

Pablo al ver como el vestido cae quedando en mis caderas me dice —eres perfecta, Paulina— y después de eso me besa apasionadamente acostándome por completo en la cama.

Poco a poco va bajando desde mis labios hasta en el medio de mis pechos.

Aspira y mirándome a los ojos dice —hueles increíble —.

Siento me vuelvo la copia viva de un tomate y el sonríe.

Aparta su mirada para enfocarse en mi seno derecho, primero da círculos alrededor de mi aureola. Haciendo que mi cuerpo se estremeciera y sin poder controlarlo se me escapara un gemido.

El sonríe satisfecho y de un momento a otro mete mi pico en su boca, llevando succiones en este mientras que con la otra mano comienza a hacer círculos alrededor con su dedo índice. Lo que al principio sentí como un leve corrientico se convirtió en algo para perder la razón.

Me estremezco ante el contacto, pero Pablo no para su tarea, después de varios segundos succionando y gimiendo, cambia de seno haciendo lo mismo que había hecho con el anterior.

Esto es una tortura —pienso— una tortura que me encanta.

— Dios, Pablo —digo estremeciéndome—.

Pablo toma su mano derecha, la cual tenía agarrando mi pecho libre de su genial boca. Bajando delicadamente por mi abdomen llegando a mi vestido arrugado, dice — creo que ya no necesitamos este vestido —.

— Ni tampoco esa camisa —digo reincorporándome de la cama para desabotonar su camisa —.

Mientras estoy liberándolo de la camisa Pablo aprovecha para darme un beso al nivel de pasión en el que nos encontramos. Después de tirar la camisa a cualquier dirección me dispongo a desabotonar su pantalón. Pablo se levanta de la cama para bajarse la Corredera y por ende el pantalón como los zapatos y medias.

Contemplando a un Pablo vestido con una sola prenda, su ropa interior. Inconscientemente muerdo mi labio inferior ante tal panorama.

— ¿Te gusta lo que vez? —pregunta Pablo mirándome a los ojos—.

— Mmmmm, quizás —digo fingiendo confusión —.

— »¿A quien no le gustaría este hombre magnífico? —me dice mi conciencia — si este hombre esta como el café en las mañanas, caliente, perfecto y necesario para mantenernos activas «

Y por primera vez estoy de acuerdo con mi conciencia, este hombre supera todas mis expectativas.

Antes de burlarme por su rostro indignado el logra posicionarse encima de mí.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Ella es mi medicina