Ella es mi medicina romance Capítulo 46

— Mi turno —dijo mientras yo jadeaba por la explosión de sensaciones que atravesaba en estos momentos mi cuerpo—.

Puedo percibir que se baja de la cama, recoge su pantalón y saca un sobre plateado de uno de sus bolsillos.

— »no se puede negar que el niño venía preparado —comenta la voz en mi cabeza—«

Ignoro dicho pensamiento casi inmediatamente al ver como Pablo baja su ropa interior dejando expuesto su miembro.

»Me moje —dice la voz en mi conciencia con alto nivel de lujuria —«

Abre el sobre plateado y poco a poco veo como el preservativo va deslizándose hacia la base de su pene.

— ¿Te gusta lo que vez? —Pregunta al verme expectante a cada movimiento—.

Inconscientemente muerdo mi labio inferior.

»Joder, ¡¿Que si le gusta?! —comenta la voz en mi cabeza llena de lujuria — ya se le hizo agua su entrepierna con solo verlo, ¡¡imagínate sentirlo!!«.

Me reprendo mentalmente, eso pensamientos en este momento no me ayudarían a controlar mis ganas de tirarme encima de él.

Sube nuevamente a la cama y con sus piernas separa las mías, dejando una mayor vista de mi entrepierna. Llega a mis labios y los besa para después susurrarme en el oído un —¿Estas lista? —.

Teniendo como respuesta un gemido que no pude contener. Su simple voz haría derretir el más grande iceberg.

Se reincorpora en la cama y tomando su miembro comienza a rozar mi entrada varias veces teniendo como respuesta de mi cuerpo tensiones en mis muslos, por su roce y mi reciente orgasmo.

— ¿Estas lista? —Pregunta y yo asiento ganándome una sonrisa de él— Ok, aquí voy.

Y siento como poco a poco su miembro va entrando en mi interior, sintiendo al principio un poco de dolor.

— ¿Estas bien? —Pregunta preocupado al ver mi expresión de dolor, parando inmediatamente su tarea—.

— Estoy bien —comento — sólo que tenía mucho tiempo que no estaba en estas —digo con la cara encendida—.

— Maldición, Paulina —me reprendo mentalmente— pareces una típica adolescente.

Asiente y continúa en su tarea.

— Ya está todo dentro —dice Pablo y comienza a moverse lentamente—.

— Un momento —digo —, quédate un momento así, necesito que mi cuerpo se acostumbre a tu gran invasión en mi interior —y se que estoy roja como un tomate al ver como Pablo me sonríe ante mi comentario—.

Después de decirle que podría seguir, comenzó a salir y entrar su miembro lentamente de mi interior. Las primeras veces sentía un poco de dolor. Con más de dos años sin tener relaciones definitivamente pierdes la práctica, volviéndose uno obsoleto. Sin embargo, después de un momento de sentir su miembro entrar y salir, el dolor que sentía fue reemplazado por deseo.

— Más fuerte —digo mientras suelto varios gemidos—.

Y siento como sus embestidas suben poco a poco de intensidad a tal punto que siento que me voy a partir en dos.

Mi respiración se vuelve forzosa al igual que la de Pablo y siento como en el lugar sólo se escuchan la mezcla de nuestros gemidos y nuestros cuerpos chocando.

— Esto es la gloria —me digo mentalmente—.

Una fuerte corriente recorre mi cuerpo y siento como mis paredes vaginales se contraen anunciando un nuevo orgasmo.

— Pablo —digo entre jadeos— ya me..

— Yo también —dice aumentando sus embestidas (como si fuera posible) — corriente para mi —dice en mi oído —.

Y para mi sus palabras fueron órdenes que tenía que cumplir instantáneamente.

— Pablo —grite al liberar mi cuerpo de aquel placer —.

— Paulina —gritó Pablo segundos después cayendo encima de mi cuerpo —.

— Esto fue mejor de lo que me imaginé —dice después de besarme —.

El miedo que sentía hace poco por estar a solas con Pablo o la indecisión que tenía en darle la oportunidad al amor quedan en el olvido.

Siento que me quiere, cada una de sus caricias, dedicación e interés se encuentras relacionadas con sus sentimientos hacia mi y me gusta.

Después de unos segundos sale de mi, bajándose de la cama e ingresando a una puerta, que yo supongo es el baño.

— Sí, estamos igual a cuando éramos pequeños —digo sonriendo—.

— Bañándonos juntos en una tina —comenta Pablo — más pequeña que está, claro está.

— Sin embargo, pasa el tiempo, cambiamos el lugar —comento — pero seguimos siendo los mismos chicos que al estar en estas nos damos guerras de agua.

— Te equivocas —comenta Pablo — hay algo que cambio —y veo como peligrosamente se acerca a mi mientras sonríe—.

Esa sonrisa debe de ser un peligro —pienso— un peligro que estoy dispuesta a correr.

— ¿Que cambio? —pregunto fingiendo inocencia—.

— Que ahora me pones a mil —dice cogiendo mi mano y colocándola en su miembro despierto— ¿Que harás al respecto?

— Mmmmm, ni idea —digo sonriendo— ¿Podrías vivir con ello así no?

— Mmmm podría ser una opción pero se que no serias capaz de dejarme así —comenta e inmediatamente toma mi muñeca para jalarme hacia él— te deseo mi Medicina ahora más que nunca.

Y siento como nuestros labios se unen en un apasionado beso, que ambos necesitábamos.

Sin percatarme de ello, Pablo posiciona ambas manos en mi trasero y me levanta colocándome encima de su miembro, el cual rozó suavemente con mi entrepierna, ganándome un gruñido de su parte, haciendo que sonría triunfante.

— Eres mala —comenta Pablo sobre mis labios—.

— Sí, soy tu mala —digo besándolo nuevamente mientras busco con mi mano su miembro que se encuentra debajo de mi, para posicionarlo en la entrada y auto penetrarme.

— Dios —dice Pablo apretando mis caderas al momento que subí y bajo —.

El agua que caía anteriormente por nuestra guerra de aguas, fue reemplazada por el agua desbordándose de la bañera al momento de nuestros cuerpos chocar.

Siendo el baño invadido por sonidos del agua caer y nuestros gemidos, que eran poco silenciados por nuestros besos apasionados.

Definitivamente con él, estoy a un paso del cielo

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Ella es mi medicina