En las manos del presidente (COMPLETADO) romance Capítulo 24

La noche del atentado. 

En el camino hacia la ciudad Ian no dejaba de pensar en las cosas que pasaban a su alrededor. Las cosas estaban saliendo como lo tenía planeado.

La mano de Leonard a su lado le hizo volver a la realidad cuando le pasó un saco y una camisa. Ian se la colocó dejando aún lado la remera que tenía.

En poco tiempo el carro fue emboscado por unos dos carros y a los pocos segundos los disparos comenzaron a escucharse por todos lados. Las personas que estaban disparando lanzaron disparos por todos lados hasta que las armas se quedaron sin balas y nadie salió del lugar.

Antes de que pudiese hacer algo para verificar que las personas estaban muertas a los lejos se escucharon las sirenas de la policía al igual que las ambulancias.

— ¿Quién diablos los llamó? — preguntó el jefe de la emboscada.

— No lo sé, pero de algo estoy seguro es que no están vivos — dijo otro, de ellos corriendo hacia su carro —, ¡Debemos irnos de aquí!

El hombre bufó pero hizo lo pedido por el otro y fue hacia su carro para salir disparado hacia la carretera para escapar.

Cada carro salió por su lado dejando el carro del presidente con dos cuerpos dentro y antes de que la policía llegara el vehículo fue encendido en llamas por alguien que no quería dejar rastros. 

Pero, antes de que eso pasara, o mejor dicho de que el carro se incendiara, una hermosa mujer de cabello negro salió de entre las sombras con el cuerpo de una primera dama del país arrastrándola como si fuese un saco de basura el cual tirar. 

— Con un demonio, ya salgan de allí. Esta perra pesa — gruñó la chica —. No es fácil tener que cargar a alguien que me cae mal. 

Leonard y Ian salieron del carro por puertas diferentes, quitándose el chaleco antibalas y se acercaron a ella rápidamente para tomar el cuerpo de Jessica y entrarla en el vehículo. Ian se acercó al chofer que tenía una herida en el brazo, y por suerte solo era esa.

— Ven, tenemos que llevarte a un hospital — abrió la puerta del conductor —. Tenemos una nueva documentación para ti y también dinero para que salgas del país lo antes posible.

— Gracias, señor — asintió el hombre, y luego hizo una mueca —. Lamento que tenga que hacer esto por mi…, no pude ocultar mi brazo a tiempo cuando empezó todo.

— Era de esperarse — se encogió de hombros —. Alguno de los tres debió salir herido, aunque no lo quisiéramos y tú fuiste el que salió afectado.

— Allí viene el amor de mi vida — chilló la chica, y Leonard rodó los ojos —. Tú nunca serás el amor de mi vida y eso quedaba claro cuando dejamos de tener sexo.

— No tienes por qué decir eso conmigo aquí, Camila — se cruzó de brazos —. Era suficiente que dijeras que allí viene tu alma gemela. 

— Lamento que el sexo contigo no sea el mejor del mundo, pero es que no me parabas el clítoris y él si lo hace — Leonard abrió la boca para decir algo, pero miró hacia donde estaba Ian y su chofer soltando pequeñas carcajadas que de un momento a otro fueron más fuertes a medida que pasaban los segundos —. Si, ellos también lo saben.

— No tenías que decir algo como eso.

— No podía dejar que me marcaras esa noche, Leonard, si no hubiese sido por Ian tú ahora estarías cometiendo una locura porque le harías daño a tu omega, la cual está en cinta y espera a tu primer hijo — sonrió, sin mostrar los dientes —. No soy estúpida. Gracias a Dios detuve todo, y ahora tengo la hermosa marca de mi alfa con el cual voy a tener a mi hijo.

— No puedo creerlo — bufó y miró hacia donde estaba Ian por unos segundos —. Él te ayudó en esto.

— Sí que lo hice — dijo Ian, como si nada —. Y ya llegó quien faltaba. 

Un carro negro del mismo modelo que los hombres utilizaron para cometer el crimen anteriormente . 

— Edward está en el asiento trasero. Lamento que vieran el estado en el que está — hizo una mueca abriendo la puerta trasera —. La cosa se puso difícil cuando intentó huir del país y tuve que dispararle varias veces y aún más cuando vi todas las balas que tenía este carro.

— Gracias, por lo que estás haciendo, Brent — todos se acercaron al carro y vieron dos cuerpos —. El otro cuerpo es el jefe de los trinitarios, el hermano alfa de Leonard…, y él que disparó en contra de su hermano hace unos minutos. 

— ¿Mi hermano es el jefe de esa mierda? — Brent asintió —. Ahora tengo ganas de matarlo yo mismo.

— Puedes darle un disparo en la cabeza — le pasó su arma, y Leonard negó —. Tiene el silenciador, pero que sea rápido — tomó el arma y le dio varios disparos en la cabeza, y después le pasó el arma —. Puse una bomba en la vieja casa y solo es cuestión de tiempo para que explote todo con ellos dentro del lugar.

Ian y Leonard tomaron los cuerpos de sus hermanos y lo entraron al mismo lugar donde estaba Jessica. Brent fue hacia la cajuela y la abrió para sacar el cuerpo de una prostituta que había estado con el hermano de Leonard esa noche antes del ataque.

Carla fue hacia las escaleras con el ramo de flores en sus brazos, era demasiado hermoso como para dejarlo tirado en la sala. La última puerta llegó a su campo de visión en un dos por tres y ella tampoco se hizo esperar para saber cuál era su sorpresa… sólo esperaba que fuese comida porque la comida del hospital no era para nada buena y saludable.

Cuando entró a la habitación lo primero que vio sobre la cama fue un plato lleno de fresas y chocolate blanco derretido, algo que el bebé pedía de vez en cuando. Cerró los ojos cuando su paladar se llenó del olor de la comida y se sentó en la cama con el plato en las piernas y a su lado el chocolate y las flores.

— Esto es vida — se echó hacia atrás, dejándose caer sobre la cama —. Y la comida es el clímax de mi vida y la de mi hijo…

Se sentó de golpe en la cama cuando sintió leves caricias en sus piernas las cuales fueron subiendo hasta que llegaron a su vientre.

— Jodida mierda — exclamó cuando vio a Leonard de rodillas frente a ella —. Tú estabas muerto — tocó su rostro —. Esto es magia negra.

— No digas eso delante de Zaid — le guiñó un ojo, y quitó de las piernas de Carla el plato de fresas colocándolo en el piso al igual que el chocolate —. Estoy aquí para ti…

— Esto debe de ser una broma de pésimo gusto — murmuró —. Pero…, yo vi en las noticias como eras enterrado…

— La marca en tu cuello dice lo contrario a lo que todo un país ya vio hace una semana — tomó sus manos y besó sus nudillos —. En verdad lamento mucho las cosas que te dije y que hice hace meses y…

— Con que estás vivo — Carla sonrió, y Leonard la miró confundido —. Los muertos no sienten y los vivos sí.

— ¿A dónde quieres llegar con esto? — Carla solo se encogió de hombros y le dio tremenda cachetada a Leonard que lo mandó de regreso al piso.

— Pase una puta semana esperando que aparecieras y meses esperando que me dijeras que era importante para ti — le dio otra cachetada cuando este intentó ponerse de pie —. Te mereces esto y más Leonard Brown...

Leonard agarró las manos de Carla antes de que le diera otro golpe y estampó sus labios sobre los de ella para callarla, y dirigió la mano que tenía libre hacia la parte trasera del cuello de Carla para acercarla más él.

Las manos de Carla rodearon el cuerpo de Leonard y se dejó llevar por las hormonas.

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