Un gemido lleno de excitación escapó de sus labios en el momento en que la lengua del alfa se puso sobre la tela de la ropa interior dándole un placer que jamás imaginó en su vida que alguna vez se pudiese imaginar.
Su cuerpo comenzó a retorcerse del placer en el mismo instante en que su parte íntima comenzó a reaccionar ante los breves toques de la lengua del alfa contra esta. Con una de sus manos, tocó el cabello del alfa invitándolo a seguir con lo que estaba haciendo. No obstante, esto no pareció molestarle al alfa en que hiciera todo eso.
Con una sonrisa de lado, tomó posesión de los labios de la omega con mucha precisión en el acto, su lengua se movía con tanta destreza que le era imposible a Rachel de seguirle el beso, el calor irradiaba de su pecho calentándole los senos. Sintió el estómago ligero, la respiración pesada y sus pezones se fruncieron, endureciéndose terriblemente.
Y su entrada no dejaba de gotear una y otra vez por el placer que está sintiendo, y sobre todo, que su cuerpo no dejaba de calentarse a lo que más temía que era su celo.
Sus brazos rodearon el cuello del alfa sintiendo como este gruñía contra sus labios por ese acto. Su cuerpo no dejaba de reaccionar a los estímulos y a las fricciones de sus cuerpos, aún sobre la ropa.
Intentó mantener las manos a ambos de su cabeza y no recorrer los duros contornos de su pecho y de su espalda. Pero entonces él deslizó los dedos bajo el borde de su ropa interior, presionando los pulgares sobre su estómago, y Rachel dejó que sus manos comenzarán a pasearse sobre él.
Sus pulgares le avivaron la piel y el hormigueo se extendió hasta su pecho. Movió la cabeza de un lado y regresó en busca de su calor.
Rachel gimió bajito contra su boca. Y deseó más antes de que todo acabara. Ian metió una rodilla entre las suyas, mientras movía una mano sobre su brassier hasta la parte de atrás del broche. Sumergiendo aún más la lengua en su boca, desabrochó la prenda hasta liberarla. Luego, les puso las manos sobre los pechos, cubriendolos y acariciarlos. Se echó hacia atrás para mirarla, descendiendo hasta sus grandes manos, llenas con los pechos de la omega.
— Eres tan hermosa — dijo, con la voz convertida en un ronco susurro.
La omega se sonrojó aún más de lo que ya estaba. Jadeó cuando sintió que los pulgares del alfa le acariciaron ligeramente sus endurecidos pezones. No estaba pensando con claridad, su mente se nubló desde el instante en que Ian tomó posesión de sus labios como si fueran suyos y de nadie más en esa habitación.
Sus manos fueron tanteando la camisa del león hasta que pudo quitar poco a poco los botones, los cuales los últimos fueron arrancados en un arranque de desesperación.
Soltó una risa tonta en el momento en que Ian comenzó a soltar maldiciones cuando su pantalón no quiso salir de su cuerpo, se tapó la boca tratando de que una carcajada no saliera de sus labios, pero al parecer falló miserablemente cuando Ian le dio una palmada en uno de sus muslos con algo de fuerza.
—Lo siento, amo — secó las lágrimas que salieron de sus ojos en el momento de la risa —. Fue imposible no reírme de la situación cuando usted se pone en ese plan desesperado.
— No te rías, Rachel. Eso no lo hacen las chicas buenas — terminó de quitarse la ropa quedando completamente desnudo.
— No he hecho nada malo — se mordió el labio tratando de calmar la risa que deseaba salir una vez más.
Negó divertido por la situación, no era momento de estar regañándola por algo como eso y menos ahora que la tenía así tan dispuesta a complacerlo por esa noche.
Tomó uno de los extremos de la media derecha y la bajó besando la piel expuesta que iba dejando a su paso. Lo mismo hizo con la otra de forma erótica que Rachel no paraba de retorcerse bajo sus labios.
—Amo, por favor. No sea tan malo conmigo… — gimió, tratando de que Ian al fin decidiera ayudarla a llegar a su deseado orgamos.
Escuchó la risa ronca del alfa, seguido del sonido de las bragas que tenía puestas siendo rotas por los dedos del alfa.
Frunció los labios, si el alfa seguía con eso de estar rompiendo su ropa interior con sus dedos, se quedaría sin nada que ponerse para complacerlo cuando se le antoja. Seguido de eso, sus piernas fueron levantadas y colocadas sobre unos fuertes hombros.
Su mente trató de descifrar lo que estaba pasando en esa parte de su cuerpo, pero nada le llegó a la mente, pero la respuesta no tardó en llegar cuando la lengua del alfa se posó en su entrada virgen y estrecha causando escalofríos de placer por todo su cuerpo una vez más esa noche.
Ella debería de estar durmiendo para esas horas de la noche, ¿Pero qué más daba? Si se estaba sintiendo de esa forma con solo la lengua experta del alfa no podía imaginar cómo se sentiría cuando estuviera dentro de ella.
Subió un poco más las caderas, para darle alfa acceso al alfa para que siguiera dándole más placer del que alguna vez hubiese podido imaginar. Algunas veces había escuchado a las omegas que trabajaban en el prostíbulo de cómo les había dolido su primera vez antes o después de la subasta y ella no dudó en imaginarse en cómo sería si la llegaba a tocar un alfa como su actual dueño.
No iba a negar que sintió miedo cuando le dijeron que su dueño sería un león, la raza más poderosa del mundo pero su sorpresa fue alfa, cuando Valeria le dijo que era el presidente del país y que este no había querido a otro omega que no fuera ella, simplemente porque tenía en su cuerpo los genes gatunos y los genes de los zorros.
Su piel se puso de gallina cuando su cola fue tocada con suavidad, y sin poder evitarlo un sollozo escapó de sus labios, no quería que su cola saliera perjudicada una vez más por algo malo que hubiese hecho sin darse cuenta.
— L-Lo s-siento, amo… no sé qué hice pero en verdad lo siento mucho — se tapó el rostro con ambas manos desde que sintió como Ian se separaba de su entrada, quitándole el placer que su cuerpo estaba recibiendo.
— ¿Nunca has recibido placer? — preguntó, después de unos segundos de silencio tocando una vez más esa parte sensible del cuerpo de la omega y este puso su rostro en completa confusión.
— No entiendo— murmuró, y Ian sintió como dentro de él de un momento a otro se sentía lleno de orgullo.
— ¿Nunca te han dado placer en estas partes de tu cuerpo? — metió dos dedos de golpe, los cuales se desplazaron inmediatamente por su entrada gracias a la humedad que salía de esa área.
— No… — jadeó —. Nunca me han tocado de manera en la que pudiese sentir placer.
— ¿Tampoco te han tocado tu cola sin ocasionar alguna lesión? — tocó la cola de la omega, la cual se erizó entre sus dedos haciéndolo sentir mejor de lo que pensaba por ocasionar ese inmenso placer a la omega.
— No… nunca — sollozó una vez más, era demasiado para ella sentir todo eso dentro de su cuerpo y más que su cola fuera acariciada de esa forma tan peculiar.
Abrió la boca para dejar salir varios jadeos en busca de aire el cual se había estado en el olvido desde que su cuerpo comenzó a reaccionar ante el cuerpo del alfa sobre el suyo. Apretó las manos del alfa y comenzó a moverse en el sentido contrario a las embestidas algo que por supuesto sorprendió al alfa.
— Omega atrevida — ronroneó, sobre los labios de la omega y luego pasó su lengua por una de las mejillas calientes de esta.
Rachel no podía contenerse más por lo que sé corrió con un fuerte gemido que llenó la habitación. Ian por su parte, aún no terminaba de estar satisfecho del todo por lo que salió del cuerpo de la omega y la hizo girar sobre su cuerpo quedando boca abajo y entró una vez más en ella.
Sí que sería una velada muy intensa para Rachel.
*****
Al día siguiente, Rachel despertó a las dos de la tarde hora canadiense por lo que no le extrañó encontrar la cama vacía y fría a su lado.
La razón por la cual se había despertado fue porque Carla fue a llevarle algo de comer y ella no se acordaba que no había comido nada después de haberse subido a un avión el día anterior y sobre todo; que perdió su virginidad con la única persona a la cual nunca de los nunca que pensaba que sentiría algún tipo de placer.
Ahora se encontraba en la sala con una mueca en el rostro por la posición en la que estaba sentada en el piso en frente de la televisión con sus dos amigas.
— Se ven tan hermosos — suspiró Valeria, con dramatismo —. Mira qué bonito se ven…
— No sé cuántas veces has dicho eso en los últimos treinta minutos — murmuró Rachel, y después rió —. Creo que es la única palabra que sale de tus labios.
— También creo que lo mismo — concordó Carla —. Estoy segura de que algo pasó en esa habitación después de que nos fuéramos a dormir.
— También pienso lo mismo — dijo Rachel —. ¿Hicieron cosas sucias?
— ¿Más que ustedes dos? Lo dudo mucho — rió —. Pero no voy a negar que fue una de las mejores noches de mi vida — se mordió el labio con nerviosismo.
— Así que oficialmente ninguna de las tres es virgen — murmuró Carla, divertida —. Esto sí que no me la esperaba.
— Tú eres una perra — dijo Rachel, de la misma forma que la rubia —. Tú la perdiste hace meses y no te decimos nada así que ahora te callas y sigues con tu vida.
Carla soltó un bufido lleno de fastidio, pero Rachel tenía razón en eso que dijo. A quién quería engañar si lo disfrutó de puta madre ese día y vaya que se llevó unos buenos orgasmos que la hicieron desear no dejar de repetir esas ocasiones las veces que fueran necesarias.
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