—¿Por qué no estás conduciendo? ¿No te está esperando Nicolette? -preguntó con desdén.
Él había querido que ocupara el asiento del copiloto, pero cambió de opinión cuando escuchó lo que ella dijo y puso en marcha el motor.
Ninguno de los dos habló una palabra en el camino a casa. El ambiente en el coche crepitaba de tensión.
Y él sintió que todo era culpa de ella. Si se hubiera comportado como antes, no habrían discutido.
A mitad de camino, su teléfono sonó: Era Nicolette de nuevo.
-¿Qué has dicho? Voy a ir de inmediato -paró de repente el coche y se volvió hacia Kathleen—: Bájate. Le pediré a Tyson que venga a llevarte a casa.
Kathleen se negó a moverse.
—Baja.
-Son casi las doce. ¿Vas a dejarme aquí sola? -cuestionó. Su corazón se desgarró.
—Tyson estará aquí en cinco minutos.
Kathleen sintió estremecerse y palideció. Mordiéndose el labio, salió del coche.
-Cinco minutos. Tyson llegará pronto. Espera aquí -ordenó.
Ella bajó la cabeza y guardó silencio. Ya no tenía nada que decirle. Aunque no sintiera nada por ella, debía saber que no era seguro dejar a una chica en la calle a esas horas. Sin embargo, había elegido dejarla.
La miró. Por alguna razón, se sintió mal al verla cabizbaja. Justo entonces, su teléfono volvió a sonar.
Nicolette lo necesitaba de inmediato. Sin dudarlo, se alejó.
Las lágrimas corrieron por las mejillas de Kathleen.
Cinco minutos después, Tyson llegó a recogerla. Sin embargo, no había nadie.
«¿Dónde está la Sra. Macan?», se preguntó. Luego, intentó llamarla. Pero nadie respondió al teléfono.
Presintiendo que algo no iba bien, llamó a su jefe.
—¿La encontraste? Llévala a casa sana y salva. Si tiene hambre, pregúntale... -empezó a hablar en cuanto contestó.
—Señor Macari, la señora Macari ha desaparecido — anunció con voz temblorosa.
—¿Desaparecido? —frunció el ceño.
—Sí. No hay nadie en la carretera. Intenté llamar a la Sra. Macari, pero nadie respondió al teléfono -Tyson estaba empezando a sentirse nervioso.
-Envía a algunos hombres a buscarla. Deben encontrarla como sea —gritó Samuel.
«¿Qué debo hacer si le pasa algo?», se empezó a desesperar.
-De acuerdo -Tyson colgó el teléfono y ordenó a algunos hombres que le ayudaran a buscarla. Sin embargo, no pudieron encontrarla en un radio de diez kilómetros. Revisaron las cámaras de vigilancia y se llevó el susto de su vida.
En efecto, Kathleen se había encontrado con un tipo malo. Parecía estar borracho y la había arrastrado a un callejón.
La cara de Tyson se volvió cenicienta y llamó a su jefe de inmediato, quien atónito, le dijo:
—Ya voy. —Se levantó y estaba a punto de irse cuando Nicolette le tiró de la manga.
-Samuel, ¿qué pasa?
-Algo le pasó a Kathleen.
-¿Le pasó algo a Kathleen? -Nicolette frunció los labios —: ¿Está causando problemas porque no quiere
divorciarse de ti?
-No -Samuel estaba muy seguro de que no fue planeado.
La conocía y era una persona muy sencilla.
-Muy bien, entonces. Ve rápido y vuelve pronto. Te esperaré -dijo Nicolette. Él asintió y salió.
Nicolette se mordió el labio: «Kathleen, no importa cuánto hagas, será inútil. Pues Samuel es mío».
Él se apresuró al lugar donde había desaparecido, y Tyson le entregó un teléfono.
-Sr. Macar!, este es el teléfono de la Sra. Macar!. Hay sangre en él.
Un escalofrío recorrió la columna vertebral de Samuel.
—¡Ve a buscarla! La quiero viva o muerta.
-¡Entendido! —Tyson asintió y ordenó a sus hombres que volvieran a buscar.
Los nudillos de Samuel se blanquearon mientras agarraba el teléfono de su esposa. Rezó con fuerza para que no le hubiera pasado nada.
Gemma miró el rostro ceniciento de Kathleen y suspiró.
Estaba limpiándole la cara con una toalla cuando abrió los ojos.
-Despertaste -Gemma parecía aliviada.
Atónita, Kathleen la miró aturdida.
—¿Gemma?
-Oh, ¿todavía te acuerdas de mí? Creía que te habías olvidado de mí desde que te adoptó la familia Macan —se burló Gemma. Kathleen hizo una pausa.
-No fui adoptada por la familia Macar!.
—Sea lo que sea, me alegro de que estés despierta. ¿Te duele algo? -comenzó a examinarla.
Habían pasado muchos años, y Kathleen seguía siendo tan hermosa como antes.
-Me siento bien. ¿Dónde estoy? -Kathleen frunció los labios.
-Es mi casa. Mi hermano te ha salvado. Me pidió que llamara a tu familia cuando despertaras, por si se preocupaban.
Kathleen miró desconcertada.
—No tengo familia.
Ella no tendría nada después de divorciarse de Samuel.
Gemma dijo con nostalgia:
—Así es. No tenemos familia. Ahora estamos solos.
—Todavía tienes a Benjamín -la corrigió Kathleen.
Gemma suspiró:
-¿Quieres llamar a la familia Macari?
«¿Llamar a la familia Macari? ¿Qué hará Samuel si se entera?», analizó. Estaba en un aprieto. Si Diana y Wynnie sabían que Samuel la había dejado sola a altas horas de la noche, y que casi había sido violentada por un borracho, sabrían que él había ido a buscar a Nicolette.
Eso lo haría enojar aún más.
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