Encuéntrame romance Capítulo 23

De todos los escenarios posibles, este no existía en sus planes ni por broma que se tratase. Había lavado su cuerpo lentamente y con la calma que hace mucho tiempo no lo destacaba, en silencio la comprendía, en silencio hacía que los muros de Ana cayeran, sin embargo, entre sus pensamientos e ideas, solo quería algo de forma desesperada.

Que Ana solo se abriera para él.

Ella estaba en su cocina con su franela negra de algodón puesta y con los pies descalzos, era una vista perfecta. Iba de aquí para allá, picaba cosas y probaba algo de la comida que estaba haciendo para él. No tenía ni puta idea de qué estaba preparando, porque su mirada y concentración solo permanecían en su cuerpo y en sus movimientos.

Disfrutaba una paz en este momento que difícilmente conseguía apreciar en el resto de sus días, esperaba que pudiese deleitarse todo lo necesario de este asunto y sin más, se olvidaría de Anaelise para siempre, era lo mejor para ella, y para él mismo.

—¿Tu familia vive en Colorado?

«Preguntas…» era lo que menos le gustaba a Xavier, por ello sencillamente llevaba sus relaciones al plano meramente sexual, por ello sus encuentros perduraban solo una noche, a excepción de Olivia que prometió jamás preguntar. Además, que no significaba nada para él.

—No —respondió seco mirándola fijamente, evitando que ella continuara.

Sin embargo, Anaelise se giró nuevamente para visualizar la cocina y mover un poco la salsa que preparaba para la pasta. Dejó la paleta en el buró y cruzó un poco las piernas inseguras, lo miró con duda y llena de muchas preguntas que no lograba retener en su boca.

—¿No eres de Colorado? —Volvió a preguntar yéndose por otro camino. Ya le había quedado claro que el tema no era agradable para él, y lo entendía a la perfección, a ella no le gustaba hablar sobre su padre ni de ningún aspecto de su vida.

—Soy nativo de Los Ángeles —confesó Cox sentándose y apoyándose en el muro de mármol mientras tomaba algunos manís de un frasco de vidrio.

—Nunca lo imaginé, no tienes mucho acento…

—Mi familia vive allá —indicó rápidamente sin caer en cuenta de que ella ya lo envolvía en una charla—. Escucha Anaelise, sé lo que tratas de hacer, pero no soy bueno hablando y…

—Tampoco soy buena hablando —le interrumpió ella enseguida—. De hecho, no me gusta hacer amistades porque eso siempre…

Su charla se interrumpió de inmediato cuando escuchó que su celular sonaba. Ana olvidó por completo en apagarlo. Miró a Xavier previamente y luego caminó hasta la sala en puntillas para revisar su bolso pequeño.

La llamada se cayó, el contacto de Andrew apareció en la pantalla y ella frunció el ceño enseguida.

«Por supuesto, era fin de semana, y él siempre buscaba algo que hacer con ella», pensó.

Entre pensamientos, el teléfono volvió a tintinear haciendo que Ana saltara del susto que le dio. Quiso desviar la llamada, pero sus dedos torpes solo contestaron.

¡Mierda!

—Andrew, estoy un poco ocupada te llamaré luego —dijo entre dientes de forma rápida y muy nerviosa, a la vez viendo como Xavier se levantó de la banca para girar a verla.

—Buenas noches, se dice, maleducada —alegó Andrew casi en grito—. Escucha, tengo un plan que no podrás rechazar…

Ana solo miraba con el rabillo del ojo a Xavier mientras escuchaba a Andrew sin saber cómo cortarlo de inmediato.

—Escucharé tu plan, pero ahora mismo estoy realmente ocupada —dijo más nerviosa que nunca como si ella estuviese cometiendo un delito.

Los pies de Xavier comenzaron a andar y a la vez chocó con un mueble detrás de ella.

—Mañana haremos un pícnic, algunos familiares y amigos vendrán, pero me gustaría que vinieras, pretendo contarte algunas cosas que he estado pensando, leí sobre un artículo que puede interesarte…

Las palabras de Andrew comenzaron a irse, porque el cuerpo de Xavier literalmente estaba frente a ella. Su teléfono fue despegado por el hombre de su oreja e inmediatamente comprobó quien la estaba llamando.

«¿No le gustaban las amistades?», fue la pregunta que se le formó a Cox al instante, cada vez que veía a Ana fuera de su alcance ella estaba con este chico, cuando la llamaba, «él siempre estaba en su campo».

Una sensación de desagrado se instaló en el cuerpo de Xavier, Andrew no era competencia para él, pero su cercanía un poco exagerada le incomodaba.

—Escucha, Andrew —reaccionó Ana rápidamente al ver la expresión de Xavier en ella—. Estaré allí de acuerdo, ahora debo irme…

—¡Esa es mi chica! —escuchó Xavier de parte de Andrew cuando Ana quitó su teléfono de su oído y luego finalizó la llamada.

Anaelise se escurrió rápidamente de su lado y luego corrió hacia la cocina para comprobar la salsa que ahora estaba lista. Apagó toda la electricidad y se giró para ver qué tenía por decir Xavier.

—Parece que delataron tu mentira —expuso Xavier caminando nuevamente hacia la cocina, asomando una impresión relajada, muy contraria de lo que sentía—. Andrew parece muy amigo tuyo —acentuó la palabra para dejarle claro a Ana a qué se refería.

Ella juntó sus manos y luego asintió.

—Andrew es… buena persona, —respondió sincera—. Hace poco que lo conozco, no estaba en mis planes tener su amistad, es fastidioso, pero creo que me agrada, ha sido muy amable todo el tiempo…

Cox la observó un tanto enojado, pero disimuló el momento, no podía exigirle con quien tener amistades, esto simplemente era ridículo. Pero ese chico detrás de Ana le creaba incomodidad.

No supo por qué, pero se sentó nuevamente en la banca y luego dijo:

—Mi madre y hermana están en los Ángeles, mi padre ya no está, murió hace un par de años por un cáncer de pulmón que lo invadió muy rápido —el rostro de Ana cambió de inmediato, e hizo como si estuviese escuchando una cotidianidad.

Asintió un poco nerviosa y comenzó a servir la pasta en los platos que consiguió.

Colocó todo de forma cuidadosa mientras sentía la mirada de Xavier en toda ella.

—¿Qué hay de ti? —preguntó Cox tomando el plato de comida. Todo se veía exquisito y su estómago rugió enseguida cuando el aroma entró en sus fosas nasales.

—Sabes todo, has leído mi historial.

Era cierto, pero él quería saber más de ella, todo desde su punto de vista, claro estaba.

—Eso es solo una parte, y lo sabes Anaelise —contraatacó.

Ella suspiró profundo y luego dejó su tenedor cerca.

—Vivo con mi padre y Carla, la mujer que lo cuida, tuve tutela casi toda mi vida, y no tengo a otra persona después de eso. No hay nada que contar, solo hay huecos, y…

—¿Por qué no fuiste con la familia de tu tío? —indagó Xavier sin mirarla, ahora estaba saboreando una de las pastas más deliciosas que había probado.

—Él tiene su propia familia, hijos y esposa, no quiero ser estorbo para nadie. Además, su esposa cree que soy una mala compañía para sus hijas.

Xavier arrugó el ceño y luego negó.

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