Encuéntrame romance Capítulo 70

Seis años después…

Ana entró por cuarta vez al baño durante la mañana, mientras limpió su frente con el dorso de su mano. En unos pasos llegó hacia el lavamanos y metió sus palmas frotándoselas varias veces, para luego llevarlas a su cuello.

Cada día era peor, cada día estaba siendo más agobiante, por tal motivo, estaba aquí, esperando.

Su móvil resonó por todo el cuarto de baño, pero Ana sabía perfectamente quien estaba llamándola ahora mismo.

—Amor…

—¿Ana?, ¿Dónde estás? —el tono de Xavier fue entre preocupado y… posesivo, una característica que nunca se iba de él, a pesar del tiempo, y de ellos mismos.

—En el hospital…

—Son las nueve de la mañana, ¿Qué haces allí todavía?, deberías estar aquí descansando.

Ana se giró hacia el espejo mientras soltó el aire y reprimió los ojos. Debía mentirle, necesitaba hacerlo al menos hasta el momento en que estuviese segura. Porque esto que le estaba pasando debía ser… solo un mal control, o algo así, ni siquiera ella tenía explicación para esto.

—Addison… ella me pidió cubrirla por unas horas, hay mucho trabajo en la emergencia, y, me ha sido imposible llamarte, sabes muy bien cómo se pone esto.

Por un momento el silencio fue peor de lo que ella esperaba. No estaba cubriendo a Addison, una compañera emergenciologa, al igual que ella, ni siquiera la había visto durante cuatro días, y, a decir verdad, tampoco era que fuesen unidas. Pero era necesario que ella se mantuviera en el hospital diciendo que estaba cubriendo un turno para que Xavier no sospechara de su permanencia allí.

Él sabía cada rincón y cada función del hospital, Keck de USC, donde seguía siendo el director, y donde cada persona daba una explicación, así no se la pidiera.

También debía decirse así misma que era una completa idiota por hacerse un análisis de sangre en ese hospital, pero estaba aterrada, aun ni siquiera podía con su temblor por los nervios que le provocaban pensar que esa prueba saliera positiva.

Tenía más de dos semanas de retraso, y aunque su periodo siempre fue irregular, desde que puso ese dispositivo en su brazo, jamás se retrasó.

¿Qué había pasado ahora?, ¡por qué carajos le estaba pasando esto!, se reprimió a sí misma mientras tenía el móvil en su oreja.

—Anaelise —aquí estaba su voz de sentencia, y supo que era el momento de huir.

—Xavier, te llamó en unos minutos, debo llenar esta historia, y creo que me iré a casa, ¿de acuerdo?

—¡No!, ¡dime ahora mismo que mierdas sucede!

Un resoplido basto salió de su cuerpo al instante. Este hombre era intenso en niveles extremos y jamás había perdido un gramo en su carácter. No sabía que iba a decirle, desde que comenzaron a vivir juntos se prometieron no casarse, no tener hijos, ni hacer nada de esas cosas que la gente veía como normal.

Eran felices a su manera, ellos dos. Todo siempre fueron, ellos dos.

Ni ella, ni Xavier estaban dispuestos a compartir un espacio más para nadie, y debido a ello, habían tomado todas las precauciones posibles.

Nunca en estos maravillosos seis años discutieron, o al menos no en el ámbito personal. Ana no podía negar que nadie podía acercársele porque Xavier era un posesivo de mierda que no lo permitía, y aunque a la gente le sonaba mal, para ella era perfecto.

Le encantaba a su hombre así, y ella no se quedaba atrás en querer tener todo de él, en todo momento.

—Escucha, puedes preguntar a…

—No preguntaré a nadie, no tengo por qué hacer esto —la cortó Xavier al instante—. Iré ahora mismo al hospital, te buscaré y hablaremos de lo que ocurre.

—Xavier, si confías en mí, ¿Por qué no esperas?, ahora mismo estoy tomando mi bolso ¿de acuerdo?

Su respiración se entrecortó cuando escuchó un bufido lejano.

—Entonces te espero en casa, porque Elisa vendrá a comer…

—Perfecto —esta vez ella sonrió—. Haremos algo rico para ella…

—¿Y para mí? —sus mejillas volvieron a ruborizarse como siempre mientras negó.

—Para ti… haré algo especial —la risa de Xavier se esparció por todo su oído mientras apretó sus ojos y soltó el aire un poco más aliviada.

Ni un segundo dejaba de sentir su intensidad, y siempre la volvía loca.

—Te amo… un beso —escuchó como él se despidió y ella hizo lo mismo finalizando con la llamada.

Colocó el móvil en su bata de médico y luego se miró frente al espejo.

Sus pechos estaban normales al tacto, y tenía su vientre plano. Junto con Xavier tenían una rutina de ejercicio, y ambos estaban en buena forma, comían sano, y algunas veces salían a disfrutar de su noche.

—Nada ha pasado —se dijo a sí misma arreglando su cabello, ahora largo y con algunas mechitas pintadas—. Son ideas tuyas, Ana —se aseguró.

Su cuerpo y esbeltez ahora eran diferentes, ella ya tenía 27 años y su figura era más curvilínea. Los rasgos de su rostro también habían cambiado un poco porque ya no se veía como aquella niña asustadiza, que temblaba por todo.

Anaelise ya era una mujer, con seguridad, determinación, y una vida asentada. Ella era feliz.

Después de que salió del baño, arregló su bata y observó la hora en el reloj de su muñeca. Eran las nueve y quince, y a esta hora, sus resultados estaban más que listos.

Si decía que se había hecho diez pruebas de orina, se quedaba corta. Algunas salieron positivas, y otras con resultados inconclusos. Como médico no se confiaba de ellas, por lo tanto, decidió colocarle punto final a su agonía y ahora estaba caminando rumbo a la noticia que estaba matándola.

Dio unos toques cuando entró al laboratorio, y el hombre que estaba sentado dentro, le hizo una señal que pasara sin cuidado.

—Bien… —dijo Ana forzando una sonrisa a John que era el jefe del laboratorio del hospital, era bioanalista, y lo había encargado a él de su examen—. Imagino que tienes mi resultado…

El hombre dio una sonrisa asintiendo y luego se giró para tomar un sobre.

—Es todo tuyo…

Ana tomó el sobre y lo guardó en su bata, pero antes de salir, retrocedió un paso.

—John… nunca vine aquí ¿Entendido? —le advirtió sabiendo que se trataba de Xavier.

—Ni siquiera te he visto, Ana…

—Perfecto…

—Suerte.

Esa última palabra caló su estómago que volvió a revolverse enseguida. Necesitaba tranquilizarse, en segundos sabría que toda su zozobra había sido solo una tontería.

Luego de que Anaelise firmara su salida y se despidiera de su turno, —inventado—, fue hasta el estacionamiento y quitó el seguro de su auto para meterse dentro de él.

Su cabeza reposó en el cojín y con los dedos temblorosos sacó el sobre que puso sobre sus piernas.

—Maldita sea, ¡qué nervios! —esbozó de forma ruda, y rompió la tira del sobre sin ningún cuidado.

Ella pudo divisar como aquel papel se tambaleaba y su nombre se reflejó ante sus ojos mientras deslizó la mirada.

Prueba de Embarazo: Positiva

Ana no pudo evitar que sus ojos se nublaran al instante y que el aire le faltara por mucho tiempo. Todo, absolutamente todo vino de golpe hacia ella. Un fuerte mareo, náuseas, y, sobre todo, miedo. Mucho miedo.

Las lágrimas comenzaron a bajar por sus mejillas y fue inevitable no salir de ese auto que la estaba sofocando. Todo su cuerpo temblaba como si su vida hubiese retrocedido años atrás y se sintió tan pequeña, que ni siquiera tuvo el control de sus pies.

No sabía a dónde ir, si llorar, gritar o correr. Se sentía perdida.

—¿Ana?

Ella se giró de golpe al escuchar una voz conocida, y no dudó en lanzarse hacia ella.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Encuéntrame