Alejandro escuchó la voz de Danitza, que temblaba y hacía que su corazón se acongojara inexplicablemente al escucharla.
—Bueno..., estoy de vuelta. Danitza, ¿no te sientes bien? ¿Quieres que venga un médico a examinarte? —Alejandro escuchó la voz de Danitza y pensó que estaba enferma.
Alejandro intentó encender la luz, pero Danitza le detuvo.
—No, solo estoy un poco cansada. —Danitza se quedo en silencio por un momento después de decir aquello y volvió su rostro hacia Alejandro.
—Ya veo, pues si estás un poco cansada, deberías de descansar ahora. —Originalmente, Alejandro quería conversar con Danitza, pero cuando escuchó que Danitza estaba un poco cansada, sintió que había algunas palabras que no podía expresar.
—Ok, está bien. —Cuando Danitza vio que Alejandro estaba a punto de decir algo, sabía que quería decirle, pero ella prefirió callar y esperar a ver qué tipo de excusa usaría Alejandro para abortar el bebé.
Alejandro hizo que Danitza se acostara y la arropó con las mantas, mientras miraba a sus ojos que brillaban con fuerza en la oscura noche.
—Alejandro, ¿te vas? —Danitza llamó a Alejandro.
—Entonces me quedaré contigo un tiempo. —Alejandro iba a volver para pensar qué decir a Danitza sobre el hecho de abortar, pero Danitza parecía querer compañía, así que Alejandro se quedó por un tiempo.
—No importa, ve a trabajar, pronto me pondré a descansar. —Danitza quería oír qué excusa iba a utilizar Alejandro, pero tenía miedo de oírla, así que prefirió evitarla.
Alejandro suspiró y salió, cerrando la puerta de la habitación tras de sí. Se quedó en la puerta por un rato, pensando en lo que debería hacer, pero no se le ocurrió nada, por lo que se fue a la habitación de invitados.
Danitza daba vueltas en la cama, incapaz de dormir, así que simplemente se levantó para ir a tomar un poco de agua. Cuando llegó al pasillo, vio que la luz de la habitación de invitados seguía encendida.
Alejandro seguía pasándolo mal y Danitza sintió pena por él, así que fue a la cocina y le preparó un plato de fideos con un par de huevos fritos encima y se lo llevó.
La puerta de la habitación de invitados no estaba completamente cerrada, así que Danitza estaba a punto de empujarla para abrirla cuando escuchó a Alejandro hablando con alguien por teléfono.
—Victoria, escúchame, no puedes quedarte, definitivamente no puedes quedarte, si lo haces, ¿qué harás?
Cuando la otra parte dijo algo, Alejandro se enfadó mucho y su voz se hizo más fuerte.
—Si digo que no puedes quedarte, ¡es porque no puedes quedarte!, ¡¡no hay nada que puedas decir para que cambie de parecer!! —Con eso colgó el teléfono.
—¡¡Crash!! El plato de fideos en la mano de Danitza se deslizó hacia el suelo, y ella se quedó aturdida.
—¡¿Quién es?!— La voz de Alejandro acababa de preguntar cuando se dirigió a la puerta, y en cuanto la abrió vio a una Danitza temblorosa.
—¿Danitza? —Alejandro abrazó a Danitza de repente.
Pero el cuerpo de Danitza se deslizó hacia abajo y cayó de rodillas en un instante.
Su rodilla golpeó el suelo justo en la porcelana del plato quebrado y la sangre empezó a brotar.
—Danitza, ¡Danitza! —Alejandro se puso ansioso y se preguntó qué pasaba con ella, los fideos en el suelo indicaban que Danitza se los había preparado ella misma, pero ¿por qué había dejado caer el cuenco al suelo?
En ese momento, a Alejandro no le importó nada, se agachó y la cargó, llamando a Gonzalo para que trajera al médico.
Las rodillas de Danitza sangraban, pero también lo hacía la parte de su entrepierna.
—Dana ¿qué está pasando? Por qué no nos dijiste que estabas embarazada. —Cuando Laura recibió una llamada de su hermano, llamó a Nora a venir a ver a Danitza.
—¿Qué sentido tiene que lo sepan ahora? Mi bebé... ya no está aquí. —La cara de Danitza estaba tan pálida que dolía mirarla.
—Mi hermano me dijo que el bebé tenía una enfermedad congénita y que por eso habías abortado. —Laura habló con Danitza.
—¿Enfermedad congénita? Ooooh, ya veo, es una buena excusa. —Danitza respondió con indolencia. —¿Si tenía algo mi bebé? ¿Por qué no dijo nada el médico? Esto fue algo que salió de la boca de Victoria de nuevo a la de Alejandro después de haberme enviado aquel mensaje de texto por equivocación.
Laura no sabía qué decir, y realmente no entendía nada.
—Laura, ¿dónde está tu hermano? —Danitza miró a Laura y le preguntó.
Laura se sintió muy incomoda de decirlo, ya que su propia esposa tuvo un aborto involuntario hace poco y su hermano ni siquiera estaba allí para verla.
—No lo encubras. ¡Dime, ¿dónde está?!— Danitza miró a Laura con ojos de enojo.
—Mi..., mi hermano... se fue a Francia con Victoria. —Laura sabía que era imposible ocultarlo, pues esta vez su hermano se iba por un período más largo, así que no podía ocultárselo a Danitza todo el tiempo.
Después de que Danitza escuchara esto, no dijo nada más, todo estaba ya claro. Quitarle a su bebé y dejarla allí sufriendo mientras ellos se iban a divertir a Francia, ¡realmente todo era perfecto!
Mirando esa sopa de pollo, Danitza tuvo el deseo de beberla. ¡¿Por qué ellos debían estar tan felices y contentos, mientras que ella tenía que estar allí sufriendo?!
—Papá, dame la sopa de pollo, quiero comer. —Danitza señaló la sopa de pollo y se lo dijo a su padre.
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