Encuentro cercano romance Capítulo 108

Antonio solo estaba preocupado de que Nora fuera donde Danitza e hiciera una escena, é era muy consciente de que ésta sería capaz de hacerlo. Pero él también sabía que Danitza era bastante buena y que seguro debía de estar trabajando duro.

Danitza sintió que la empresa en la que estaba trabajando era particularmente buena con ella últimamente, pues le entregaban más trabajos, en su mayoría eran fáciles de traducir, por lo que se sintió un poco avergonzada de que le pagaran así.

—Señor Cristian, ¿ha revisado toda la información que me ha dado recientemente? —Danitza preguntó al que le dio la información, Cristian Mejía.

—Todo fue revisado en persona por nuestro jefe, ¿por qué la pregunta?, ¿acaso es un muy difícil? Si es muy difícil, se lo haré saber al jefe. —Cristian no se atrevió a ofender a la señorita que tenía delante, pues tenía ordenes directas del jefe.

—No, no, solo es que es un poco..., entonces olvídelo, me lo llevo. —Danitza tampoco era capaz de decirle a Cristian que estos documentos eran demasiado fáciles, y que podía traducirlos en un día, así que el dinero era demasiado fácil de tomar. «¿El jefe no está siendo pretencioso?, obviamente alguien en su posición debería de verificarlo bien».

—Por cierto, señorita Danitza, nuestro jefe está muy satisfecho con la calidad de su traducción, ha dicho que le va a dar un aumento, cien euros por cada mil palabras, ¿qué le parece? —Cristian vio que Danitza estaba a punto de irse antes de recordar de repente algo, se limpió secretamente el sudor, pues casi se olvidó de este asunto.

—¿Añadir cien euros? —Danitza pensó que era realmente increíble, ¿era que este jefe no sabía en qué gastar su dinero? Darle la información más sencilla y además le iba adar un aumento.

—Si crees que es poco, entonces yo... —Cristian se sorprendió al ver la expresión de Danitza y pensó que le parecía poco.

—No, no es eso, no hace falta un aumento, así está bien. —Esta empresa ya le pagaba muy bien, así que cómo podría permitirse pedirle al jefe que le subiera el sueldo.

—El jefe me dijo que le diera un aumento, porque esta vez la información es más urgente, ¿Podrías terminar la traducción para el viernes? —Cristian preguntó a Danitza.

—Sí, entonces enviaré la información el viernes. —Danitza miró la información y no hubo problema con entregarlo el viernes, era mucho, pero todo era muy sencillo de traducir.

Danitza agarró la información y salió de la oficina. Observó cómo se acercaba el autobús y rápidamente corrió para poder subir.

El coche de Alejandro también pasó por allí justo después de que Danitza subiera al bus. Llevaba dos días en el país, pero no había habido ninguna pista sobre Danitza, y las comisuras de sus labios bullían de ansiedad.

En ese momento, se marchó a toda prisa, pensando que podría explicárselo a Danitza cuando volviera, pero ella es muy obstinada y él lo sabía, realmente sería demasiado tarde para explicárselo en ese momento.

***

«Todo es culpa mía. ¿Qué debo hacer?, ¿qué debo hacer? Danitza, ¿dónde estás? ¿A dónde fuiste?».

—Mauricio, utiliza todos tus contactos para poder encontrar a Danitza por mí. —Alejandro llevaba ya dos meses acumulando su desdicha, y también estaba ocupado con los asuntos del Grupo HD.

No había más remedio que pedir ayuda a Mauricio.

—Amigo mío, ni siquiera tú puedes hacer algo al respecto, ¿qué piensas que puedo hacer yo? He oído que..., cuando una mujer quiere alejarse de uno, no hay manera de que se pueda descubrir. —De hecho, Mauricio había ido a buscarlos hace tiempo, pero tampoco había encontrado alguna pista.

Alejandro ni siquiera levantó la mirada y se limitó a decir:

—He oído que Nora tiene un hombre que le gusta desde que era una niña.

—De acuerdo, de acuerdo, solo decía. Ese hombre que le gusta a Nora desde que era pequeña, ¿quién es? —Efectivamente, Mauricio se puso como un pelele, también quería saber quién era el hombre que le gustaba a Nora desde que era una niña.

—Primero ve y ayúdame a encontrar a Danitza, si lo haces, te contaré lo que sé. —Alejandro continuó con su trabajo, la pila de asuntos oficiales era tan grande que tuvo el deseo de tirarla cuando la miró.

—De acuerdo, es un trato, ¡Danitza no podrá esconderse de mí! —El espíritu de Mauricio cobró vida de inmediato.

A veces, cuanto más buscas deliberadamente a alguien, menos puedes encontrarlo. Danitza no se estaba escondiendo, vivía como siempre, traduciendo documentos en casa todos los días, mientras Gonzalo iba a comprar comida y luego cocinaba para ella.

Danitza no había vuelto a la villa desde hacía dos meses, y el atento Gonzalo se había dado cuenta, pero no dijo nada. La niña debía de tener sus dificultades para hacerlo, si quisiera hablar, se lo habría dicho hace tiempo, así que lo mejor era dejar que las cosas se calmaran.

***

El viernes, Danitza había encuadernado el manuscrito traducido, salió y se subió al autobús, y llegó a la oficina.

—Señorita Danitza, es usted realmente puntual. Ha logrado traducir mucha información en tan poco tiempo, es realmente impresionante. —Cristian no se olvidó de felicitar a Danitza cuando tomó la información.

—Señor Cristian, es demasiado amable. Por cierto, ¿creo que me han pagado de más? —Cada vez que se pagaba la tasa de traducción, se cargaba en la tarjeta de Danitza puntualmente el día siguiente a la entrega del manuscrito.

—¿De más? Es así, te he aumentado cien euros extra por cada mil palabras. Además pronto estaremos en días festivos, así que he repartido mil a cada uno. —Cristian le explicó a Danitza.

—Oh, ya veo, así que pagan por los días festivos. —Danitza pensó que los beneficios de esta empresa era demasiado bueno para ser verdad.

Pero cuál tipo de día de festivo se acercaba, lo repasó rápidamente en su cabeza, y lo más parecido sería el Día del Niño.

No quería pensar en Alejandro ni en su bebé, le dolía el corazón cuando pensaba en ellos, así que simplemente se dejó sumergir por el trabajo.

Cuando Alejandro regresó a su villa, ya era muy tarde. Todos los días hacía horas extras, solo para tener tiempo libre para buscar a Danitza.

Nada de lo que había en el dormitorio había cambiado, no se había llevado ni una sola pieza de la ropa que le había comprado, las joyas que le habían regalado estaban bien guardadas, y Danitza se había marchado de allí sin llevarse absolutamente nada.

La almohada y las sábanas aún tenían su aroma. Alejandro sostuvo la almohada entre sus brazos, oliendo la débil fragancia, de repente, vio lo que había debajo de ésta, como si fuera un trozo de papel.

Alejandro cogió el papel que le había dejado Danitza, él cual tenía de encabezado tres palabras, «Acuerdo de divorcio» con un espacio en blanco en el centro, y en la parte inferior, la firma de Danitza.

La hoja de papel se hizo pedazos cuando Alejandro las tomó en sus manos.

—Danitza, vuelve, te echo de menos. —Alejandro se abrazó infantilmente a la almohada y enterró su cabeza en ella. El poderoso presidente Alejandro estaba derramando lágrimas en ese momento.

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