Cuando Alejandro regresó a casa, Gonzalo ya le había preparado unas gachas de arroz blanco y unos cuantos platos deliciosos, pero al comerlas sentía que no tenían sabor.
Ya estoy bien del estomago, pero aún así siento que algo me falta, todavía me siento vacío por dentro.
—Señor Alejandro, ¿quiere más gachas de arroz? —Diego había estado observando a Alejandro durante un largo rato, su cuenco ya estaba vacío, pero él seguía llevando la cuchara a la boca. Diego pensaba que quizás el sabor del arroz era demasiado bueno.
—¿...Eh? ¿No hay más comida? Sirve un poco más. —Alejandro descubrió que la comida de su cuenco había sido terminado por él mismo.
Después de comer, fue a sentarse en el sofá y se dispuso a ver la televisión. No estaba viendo lo que había en la televisión, sino que el rostro de Danitza no paraba de mostrarse en la pantalla del mismo.
Se levantó y fue a dar un paseo por el jardín, pero sentía que no contaba con fuerzas para caminar.
«¿Qué me pasa? Nunca había estado así».
***
—Oye, Mauricio, ¿estás libre ahora? ¡Vamos a tomar algo! —Estaba muy triste en casa, así que Alejandro le pidió a Mauricio que saliera a tomar algo.
—Está bien, vamos al lugar de siempre. Saldré enseguida. —Mauricio también se sentía aburrido en casa, así que ambos fueron a tomar una copa al bar de siempre.
—Alejandro, ¿se lo explicaste todo a Danitza? Entonces..., ¿ya te ha perdonado? —Alejandro se marchó a toda prisa, sin decir nada a Mauricio.
Más tarde se lo explicó a Mauricio, dejando que éste finalmente dejara de preocuparse tanto por él. Habían pasado dos meses desde que el se había ido, sería muy extraño si Danitza no se sintiera molesta.
—Se lo he explicado y me ha perdonado. —Alejandro seguía muy contento, su Danitza era realmente muy buena. Éste había preparado muchas palabras y bastantes testigos, pero ninguno de ellos fue utilizado, porque ella le creyó de inmediato. Estaba emocionado, pues ese tipo de confianza no era algo fácil de lograr.
—¿Cómo? Entonces, como ya has acompañado a Victoria para que le operen la pierna, tienes que cumplir tu acuerdo con ella. Danitza es una chica con un carácter fuerte, no puedes engañarla así. —Mauricio había llegado a conocer mejor el carácter de Danitza después de haber tratado varias veces con ella.
—No le mentí. Desde que acompañé a Victoria a la operación, ya le había dejado claro de que lo hacía porque se lo debía. Ya cumplí con lo prometido, por lo que no tendré que ver nada con ella en el futuro. —Alejandro fue para pagar esa deuda que el mismo se había hecho cuando Danitza más lo necesitaba. No pensó que esto fuera sólo una trampa tendida por Victoria.
Cuando Mauricio escuchó las palabras de Alejandro, no dijo nada más. Alejandro es un hombre de palabra, y como ya se lo había dejado claro a Victoria, de seguro iba a mantener lo que dijo.
Los dos hombres tomaron unas cuantas copas más y se aburrieron.
—¿Por qué no vamos a buscarlas?, no es seguro que tres chicas coman fuera. —Alejandro no pudo evitar pensar en Danitza.
—Yo también me siento algo preocupado por eso, mejor vamos. —El comentario de Alejandro se ha metido en la mente de Mauricio, al escuchar que Danitza y Nora habían ido a celebrar junto con Laura, sin nadie más que las pudiera proteger si pasara algo.
Ambos amigos encontraron la mejor excusa para dejar el bar y fueron a buscar a Danitza y a las demás.
Las tres estaban comiendo alegremente cuando se acercó un apuesto joven.
—Hermana Danitza. —Ángel Álvarez no esperaba encontrarse con Danitza en un puesto de carretera.
—¿Ángel? —Danitza miró al apuesto chico, que aún seguía vistiendo un atuendo informal. Su pelo estaba peinado de forma aleatoria, pero esas características hacía que la gente no pudiera apartar la mirada de él.
—Hermana Danitza, a usted también le gusta comer langosta de este lugar, a mí también me gusta venir aquí a degustar. —Ángel se sintió como en casa y se sentó junto a Danitza.
—Estas dos muchachas que te acompañan están muy guapas. Danitza, ¿me las presentas? —El coeficiente emocional de Ángel era muy alta. Ya que se acerco a Danitza con tanta naturalidad, debía de ser un buen amigo de ella, por lo que no debería ser mala persona y respetaría a todos los amigos de ésta.
—¡claro!, esta de aquí es Laura, tu hermana Laura, y la de allí es Nora, tu hermana Nora. Este es Ángel, un pequeño hermano mío. —Danitza no había visto a Ángel desde la recepción del señor Jones.
Pero éste era extraordinariamente guapo y solo verlo una vez era suficiente para no olvidarlo jamás.
—Ángel, eres tan guapo. ¡Maldita sea!, cómo es posible que todos los que conocen a Danitza sean así de guapos. —Nora miró a Ángel. Este chico probablemente solo tenga 18 o 19 años, todavía hay infantilidad en su hermoso rostro.
—Lo que acabas de decir es un cumplido camuflado ¿verdad? Ja, ja, ja, ja, ja. —El comentario que acababa de hacer Danitza hizo reír a todos con alegría.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Encuentro cercano