Encuentro cercano romance Capítulo 122

—¿Gonzalo?, ¿eres tú? —Gonzalo estaba comprando alimentos en el supermercado. Su hija había regresado recientemente a la villa y Gonzalo estaba solo, pero ahora que no tenía más negocios que atender, sus días seguían siendo relajados y normales.

Oyó que alguien le llamaba y vio a una hermosa dama que le miraba.

Gonzalo miró a la dama y se congeló, su emoción fue tan grande que las verduras que tenía en la mano se le cayeron al suelo.

—¿Samanta? —Gonzalo gritó suavemente, pero sus pies se sentían pesados, por lo que no podía moverse.

Samanta García se acercó y tomó la mano de Gonzalo, mirándolo con atención, las lágrimas empezaron a fluir.

Ella había vuelto a buscarlo a él y a su hija. Su hija ya fue localizada por ella, pero ésta se había enterado de que Gonzalo había ido al extranjero para recibir tratamiento médico por su enfermedad cardíaca.

—No llores, no serás hermosa si lo haces. mi Samanta es la mujer más hermosa de este mundo. —Gonzalo quiso secar las lágrimas de Samanta, pero apenas levantó la mano, lo bajó de inmediato, pues él ya no estaba en la posición de hacerlo.

Sacando un pañuelo de su bolsillo, Gonzalo se lo entregó a Samanta.

—Gonzalo, sigues siendo el mismo. —Samanta cogió el pañuelo y se secó las lágrimas. Se sentía demasiado avergonzada frente a Gonzalo.

—¿Hace cuánto tiempo que regresaste? ¿Has visto a tu bebé? —Gonzalo preguntó a Samanta.

—He vuelto hace más de medio año, y ya he visto a mi niña. Ha sido bien educada por ti, te lo agradezco mucho, Gonzalo. ¿Te parece si vamos a tomar un café? —Samanta había estabilizado sus emociones.

Cuando estaba en el coche hace un momento, vio a Gonzalo y se apresuró a pedir al conductor que parara el coche, luego se bajo y lo persiguió hasta el supermercado. Como el lugar era tan grande, ella tuvo que dar varias vueltas antes de poder encontrarlo.

—Está bien, vamos. —Gonzalo sabía lo que se avecinaba.

—Gonzalo, bebe. Es el café Espresso que tanto te gusta. —Samanta ayudó a Gonzalo a pedir el café.

—Es difícil que no recuerdes mis gustos, gracias Samanta. —Gonzalo cogió su taza de café, pero no le agradó mucho después de tomar un sorbo.

La escena entonces se tornó incómoda y Samanta no sabía por dónde empezar. La persona a la que Samanta le debía más en su vida era Gonzalo.

Gonzalo no sabía lo que debía decir, él era un hombre honesto que podría describirse como alguien demasiado honesto.

—¡Gonzalo!

—¡Samanta! —Ambos estaban callados durante un largo tiempo y, de repente gritaron sus nombres al mismo tiempo.

—Tú primero. —Ambas personas dijeron lo mismo al mismo tiempo.

—Está bien. Déjame hablar primero. —Gonzalo sintió que lo correcto era que él hablará primero.

—Danitza es una chica bastante buena y obediente. Nunca ha preguntado por su madre en todos estos años que has estado fuera, probablemente sea porque te fuiste cuando era muy pequeña y por eso no tiene una impresión de ti. —Gonzalo le dio a Samanta un informe de los asuntos de su hija durante esos años, más o menos.

Desde el jardín de infancia hasta la universidad, era poco probable que fuera a casarse.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Encuentro cercano