Encuentro cercano romance Capítulo 127

—Danitza, mamá nos pidió que nos mudáramos para allá. ¿Qué te parece? —Se le ocurrió decir eso de repente a Alejandro mientras se bañaba. Su madre le había llamado hoy y le había preguntado al respecto.

—No creo que sea una buena idea. —Danitza se sentía muy nerviosa. Había tanta gente en esa familia que temía no poder llevarse bien con ellos.

—Mamá dijo que fue idea del abuelo. Como el abuelo va a cumplir pronto ochenta años, quiere estar acompañado por todos nosotros. Bueno... olvídalo, podemos quedarnos aquí si no quieres mudarte. —Alejandro era un hombre filial, pero no quería obligar a Danitza a regresar.

Ahora Danitza estaba en un dilema. Como esa fue la idea del abuelo, éste no estaría contento si ella no va.

Ahora mismo disfrutaba mucho viviendo sola con Alejandro. Si volvía, tendría que lidiar con toda esa gente, especialmente con la otra cuñada y Ema.

—Está bien. Ya no pienses en ello. Debes tener tus razones, por lo que no te voy a obligar. —Alejandro salió del baño y vio que Danitza parecía muy preocupada.

Los hombres solían estar ocupados ganando dinero para mantener a sus familias, así que no prestaban atención a las disputas entre mujeres. Definitivamente no tenían ni idea de lo aterrador que podían ser ellas.

Danitza lo pensó y consideró que, como Ema ya vivía en la mansión, la gente podría hablar mal de ella si Danitza no se mudaba para allá. Además, el abuelo y Fernanda podrían sentirse incómodos.

—Nos mudaremos. Después de todo, soy la nuera de la familia Hernández. —Danitza tomó una decisión. Ella sentía que tenía que hacer frente a esas disputas, y si no podía hacerles frente, sinplemente las evitaría.

—¡Qué adorable eres! Voy a besarte, amorcito. —Alejandro esperaba en secreto que Danitza pudiera mudarse con él. Pues creía que una vez que se mudaran, más gente ayudaría a cuidar de Danitza y el abuelo también sería más feliz, por lo que viviría más tiempo.

Después de tomar la decisión, Alejandro llamó a Fernanda y le dijo que hiciera algunos preparativos. Solo se llevarían algunas cosas esenciales para el día a día en lugar de todas las cosas, ya que podrían volver de vacaciones.

Al saber esto, Fernanda se sintió muy feliz. Por fin tenía alguien con quien hablar en casa y ya no se sentiría tan sola.

***

El día que Alejandro y Danitza se mudaron, los Hernández tuvieron sentimientos encontrados. Algunos se enfadaron, mientras que otros se alegraron mucho.

—Paulo, yo solía ayudar a mamá con las tareas domésticas. Ahora que Danitza se ha mudado, ¡seguro que me sustituye! Después de todo, es una nuera de mamá. —Ema empezó a quejarse frente a Paulo.

—No te preocupes, cariño. Tu habilidad es alabada por el abuelo, nadie ocupará tu lugar. —Paulo consoló a Ema.

—¿Cuándo podré conseguir la reliquia familiar, ese brazalete de jade de Fernanda? Si lo consigo, no tendré miedo de nada. —Ema anhelaba mucho el brazalete de jade, pero Fernanda nunca se lo había dado.

—Cariño, si quieres una pulsera de jade, te compraré una. ¿Por qué quieres solo esa anticuada reliquia? —Paulo tenía claro que se lo daría a la mujer de su hermano mayor o a la de Alejandro y Ema sería la última persona a la que se lo entregaría.

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