Encuentro cercano romance Capítulo 167

La Sra. Jones escuchó a Chloé decir que Danitza y ella se parecían. Entonces, ella miró a Danitza, y Danitza la miró a ella.

—Chloé, ¿en qué crees precisamente que Danitza y yo nos parecemos?. —La Sra. Jones le preguntó a Chloé.

—Ambas son unas mujeres muy hermosas. ¿No lo crees? —La explicación de Chloé divirtió a todos.

La Sra. Jones respiró aliviada en ese momento. No quería que los demás supieran de su relación con Danitza ya que Gonzalo seguía vivo, y no quería quitarle a Danitza.

—Así es. Las tres son unas mujeres muy hermosas, todas se parecen. —En ese momento, Manon también bromeó.

Mientras comían y hablaban, se olvidaron del desagradable accidente que casi acabó en desgracia.

Después del almuerzo, la Sra. Jones llevó a Chloé y a Manon de vuelta al hotel, y luego llevó a Danitza de vuelta.

—Danitza, tienes que tener cuidado con Victoria. Ella no es una buena persona y creo que tiene una fuerte hostilidad hacia ti. Ya he oído hablar de la historia entre Alejandro y ella, así que debes tener mucho cuidado. —Le recordó la Sra. Jones a Danitza en el coche.

—Entiendo. Gracias, Sra. Jones. —Danitza agradeció a la Sra. Jones.

Incluso la Sra. Jones podía notar lo hostil que era Victoria con Danitza.

Luego mantuvieron algunas pequeñas conversaciones, y se divirtieron mientras hablaban. No importa lo que hayan dicho, parece que tenían un cierto entendimiento tácito.

Danitza le pidió a Sra. Jones que la llevara al Grupo HD, ya que ella no quería ir a casa ahora.

***

—¿Qué haces aquí? —Alejandro miró a Danitza, que le trajo unos bocadillos.

—Todavía no has almorzado, ¿verdad? Lo sabía, así que te he traído unos bocadillos que te gustan. Primero, prueba un poco. —Danitza puso la comida sobre el escritorio de Alejandro.

—Bien. La tarta de calabaza aún está caliente. Huele muy bien, déjame probarlo. —Alejandro dejó el bolígrafo a un lado.

Hoy estaba muy ocupado. Había redactado los contratos con los socios y aún estaba haciendo cambios detallados.

Danitza tenía razón, él todavía no había almorazado. Solo tomó dos pedazos de la tarta y se bebió el zumo que le trajo Danitza.

—Sr. Alejandro —La secretaria llamó a la puerta. Cuando vio a Danitza dentro, no se atrevió a entrar.

—Pasa —Alejandro la dejó entrar.

—Sr. Alejandro, la Srta. Victoria trajo esto para usted. Se enteró de que se perdió el almuerzo. —La secretaria sostenía una gran caja de comida en su mano.

—No, garcias. —Alejandro se negó sin pensarlo.

Sin embargo, Danitza hizo que la secretaria dejara la comida sobre el escritorio.

—No has almorzado. ¿Por qué no lo recibes? Ya que alguien te ha traído comida, deberías comer un poco antes, o te morirás de hambre después. —Danitza abrió la caja de comida. Era la comida favorita de Alejandro.

Ema colgó el teléfono y asintió a la abuela y a Mónica, dando a entender de que todo estaba resuelto.

Sabiendo que Danitza estaba a punto de regresar, fueron a hacer los preparativos.

Danitza se apresuró a tomar un taxi para volver a la mansión de los Hernández.

Al llegar, todo parecía estar muy tranquilo. Danitza llegó a la habitación de Fernando y no se oía nada dentro, así que abrió la puerta de un empujón. No había nadie en su habitación.

«¿No estaba Fernando gravemente enfermo?», «¿Adónde fueron?». A Danitza le pareció muy extraño todo eso. Caminó por la casa, pero seguía sin ver a Fernando ni a Ema.

Danitza fue a preguntar a un sirviente.

Al parecer, Fernando estaba realmente enfermo, por lo habían llevado al hospital, pero el criado no sabía en qué hospital estaba.

Danitza no tenía el número de Ema, así que solo pudo llamar a Alejandro, pero no pudo comunicarse.

Danitza no pudo comunicarse con nadie por teléfono. Solo entonces se dio cuenta de que su teléfono móvil no tenía señal, para ser más exactos, no había señal en toda la casa.

Solo podía llamar desde el teléfono fijo, pero éste no funcionaba.

Ahora que Danitza estaba completamente aislada en casa, no sabía a dónde ir aunque estuviera desesperada por salir.

El Internet en casa estaba bloqueado, y todos los teléfonos móviles no tenían señal. En ese momento, Danitza no le quedaba otra opción, así que cogió un taxi hasta el supermercado de fuera y llamó a Alejandro.

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