Encuentro cercano romance Capítulo 61

Bastó una ráfaga de viento para que apareciera un hombre frente a Danitza. El hombre estaba de pie en la cabecera de la cama, de espaldas a la luz y solo sus ojos se veían en la oscuridad.

Danitza abrió los párpados y miró a los ojos de su marido, éste a su vez también mantuvo la mirada en ella, sin moverse.

—¿Te encuentras mejor? —Después de un largo rato, Danitza habló primero.

Alejandro se quedó atónito, «cuándo he estado enfermo?»

—Sé que no puedes salir a la luz, pero puedes dejar que te cuide cuando estés enfermo, aunque solo tenemos un acuerdo matrimonial de dos años, soy tu mujer en este tiempo, así que debo estar ahí para cuidarte. —Danitza se sentó y tomó la mano de Alejandro.

Alejandro se dejó arrastrar por ella y se sentó en el borde de la cama.

Danitza tocó la frente de Alejandro para ver si todavía tenía fiebre, pero éste le agarró su delicada mano.

—No estaba enfermo, solo me retrasé por algo y ahora que ya está solucionado, he venido a verte —dijo Alejandro con voz ronca.

Danitza suspiró mientras volvía a acariciar las manos de Alejandro con delicadeza, sus manos eran cálidas y secas, sus dedos, largos y finos, debían de ser unas manos hermosas.

—Cariño, lo siento. —De repente, Danitza sintió muy apenada por su marido que la voz se le quebró.

—¿Qué pasa? —Alejandro se puso nervioso de repente, «¿podrá ser que ella se había enamorado de otro hombre? Su comportamiento de hoy es muy extraño, ella nunca me había hablado tanto.»

—Cariño, a veces te confundo con el presidente de mi empresa, me parece que se parecen un poco en la voz, pero por supuesto sé que no eres él. Él es como un pervertido y suele hacer cosas raras. —Danitza le contó todo a Alejandro.

—Cariño, ¿por qué solo puedes estar conmigo durante dos años? ¿Por qué no me dejas verte? Te he dicho que por muy feo que seas, no me disgustarás. —Después de un mes de contacto, Danitza sentía que poco a poco su marido era una parte de ella, ya que notaba que lo echaba de menos cuando no volvía a casa.

Al escuchar las palabras de Danitza, Alejandro no sabía si debía alegrarse o enfadarse.

«Me ha llamado pervertido… Y mira que siempre la protejo en todo momento, pero al parecer eso no significa nada para ella».

Alejandro reprimió la idea de hacerle el amor con fuerza, porque aún quería saber qué clase de persona era él para ella.

—Cariño, ¿qué piensas del presidente de tu empresa? —preguntó Alejandro con cautela.

—Sería un buen hombre si no se volviera loco a veces, si no haría cosas inexplicables repentinamente y si no me regañara tanto. Ya que al menos me ha ayudado muchas veces cuando tenía problemas, pero creo que está un poco ciego. —Danitza tenía mucho que decir de Alejandro.

Cuando Alejandro la escuchó hablar del presidente de su empresa de forma tan interesada, sintió alguna especie de celos. Posiblemente Alejandro era el único en el mundo que estaba celoso de sí mismo.

—¿Por qué está ciego? —preguntó Alejandro con gran interés, disfrutaba hablar con ella.

Fue otra noche de locura en la que Alejandro daba a Danitza todo el apetito sexual que había estado reteniendo durante más de quince días, haciendo que ella se quedara completamente fuera de sí por sus embestidas.

Aunque era una sensación que a Danitza le encantaba, todavía tenía un nudo en el corazón por no saber quién le había quitado la virginidad en su noche de bodas, y estaba deseando averiguarlo.

***

—Danitza, la señorita Victoria quiere que tú y Laura suban, parece que es por las traducciones del otro día, la gente de Stromman co. está aquí —dijo Camila regodeándose ante ellas.

Sabía que la gente de Stromman co. era la más exigente, y cuando les dio la tarea a esas dos ese día, sabía que pasaría algo así, por lo que no se equivocó en absoluto.

—¿La señorita Victoria quiere que subamos? —Danitza no recordaba quién era la señorita Victoria.

—Sí, es la chica guapa del despacho del presidente, es increíblemente guapa —exclamó Camila, echando otra mirada de reojo a Danitza mientras pensaba: «Ésta también es guapa, pero demasiado vulgar, ¿cómo podría compararse con Victoria?».

Danitza se dio cuenta a qué Victoria se refería. Ya había venido la gente de otra empresa, definitivamente tenía que subir, y si algo estaba mal, podía enmendarlo en persona.

Danitza arrastró a Laura hasta el piso 30.

—Laura, no temas, si algo sale mal me echas la culpa a mí. —Danitza pensó en lo que su marido le había dicho ayer y se sintió muy confiada.

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