Alejandro le dijo decididamente a Victoria que no perdiera su tiempo con él, pero Victoria no quería, dejó su carrera de bailarina para volver al país, ¿no sería una fracasada si ahora este hombre la abandonara?
Victoria se inclinó hacia el cuerpo de Alejandro y, en cuanto lo hizo, desgarró su vestido, dejando al descubierto sus pechos blandos y sus hombros.
—Alejandro, poséeme, te lo daré todo, pero por favor no me abandones, te quiero, de verdad. —Victoria se lanzó a los brazos de Alejandro y trató de besarlo, pero Alejandro lo impidió.
—Victoria, para mí siempre has sido una mujer elegante y espero que siempre lo seas. —Alejandro se levantó del sofá mientras ayudaba a Victoria a ponerse bien su ropa.
—Alejandro, ¿ya no me quieres? Me he lesionado la pierna por ti y ya no puedo bailar, ¿no te doy pena? —Sin embargo, Victoria se negó a soltarlo.
La mano de Alejandro se detuvo por un momento.
—Victoria, lo siento, te compensaré de otra manera. —Esta vez Alejandro no dudó más, generar más dudas no eran buenas para nadie.
Dicho esto, Alejandro no quería seguir con Victoria, temía que las lágrimas de ésta le ablandaran el corazón.
—¡Alejandro!, ¡Alejandro!, ¡Alejandro! ¡No puedes hacerme esto! —Al ver que Alejandro abría la puerta y salía, Victoria lo llamó.
—Las manos de Victoria se apretaron con fuerza y sus largas uñas se hundieron profundamente en la carne.
«¡Danitza, te odio, te odio!».
***
Danitza estaba en su habitación buscando ofertas de trabajo. No quería seguir yendo al Grupo HD si Victoria estaba allí. Tenía que encontrar un trabajo, solo así ganaría dinero para poder salir a alquilar una casa.
Había echado un vistazo a los precios para alquilar una casa, y diablos, todo era caro en la Ciudad R, por lo que alquilar una casa era exageradamente caro.
Cuando pensó en el dinero que tenía, solo tenía lo suficiente para pagar el alquiler de un año.
Después de buscar unas cuantas empresas adecuadas, Danitza puso su CV en circulación.
Danitza había estado mirando toda la mañana, así que sus ojos estaban cansados y tenía sed.
Salió a por un vaso de agua y cuando volvió al ordenador, alguien había respondido a su correo electrónico.
Cuando abrió el correo electrónico, allí estaba una empresa de traducción que podía satisfacer todas las peticiones que Danitza había hecho, pero solo si traducía primero un documento, y si lo aprobaba, podía ir a trabajar inmediatamente.
Danitza se alegró tanto de ver esto que se terminó rápidamente el agua y abrió el documento que le habían mandado. Le pedían que lo tradujera a dos idiomas, uno francés y otro alemán.
Ese documento solo tenía unas diez mil palabras y se podía hacer en una tarde.
Danitza se puso entonces a trabajar en el documento, que no era demasiado difícil y contenía un poco de jerga, pero todo era manejable.
Danitza se puso tan ocupada que ni siquiera escuchó a Diego llamándola para cenar, así que Diego tuvo que entrar y llamar a Danitza de cerca.
—Diego, comeré cuando termine con lo que tengo en manos. —Danitza era de las que no podían parar una vez que se concentraban en trabajar.
Diego tampoco podía decir nada, el señor había dicho que la señora podía hacer lo que quisiera estos días en casa, siempre y cuando no saliera de allí.
La oferta fue tan buena para Danitza que aceptó enseguida y pasó del resto.
Danitza estaba muy contenta de haber encontrado un trabajo, y con su siesta de la tarde, se había recuperado y las ojeras casi no se notaban.
Danitza se levantó temprano a la mañana siguiente, iba a firmar su contrato y ya no tenía que estresarse por no tener dinero.
Se puso un vestido rosa que parecía un vestido normal y corriente, pero que le quedaba muy bien por su tono de piel.
Llevaba el pelo peinado hacia atrás y recogido en un moño, dejando al descubierto un cuello bonito y elegante.
Danitza no quería volver a ponerse ese brazalete, porque se lo puso una vez y descubrió un secreto impactante.
Con un aspecto sencillo, pero animado, Danitza estaba lista para salir.
—Señora, ¿a dónde va? —preguntó Diego al ver que Danitza estaba a punto de salir.
—Diego, voy a salir un rato, me ha surgido algo. —Danitza sonrió a Diego, su sonrisa era tan brillante que puso a Diego en trance.
—Entonces la llevo. —Alejandro le había explicado a Diego que tenía miedo de que Danitza tuviera ideas de suicidarse, así que le ordenó seguirla a todas partes.
—No hace falta, Diego, ya ves que ahora estoy de un humor excepcional y no voy a hacer nada raro, así que no te preocupes. —Danitza sabía que Diego estaba preocupado por ella.
—Está... bien —Diego no tuvo más que estar de acuerdo, tampoco veía nada raro en Danitza, así que no la detuvo.
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