Recién graduada de la carrera de medicina, Temperace Rodríguez, encontró trabajo en la clínica dónde su novio el Dr. Oliver Miller era el director, habían estado juntos por tres años, no había sido la relación perfecta pero aún así ella lo amaba
— Temperace, estaba a cargo del proyecto para cirujanos nuevos, ella era excelente en su trabajo, una doctora muy dedicada, su mejor amigo Josep Torento, se acercó a saludarla muy sonriente
— Qué tal belleza, llegaste temprano hoy, ¿estás ansiosa por atender a los pacientes maltrechos de urgencias?
— La doctora enarcó una ceja, vine temprano para hablar con Oliver, he estado muy ocupada últimamente y siento que lo e abandonado mucho por tener tanto trabajo, así que iré a saludarlo a su consultorio, de paso hablaré con el sobre el proyecto y los internos, te veré más tarde
— ¡No, espera, Temperace! no creo que sea buen momento para ir a verlo, ¿por qué no mejor esperas a que él salga a hacer sus rondas y lo abordas?
— ¿De qué hablas, Josep, ¿por qué no puedo ir a buscarlo? te conozco, ¿qué no me estás diciendo? ¡habla ya!
— El joven médico no se atrevió a decir la razón por la que no quería que buscara al director, al no tener respuestas, la enamorada doctora se dirigió con pasos rápidos al consultorio del hombre que había amado por tres largos años, tenía un mal presentimiento que le recorría el cuerpo, uno de esos que sientes que te asfixian y no te dejan respirar
— Al girar el picaporte de la puerta, está no tenía seguro, Temperace, abrió de golpe, solo para llevarse la peor decepción de su vida, Oliver estaba follandose en el escritorio a su asistente, una bella y sexy Morena de cabellos negros
— ¡¿Qué demonios estás haciendo aquí, Temperace?! — el director apuraba sus manos para acomodar sus pantalones, el caso de la asistente era más complicado, tenía los senos descubiertos y la falda subida, realmente dejaba muy poco a la imaginación
— Sintiendo cómo el mundo se le venía encima, Terrence salió llorando de ahí, la burla entre sus colegas le calaban hondo, todo el hospital sabía que le ponían los cuernos y parecían estar disfrutando de su desgracia
— Josep, atrapó en sus brazos a la joven doctora a la que le tenía un profundo cariño y la consolaba
— ¿Por qué, Josep? ¿por qué, Oliver se a estado burlando de mí amor? él sabía lo mucho que significaba para mi — mientras la joven doctora se desahogaba con su amigo, el director le dió alcance
— ¡Temperace! !escúchame, lo que viste no es lo que parece, puedo explicarlo! !Tory, no significa nada para mí, yo solamente te amo a ti! — el doctor infiel estaba usando la frase más cliché que utilizan los infieles
— ¿Qué haces aquí, Oliver? tus explicaciones no me interesan, mucho menos tus argumentos baratos, si en verdad me amabas, ¡¿por qué demonios me engañaste?!
— ¡Fui un estúpido, cariño, me deje llevar por la tentación, además tú no eres tan inocente en ésto, si hubieras aceptado tener intimidad conmigo, no hubiera tenido que... buscar otra mujer!
— ¿Estás diciendo que es mi culpa que me traicionaras por no aceptar acostarme contigo? ¡¿te estás oyendo maldito infiel?!
—¡Asi es, fue tu culpa que esto pasara, soy un hombre no soy un niño, necesito una mujer de verdad a mi lado, no un tempano de hielo como tú!
— Ante los colegas, el concepto como amante de Temperace, quedó por los suelos, no era lo suficiente mujer para satisfacer a su novio, por eso él le había puesto los cuernos, la doctora deseaba que se la tragara la tierra
— ¡No sabes el gusto que me da no haberme acostado con un maldito traidor como tú, Oliver! quédate con tu amante, ¡para mí estás muerto! — Temperace, salió del hospital con la frente en alto, digna y elegante como solía ser siempre, pero con el corazón destrozado y el alma rota
— Continuaremos con el presente, efectivamente, tu novio de años te es infiel, no es que no te quiera, es que el hombre es mala cabeza, las cartas dicen que él es el símbolo de la traición, así que debes tener mucho cuidado con él, no debes bajar la guardia
— Temperace derramó una lágrima, lo quise como a nadie y me rompió el corazón
— Oh, no, creíste estar enamorada pero lo que sentías por ese joven no es amor verdadero — la tarotista movía las cartas de nuevo — tu verdadero amor no está aquí, él está lejos esperando por ti, incluso sufre tu ausencia, la sufre con toda su alma
— ¿Co...cómo puede ser eso verdad? además nunca volveré a creér de nuevo en un hombre, todos son traicioneros — Temperace se mostraba muy incrédula de pronto
— Escucha, linda, un día vivirás un gran amor, un amor eterno, pero lo que viene con el es una guerra difícil de ganar — la tarotista fijó su mirada en Temperace — ya no puedo seguir leyendote el futuro, tu aura no me deja ir más allá, definitivamente creo que tú forjaras tu propio destino, dependerá solo de ti, tu final
La noche cayó, cuando Temperace se fue a la cama, las palabras de la extraña mujer le hacían eco en la cabeza, ¿un amor eterno? ¡ja... patrañas! el amor no se hizo para mí....
— Pronto la bella doctora se quedó dormida, estaba agotada por tantas emociones que había vivido ese día, en menos de nada cayó en un sueño profundo, donde de pronto se vió en un cuarto que parecía un calabozo, ella estaba prisionera, estaba muy asustada, hasta que apareció ante ella el hombre más varonil y hermoso que alguna vez hubiese visto, la miraba con esos gélidos ojos azules
— No tengas miedo, no voy a hacerte daño, ven conmigo — la voz del hombre era tranquilizadora
— Eso fue todo lo que pudo escuchar de los labios del adonis que soñó, Temperace, despertó agitada, angustiada, sentía que algo le faltaba, cómo si a su alma la partieran en dos y se llevaban una de sus mitades, se sentía incompleta y añorante de esa mitad que necesitaba para vivir
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