Mía
Ya me había olvidado de lo que me gusta el olor a hospital. Este trabajo me encanta. Hoy he sido un poco la chica para todo, pero no me importa. Soy la nueva, la novata, es normal.
Termino de cambiarme y salgo para ir en busca de Dante, antes de que pueda salir me topo con él. Ni en mil vidas habria dicho que un hombre tan grande podría ser silencioso como un ninja, pero este lo es.
- Podemos irnos, he terminado ya.
Dante me quita la bolsa de deporte donde guardo una muda limpia y algunas cosas de aseo personal y yo aprovecho para quitarme la gomilla del pelo y dejarlo suelto.
Estoy bastante cansada, pero ha sido tan emocionante poder ayudar a las personas que no cambiaría mi trabajo por nada del mundo. Nadie puede quitarme la sonrisa de la cara ahora mismo.
Dante aparca el coche en la explanada. Marcus sale a recibirnos. Se parece al antiguo Marcus, el atento y cariñoso, pero ese era falso. Me da miedo descubrir que vuelve a engañarme por algún motivo oculto.
Me pidió una oportunidad y decidí dársela, pero eso no significa que vaya a confiar ciegamente otra vez en él.
- ¿Cómo ha ido tu primer día? - Pregunta besando mi frente.
Esa pregunta me amina. Elimina inmediatamente todas las dudas y me centro en contarle todo lo que he hecho.
- He tenido que curar varias heridas. Ha sido emocionante.
Me observa divertido. Debo parecerle una loca. Oh mira, a Mía le encanta curar heridas. A mi padre también le parecía una estupidez. No entendía el motivo hasta que me hirió a mi. A él no le gusta curar a las personas, él prefiere derramar su sangre.
- Me alegra que te guste - Dice pasando su pulgar por mi mejilla - Ahora ve a arreglarte, vamos a ir a uno de los bares que dirijo para celebrar tu primer día de trabajo.
Es raro tener un marido del que no sabes nada. No tenía ni idea de que era el dueño de un bar ¿Cuánto más me habrá ocultado? Si he decidido darle realmente una oportunidad, también tengo que estar abierta a toda la información que me ocultó cuando sólo trataba de engañarme.
- Está bien, no tardaré.
Me doy una ducha rápida. No dejo de pensar en que ropa podría ser la adecuada. Nunca he ido a fiestas, ya no hablo de bares, mi padre era sumamente estricto.
Al abrir el armario descubro que toda la ropa que me compró en el duplex ya está aquí. Voy pasando las perchas buscando algo elegante y sexy. Quiero dejar la mojigata que llevo dentro entre estas paredes.
Hoy seré Mía Carussi, la esposa del mafioso Marcus Moretti. Yo sola me río de las tonterias que pienso.
Un modelito llama mi atención. Un vestido negro palabra de honor, todo el pecho está hecho de lentejuelas y cuando llega a la cadera cae una pequeña falda de raso hasta los muslos. Si le pongo unos tacones quedará perfecto.
Me arreglo el pelo, aunque depués de mirarme en el espejo podría decir que me lo desarreglo lo llevo en plan leona, suelto y a lo loco con los rizos mandando sobre todo lo demás. Me gusta lo que parezco. Poso delante del espejo como si fuera una de las peligrosas angeles de Charlie. Ellas desprenden seguridad y poder por todos los poros de su piel. Me gustaría ser así.
Bajo las escaleras en busca de Marcus, un silbido llama mi atención.
- Estas increíble - Marcus sujeta mi mano y me obliga a dar una vuelta.
- Gracias - Sonrio contenta porque le haya gustado.
Coge mi abrigo del perchero y me ayuda a ponérmelo.
- Esta noche hace frío - Aunque es primavera ha resfrescado los últimos días. Espero que pronto vuelva el aire primaveral.
Dante para el coche frente a la puerta. Los hombres de Marcus se bajan de sus coches antes que nosotros y se colocan en las posiciones que supongo son las que les han dicho.
Tener tanta protección las veinticuatro horas me da miedo ¿Por qué necesitamos tantos hombres? ¿Nuestra vida corre peligro cada vez que salimos a la calle? Tengo tantas preguntas que no se ni por donde empezar.
La gente que hace cola para entrar se apartan a un lado al vernos, bueno, al ver a Marcus, seguro que a mí no me conoce nadie.
- Buenas noches señor Moretti - Saluda un hombre abriendonos la puerta del Interior.
Todo está en semi oscuridad. Suena música chill out por los altavoces y la gente baila en la pista o bebe en la barra. El lujo se ve por todas partes. Hay una zona de asientos repleta de sillones de cuero negro. Si miras hacia arriba puedes ver otra planta formada por espacios privados y en medio de la pista de baile una gran lámpara de araña cuelga. Esperaba algo más parecido a las películas, moteros por todos lados y borrachos vomitando por las esquinas. Está claro que tengo que actualizarme.
Me pilla desprevenida y por eso cuando deja un beso sobre mis labios no me muevo ni un centímetro. Cuando ha desaparecido de mi vista, todavía siento su calor sobre ellos.
Killian aparece detrás de una pareja y camina decidido hacia mi. Este hombre solo puede traer problemas. Busco entre todas las personas a Marcus. Ojala aparezca pronto.
- Buenas noches, Mía. Estas preciosa.
- Gracias - Digo con desgana.
Levanta mi brazo para ver el cóctel que estoy bebiendo. Lo acerca a su rostro y pasea las manos por el borde.
- Tienes buen gusto. Es el que más piden.
No se a que está jugando, pero ya me he cansado. Si Marcus lo ve cerca de mi se va a liar y solo pensarlo me pone nerviosa.
- ¿Qué quieres, Killian? Creía que Marcus te había pedido que te alejaras de mí - Le doy un trago demasiado largo a mi copa y la termino.
Sonríe como si le diera igual lo que acabo de decirle. No le importa que no quiera tenerlo cerca o que su hermano no confíe en él, es un psicópata narcisista.
- No se como mi hermano ha podido dejarte sola. Solo he venido a decirte que está en el reservado tres, puedes ir si quieres.
¿Qué hace en uno de esos reservados? Espero que no tenga pensado tenerme esperándolo toda la noche.
- Vale, gracias.
Esas dos palabras traducidas significan que te vayas, y parece que lo entiende porque sin decir nada más Se aleja de mi y vuelve a desaparecer entre la gente.
Espero diez minutos más. Algo raro comienza a pasar. Los borde de mi visión de difuminan cada vez que muevo los ojos para enfocar a algún lugar del bar, empiezo a sentir mucho calor, incluso puedo notar como pequeñas gotas de sudor se empiezan a formar en mi frente. Pero lo más raro de todo son las ganas de acostarme con Marcus que tengo. Todo mi cuerpo me pide a gritos que me quite la ropa y vaya a buscarlo.
¿Por qué me estoy encontrando tan mal de pronto? ¿Dónde está Marcus? Una voz repite la misma frase una y otra vez en mi cabeza: Killian te ha puesto algo en la Copa. Tienes que buscar a tu marido o su hermano hará algo que no te gustará.
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